Reflexión | P. Jaime Tatay, SJ/Madre y Maestra
La mala interpretación del papel que
Dios
nos ha otorgado (Genesis 1,26)
Cuidar la creación de Dios (II)
Los pensadores que se han preguntado por los
aspectos distintivos que otorgan al ser humano un lugar único en la historia
del planeta y, por tanto, justifican su privilegio y autoridad para decidir
sobre otras formas de vida, concluyen que son la conciencia, el lenguaje y la
inteligencia las que han permitido la singularidad y el increíble desarrollo
tecnológico del homo sapiens. Esta visión del ser humano es compartida por la
mayor parte de tradiciones humanistas y por muchos otros pensadores, creyentes
o no. Sin embargo, muchos hoy tachan esta visión de “antropocéntrica” o
“especista”.
Es más, esta pretensión excesiva, afirman los
detractores de la visión dominante, es la que no ha conducido a la situación
actual de bancarrota ecológica, al desprecio del resto de formas de vida y al
acelerado proceso de extensión biológica en el que estamos inmersos.
Expresado de otro modo, la pregunta que plantea la
conciencia ecológica es si debemos diluir la clara distinción que establece
nuestra cultura entre quien es un fin en sí mismo y posee valor intrínseco (el
ser humano) y quien es un medio y posee valor instrumental (el resto de la
naturaleza). Para buena parte del pensamiento ecologista, en esta falsa
dicotomía radica la justificación de nuestras acciones despóticas hacia el
resto de las formas de vida y la razón de la injusticia que cometeremos a diario
contra ellas.
El humanismo cristiano, la Biblia y la tecnología
de la creación
El debate está servido y la cuestión sigue siendo
un campo de batalla académico por el que discurren ríos de tinta. En el caso
del humanismo cristiano, que siempre ha defendido el carácter universal e
inalienable de la dignidad humana, el debate se ha planteado echando mano de la
tradición, de la Biblia y de la teología de la creación.
Francisco evita caer en un antropocentrismo
extremo al hablar de una “comunión sublime” en la que el ser humano, sin perder
su irrenunciable dignidad, forma parte de una red de vida que también posee un
valor intrínseco: “No los tenemos (los ecosistemas) en cuenta sólo para
determinar cual es su uso racional, sino porque posee un valor intrínseco
independiente de ese uso. Así como cada organismo es bueno y admirable en sí
mismo por ser una criatura de Dios, lo mismo ocurre con el conjunto armonioso
de organismos en un espacio determinado, funcionando como un sistema. Aunque no
tengamos conciencia de ello, dependemos de ese conjunto para nuestra para
nuestra propia existencia” (Laudato si, 140).
Tomando como referencia la Biblia y el Catecismo,
Francisco insiste: “Advertimos que la Biblia no da lugar a un antropocentrismo
despótico que se desentienda de las demás criaturas” (Laudato si, 69). Ahora
bien, y aquí es donde resulta vital ir despacio para no pasar de un extremo al
otro y caer en la tentación de la misantropía “un antropocentrismo desviado no
necesariamente debe dar paso a un “biocentrismo”, porque eso implicaría
incorporar un nuevo desajuste que no sólo no resolverá los problemas, sino que
añadirá otros” (Laudato si, 118).
En síntesis, como suele ser habitual en el
pensamiento católico, el dilema que la crisis ambiental ha puesto de manifiesto
se aborda manteniendo los extremos en tensión, tal y como hace la teología
sacramental al reconocer el mundo creado como un signo de Dios, sin confundirlo
ni fusionarlo con el Creador.
De nuevo, citando a Benedicto XVI, Francisco
recuerda a este respecto: “Los cristianos, además, estamos llamados a “aceptar
el mundo como sacramento de comunión, como modo de compartir con Dios y con el
prójimo en una escala global. Es nuestra humilde convicción que lo divino y lo
humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin
costuras de la creación de Dios, hasta el último grano de polvo de nuestro
planeta” (Laudato si,9).
Nuestra casa común, y todos los seres que en ella
habitamos, poseemos un valor que va más allá de su utilidad. Un valor que
debemos reconocer y cuidar.
Publicado por Madre
y Maestra
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...