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    miércoles, 7 de julio de 2021

    Mis conversaciones con el Padre


    Actualidad | Frankelly Martínez


    Antonio Lluberes, sj
    y los retos de la Iglesia dominicana




    Conversaciones con el Padre Ton


    El 15 de octubre del 2020, Antonio Lluberes y yo, frente al mar, nos sentamos a conversar temas vitales. Uno de los acuerdos de este encuentro, entre otras cosas, es que yo comenzaría a escribir en la Revista Amigo del Hogar. Hoy empiezo en agradecimiento a él por su amistad. Descansa en paz.

     

    Este artículo se basa, en gran medida, en una conversación que sostuvimos Antonio Lluberes, sj y yo el 25 de enero del 2021. Le había pedido que hiciera una presentación a unos jóvenes estudiantes universitarios sobre los retos de la Iglesia dominicana. Él me pidió que nos reuniéramos antes, pues quería compartir conmigo las ideas que había escrito a lápiz y papel.


    A más de dos metros de distancia nos sentamos en el patio de Manresa Loyola, debajo del árbol y cerca de la Virgen, y conversamos por casi tres horas. Muchos de Uds. saben que uno de los atributos de Ton Lluberes era la prudencia, rebuscaba con sumo cuidado la palabra exacta, midiendo cada una de sus palabras, como si fuera carpintero, sobre todo si la declaración que iba a decir involucraba a una persona. Ton, medía sus palabras igual si hablaba de un fenómeno reciente, o de uno que había sucedido hacía más de un siglo y que estaba escondido en los entresijos de su memoria.

     

    En la conversación, yo tomaba notas. Leyendo sus letras pequeñas escritas en su cuaderno cubierto por su carpetita negra, me comparte de manera pausada los retos.

     



    Para este artículo en particular presentaré los retos de la Iglesia en República Dominicana, tratando de tener el mismo proceder de Ton Lluberes: con prudencia, ante todo, y en este caso, con cariño y amor a la Iglesia que le acogió durante toda su vida.

     

    El primer reto es la opción por los pobres, que fue renovada por el Concilio Vaticano II y luego por el Sínodo de Medellín, renovación que ha guiado a la Iglesia en sus orientaciones sociales, políticas y en sus opciones pastorales. Es preciso volver al Concilio y a estos sínodos latinoamericanos, ya que sectores dentro de la sociedad y en cierto modo dentro de la Iglesia, han dejado de mirar la pobreza y a los pobres, al ver que la economía del país ha crecido en el PIB y en el centro de nuestras ciudades. Decía Ton con cierto dejo de tristeza de que “estamos encandilados con la riqueza de los hoteles”. En sus palabras sobre volver a los pobres, me daba también a entender que toda la Iglesia ha de volver y ver de una manera diferente los evangelios.

     

    El segundo reto tiene que ver con fortalecer a la sociedad civil, aunque para él ese término no esté claro, ni cuáles son sus miembros, ni cómo se financia… en vez de sociedad civil quizá podríamos decir cómo fortalecer a la ciudadanía y al poder ciudadano. Antonio vio con mucha esperanza cómo los jóvenes y toda la sociedad se estuvo manifestando por distintos medios en los últimos años para devolver dignidad al país, la Plaza de la Bandera se convirtió en un símbolo de esa lucha. Ahora bien, ve que con el nuevo gobierno muchos actores clave de la ciudadanía o de la sociedad civil son gobierno. Hace falta contrapeso. Por eso se preguntaba ¿cómo fortalecer a la sociedad civil? De los últimos artículos que él escribió dos cosas me llaman la atención con respecto a este tema, su preocupación por el Defensor del Pueblo como una defensa a los derechos humanos fundamentales. Entendió mejor esta función al entrevistar a Pablo Ulloa (ver Camino Digital 16 de abril 2021). El otro articulo lo escribió para Amigo del Hogar, donde decía que era preciso pasar del diálogo al pacto, donde el “Poder ciudadano podría ser la idea sustentante de un pacto nacional (ver Amigo del Hogar 849, octubre 2020).

     

    El tercer reto es el tema haitiano. Después de nuestra conversación de enero 2021, me envió unas líneas relacionadas al tema: “Con su origen en la historia, la Iglesia debe aportar elementos a la sociedad dominicana para articular mejor el tema haitiano, las relaciones con la vecina república de Haití y con la creciente presencia de haitianos en la República Dominicana. Para la Iglesia, el tema haitiano es primero divino y humano en cuanto somos hijos del mismo Dios y consecuentemente hermanos. Es un tema de caridad, en cuanto el haitiano es el prójimo de la parábola del Buen Samaritano. Es un tema social y político en cuanto demanda una solución para la coexistencia pacífica y el desarrollo de ambos pueblos”. Decía que la Iglesia debe propiciar la discusión y el diálogo por encima de nuestras debilidades humanas. Igualmente mencionó algunas instituciones de Iglesia que han apoyado a los haitianos en el país (CEDAIL, CEDAIL, Centro Puente, Solidaridad Fronteriza, Servicio Jesuita de Refugiados, Buen Samaritano, entre otras) como también los diálogos que ha sostenido el Episcopado dominicano con el Episcopado haitiano.

     

    El cuarto reto es el relacionado a la cualificación de los creyentes, para que sepa dar más razón de su fe ante una sociedad que lo cuestiona en temas de ética sexual, social y económica. Que sepa dialogar con otros, no sólo defender su fe sino también proponer nuevas ideas sobre en una sociedad democrática. Ton decía “puede ser que los creyentes de ahora tengan más fe”, y se preguntaba, ¿tienen más sentido societal, en cuando están vinculados a una sociedad, a una comunidad, a un país? ¿tienen más sentido eclesial?

     

    Finalmente, Ton se preocupaba por el Papa Francisco, lo siente solo en las grandes cuestiones que ha emprendido. Y con ello, veía una distancia entre el Papado y muchas Iglesias locales. Existen varios ejemplos para explicar esta distancia. Uno de ellos es que el Vaticano ha rendido cuentas a nivel económico, ¿cuántas diócesis, órdenes religiosas han rendido cuentas? ¿cuántas han hecho lo que él ha hecho? Ton me decía que este era un buen tiempo para orar por el Papa.

     

    Cuando pienso en Ton la primera palabra que me llega es amigo...Anotaba con su lápiz de carbón los contactos de sus amigos, para comunicarse con ellos, llamándoles con regularidad para saber cómo estaban. Cuando un amigo le pedía ayuda hacía todo lo que estuviera de su parte para ayudarle, pues ahí es que se sabe quiénes son los amigos. Como el solía decir ..."para eso están los amigos, para ayudarse y para...". Ton amaba y quería a su familia. Los que estuvimos cerca de él vimos cómo cuidó con delicadeza a su mamá, la cual era parte de los círculos donde él se movía. Ton era un apasionado de la historia dominicana, y en ella de la historia de la Iglesia dominicana, y con sus juicios profundos sobre la historia miraba el pasado para aprender y actuar mejor en nuestro presente de cara al futuro. Ton siempre fue un hombre sencillo viviendo con sencillez. Ton dio razón de su fe de manera discreta, con un fino sentido de Iglesia con quien se relacionaba y apoyaba en sus distintos niveles. Desde esa razón que da sentido de su fe, apoyó siempre de manera discreta, iniciativas impulsadas de la sociedad dominicana que tenían como objetivo construir un mejor país. Se nos fue un amigo, de la Iglesia y de la sociedad dominicana.

     

    A Antonio, como yo le decía, gracias por ser amigo, y por ser hombre de fe e Iglesia.


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