Espiritualidad | Ángel Morillo/Celam
Rafael Luciani: “Llegó la hora de los laicos y laicas”
El venezolano Rafael Luciani es
uno de los tres teólogos latinoamericanos, integrante del equipo que asesorará
a Roma en el Sínodo de la Sinodalidad a iniciarse en octubre de 2021 hasta
2023.
En conversación con ADN Celam aseguró que “llegó la
hora de los laicos y las laicas, y también de las religiosas que muchas veces
no se les reconoce la inmensa labor que hacen”.
Lamenta que “a los laicos se nos ha visto
como ejecutores de planes pastorales, pero muy poco se nos toma en
cuenta para la gobernanza de la vida eclesial o para participar en los procesos
de discernimiento y elaboración de las decisiones en la Iglesia”.
Por tanto “Es hora que el laicado sea reconocido
como sujeto auténtico, pero esto supondrá ver a la Iglesia desde el bautismo y
el sacerdocio común que nos iguala en derechos y deberes, y no sólo en deberes
como se suele decir”.
¿Cómo recibe este nombramiento como integrante del
comité de teólogos del Sínodo sobre sinodalidad?
“Me parece que estamos viviendo un momento eclesial
que será determinante para completar lo más importante de la actual fase de
recepción del Concilio en relación con la eclesiología del pontificado.
Por ello, considero que este próximo
Sínodo será fundamental para avanzar más o no en las reformas
que actualmente necesita la Iglesia. También lo será la próxima reforma de la
curia.
En este contexto, valoro mi participación en la
comisión teológica como un servicio que asumo como parte de mi vocación
cristiana porque quiero contribuir, como laico y venezolano, a que la Iglesia
profundice el proceso de reformas que ha abierto el Papa Francisco para superar
el modelo clerical que no logra salir aún de las mentalidades y las estructuras
de la Iglesia”.
¿Qué considera que hay que reformar para salir del
clericalismo?
“No saldremos del clericalismo mientras no se
reformen instituciones como el seminario y la parroquia. Sin embargo, esto sólo
será posible si se logra reformar el ministerio ordenado, porque el
clericalismo es un problema de la mala comprensión y ejercicio del poder
eclesial, y eso se forma en el seminario y se fortalece en las parroquias.
El Papa ha hablado mucho de esto. Se ha referido al
“complejo del elegido” o a “la patología del poder eclesial” vinculado a una
mala comprensión de la ordenación sacerdotal.
Es indispensable que repensemos a la Iglesia, y
todas sus instituciones, a
la luz de una gran confluencia de ministerios, carismas, dones y servicios
unidos por la corresponsabilidad bautismal, y no sólo en torno al ministerio
ordenado.
Sólo una Iglesia que asuma al laicado como sujeto,
y especialmente a las mujeres, podrá avanzar en reformas auténticas y rescatar
su credibilidad. Al final, estamos llamados a responder a los signos de los
tiempos de hoy que claman y demandan cambios profundos en el modelo
institucional actual”.
¿Cuál será su mayor aporte a este comité de
trabajo?
“En mi compartir con comunidades de vida cristiana me
doy cuenta de la realidad de una Iglesia que le cuesta, cada vez más, conectar
con los nuevos signos de los tiempos que se avizoran luego de la pandemia.
Vivimos un cambio de época y una transición del modelo institucional clerical
reinante. Pero esto aún no se asimila porque estamos viviendo cambios muy
rápidos y profundos.
Por ejemplo, he encontrado una presencia ambiental
del cristianismo en comunidades de vida cristiana leyendo y orando con la
Palabra juntos. Ahí te das cuenta que existe una sinodalidad ambiental en el
modo como se vive la fe.
Pero cuando entras en la parroquia o en un
movimiento eclesial, encuentras otro mundo, otro lenguaje, uno que ha perdido conexión y
transcendencia con la cotidianidad y con la mayoría del laicado en la Iglesia,
especialmente de los jóvenes.
El proceso sinodal que se inicia este año y que
desembocará en la Asamblea del 2023, será un acontecimiento que permitirá
pensar el lugar y la forma de la Iglesia en estos nuevos tiempos. Pero los
cambios no pueden venir de arriba. Hay que involucrar a todos y todas en la
Iglesia porque esa es la base de la teología del bautismo.
Por eso, la gran novedad de este Sínodo está en el
modo cómo se realizará, siguiendo un modo de proceder que parte de la base y va
construyendo recogiendo el sentir de los fieles partiendo de las comunidades y
siguiendo con las parroquias, las diócesis, las conferencias episcopales, los
continentes y finalmente Roma. En ese orden. Es la primera vez que se hace esto
en un Sínodo.
Tras la reciente aprobación ‘ad experimentum’ de la
renovación y reestructuración del Celam, con un fuerte énfasis sinodal, ¿usted,
laico, cómo ve este paso al frente de los hermanos obispos?
“Yo participé en el proceso de reestructuración del
Celam desde la primera reunión que se convocó. Luego se fueron integrando otras
personas, incluso otros laicos y laicas, y pude apreciar cómo a lo largo del
camino que se fue haciendo se iban incorporando nuevas ideas, propuestas y
personas que enriquecieron lo que se quería hacer.
No se partió de un documento pre-elaborado o hecho
por agentes externos, sino que se fue construyendo a lo largo de las muchas
reuniones, primero presenciales y luego virtuales.
Ahí pude apreciar y valorar los cambios que se
fueron incorporando a partir de discusiones, discernimientos y decisiones que
se iban tomando en conjunto. Las autoridades participaron de todo el proceso y
sus propios puntos de vista iniciales fueron cambiando en la interacción con
todos y todas a lo largo del proceso.
Yo pude contribuir, de modo específico, coordinando
y redactando la sección sobre la sinodalidad en el documento final. Puedo decir que no hubo censura ni filtros, y que todo lo que
escribí quedó como lo entregué”.
Nathalie Becquard ha afirmado que la sinodalidad en
teoría es fácil, no en la práctica, ¿qué será necesario para que la sinodalidad
en efecto aterrice?
“Llevo tiempo trabajando con Nathalie. Es una
persona maravillosa con quien tengo una amistad maravillosa. Ella tiene mucha
claridad en el tema y sabe la importancia que tiene el buscar y consolidar best
practices si queremos hacer reformas eficaces.
Nathalie es otro ejemplo de un aprendizaje por la
vía de la práctica. Ella ha
abierto la puerta, junto a las otras mujeres sub-secretarias que trabajan en el
Vaticano, a que el ejercicio de la jurisdicción no esté ligado al poder del
orden, como lo establece, hasta ahora, la práctica regular y regulada por el
Código de Derecho Canónico.
Por una parte, cuando hablamos de sinodalidad nos
enfrentamos a un problema teórico porque una gran mayoría en la Iglesia no sabe
lo que es, aunque haya escuchado hablar de participación, corresponsabilidad,
laicado, accountability o ministerios.
Hay mucho temor ante lo que pueda implicar en
relación a posibles reformas en la Iglesia. Pero también está otra dimensión,
la práctica o experiencial, por la que todas esas palabras anteriormente dichas
adquieren un nuevo significado ya que dan paso a procesos de conversión entre
los sujetos y las estructuras en la Iglesia.
Por ejemplo, no es lo mismo que un documento
eclesial lo escriban o asesoren dos o tres hombres, a que lo haga un equipo de
hombres y mujeres. La experiencia y la interacción varían al tener
que sentarnos, escucharnos, discernir y buscar consensos entre puntos de vista
no siempre complementarios y experiencias de vida totalmente diversas.
Esta sería una práctica de la sinodalidad que nos
ayudaría a comprender nociones como participación y corresponsabilidad, e
incluso a cambiar puntos de vista iniciales por otros que surgirán de esa misma
interacción entre hombres y mujeres que trabajen juntos en todos los niveles de
la institución eclesial.
Publicado
por Prensa Celam:
https://prensacelam.org/2021/07/06/rafael-luciani-llego-la-hora-de-los-laicos-y-laicas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...