Actualidad
| Frankelly MartÃnez
Antonio Lluberes, sj
y los retos de la Iglesia dominicana
Conversaciones con el Padre Ton
El 15 de octubre del 2020, Antonio Lluberes y yo, frente
al mar, nos sentamos a conversar temas vitales. Uno de los acuerdos de este
encuentro, entre otras cosas, es que yo comenzarÃa a escribir en la Revista
Amigo del Hogar. Hoy empiezo en agradecimiento a él por su amistad. Descansa en
paz.
Este artÃculo se basa, en gran medida, en una conversación que
sostuvimos Antonio Lluberes, sj y yo el 25 de enero del 2021. Le habÃa pedido
que hiciera una presentación a unos jóvenes estudiantes universitarios sobre
los retos de la Iglesia dominicana. Él me pidió que nos reuniéramos antes, pues
querÃa compartir conmigo las ideas que habÃa escrito a lápiz y papel.
A más de dos metros de distancia nos sentamos en el patio de Manresa
Loyola, debajo del árbol y cerca de la Virgen, y conversamos por casi tres
horas. Muchos de Uds. saben que uno de los atributos de Ton Lluberes era la
prudencia, rebuscaba con sumo cuidado la palabra exacta, midiendo cada una de
sus palabras, como si fuera carpintero, sobre todo si la declaración que iba a decir
involucraba a una persona. Ton, medÃa sus palabras igual si hablaba de un
fenómeno reciente, o de uno que habÃa sucedido hacÃa más de un siglo y que
estaba escondido en los entresijos de su memoria.
En la conversación, yo tomaba notas. Leyendo sus letras pequeñas
escritas en su cuaderno cubierto por su carpetita negra, me comparte de manera
pausada los retos.
Para este artÃculo en particular presentaré los retos de la Iglesia en
República Dominicana, tratando de tener el mismo proceder de Ton Lluberes: con
prudencia, ante todo, y en este caso, con cariño y amor a la Iglesia que le
acogió durante toda su vida.
El primer reto es la opción por los pobres, que fue renovada por
el Concilio Vaticano II y luego por el SÃnodo de MedellÃn, renovación que ha
guiado a la Iglesia en sus orientaciones sociales, polÃticas y en sus opciones
pastorales. Es preciso volver al Concilio y a estos sÃnodos latinoamericanos,
ya que sectores dentro de la sociedad y en cierto modo dentro de la Iglesia,
han dejado de mirar la pobreza y a los pobres, al ver que la economÃa del paÃs ha
crecido en el PIB y en el centro de nuestras ciudades. DecÃa Ton con cierto
dejo de tristeza de que “estamos encandilados con la riqueza de los hoteles”. En
sus palabras sobre volver a los pobres, me daba también a entender que toda la
Iglesia ha de volver y ver de una manera diferente los evangelios.
El segundo reto tiene que ver con fortalecer a la sociedad civil,
aunque para él ese término no esté claro, ni cuáles son sus miembros, ni cómo
se financia… en vez de sociedad civil quizá podrÃamos decir cómo fortalecer a la
ciudadanÃa y al poder ciudadano. Antonio vio con mucha esperanza cómo los
jóvenes y toda la sociedad se estuvo manifestando por distintos medios en los
últimos años para devolver dignidad al paÃs, la Plaza de la Bandera se
convirtió en un sÃmbolo de esa lucha. Ahora bien, ve que con el nuevo gobierno
muchos actores clave de la ciudadanÃa o de la sociedad civil son gobierno. Hace
falta contrapeso. Por eso se preguntaba ¿cómo fortalecer a la sociedad civil? De
los últimos artÃculos que él escribió dos cosas me llaman la atención con
respecto a este tema, su preocupación por el Defensor del Pueblo como una
defensa a los derechos humanos fundamentales. Entendió mejor esta función al
entrevistar a Pablo Ulloa (ver Camino Digital 16 de abril 2021). El otro
articulo lo escribió para Amigo del Hogar, donde decÃa que era preciso pasar
del diálogo al pacto, donde el “Poder ciudadano podrÃa ser la idea sustentante
de un pacto nacional (ver Amigo del Hogar 849, octubre 2020).
El tercer reto es el tema haitiano. Después de nuestra
conversación de enero 2021, me envió unas lÃneas relacionadas al tema: “Con su origen en
la historia, la Iglesia debe aportar elementos a la sociedad dominicana para
articular mejor el tema haitiano, las relaciones con la vecina
república de Haità y con la creciente presencia de haitianos en la República
Dominicana. Para la Iglesia, el tema haitiano es primero divino y humano en
cuanto somos hijos del mismo Dios y
consecuentemente hermanos. Es un tema de caridad, en cuanto el haitiano es el
prójimo de la parábola del Buen Samaritano. Es
un tema social y polÃtico en cuanto demanda una solución para la coexistencia
pacÃfica y el desarrollo de ambos pueblos”. DecÃa que la Iglesia
debe propiciar la discusión y el diálogo por encima de nuestras debilidades
humanas. Igualmente mencionó algunas instituciones de Iglesia que han apoyado a
los haitianos en el paÃs (CEDAIL, CEDAIL, Centro Puente, Solidaridad Fronteriza, Servicio
Jesuita de Refugiados, Buen Samaritano, entre otras) como también los diálogos
que ha sostenido el Episcopado dominicano con el Episcopado haitiano.
El cuarto reto es
el relacionado a la cualificación de los creyentes, para que sepa dar más
razón de su fe ante una sociedad que lo cuestiona en temas de ética sexual,
social y económica. Que sepa dialogar con otros, no sólo defender su fe sino
también proponer nuevas ideas sobre en una sociedad democrática. Ton decÃa “puede
ser que los creyentes de ahora tengan más fe”, y se preguntaba, ¿tienen más
sentido societal, en cuando están vinculados a una sociedad, a una comunidad, a
un paÃs? ¿tienen más sentido eclesial?
Finalmente, Ton se preocupaba por el Papa Francisco, lo siente
solo en las grandes cuestiones que ha emprendido. Y con ello, veÃa una
distancia entre el Papado y muchas Iglesias locales. Existen varios ejemplos
para explicar esta distancia. Uno de ellos es que el Vaticano ha rendido
cuentas a nivel económico, ¿cuántas diócesis, órdenes religiosas han rendido
cuentas? ¿cuántas han hecho lo que él ha hecho? Ton me decÃa que este era un
buen tiempo para orar por el Papa.
Cuando pienso en Ton la primera palabra que me llega es amigo...Anotaba
con su lápiz de carbón los contactos de sus amigos, para comunicarse con ellos,
llamándoles con regularidad para saber cómo estaban. Cuando un amigo le pedÃa
ayuda hacÃa todo lo que estuviera de su parte para ayudarle, pues ahà es que se
sabe quiénes son los amigos. Como el solÃa decir ..."para eso están los
amigos, para ayudarse y para...". Ton amaba y querÃa a su familia. Los que
estuvimos cerca de él vimos cómo cuidó con delicadeza a su mamá, la cual era
parte de los cÃrculos donde él se movÃa. Ton era un apasionado de la historia
dominicana, y en ella de la historia de la Iglesia dominicana, y con sus
juicios profundos sobre la historia miraba el pasado para aprender y actuar
mejor en nuestro presente de cara al futuro. Ton siempre fue un hombre sencillo
viviendo con sencillez. Ton dio razón de su fe de manera discreta, con un fino
sentido de Iglesia con quien se relacionaba y apoyaba en sus distintos niveles.
Desde esa razón que da sentido de su fe, apoyó siempre de manera discreta,
iniciativas impulsadas de la sociedad dominicana que tenÃan como objetivo
construir un mejor paÃs. Se nos fue un amigo, de la Iglesia y de la sociedad
dominicana.
A Antonio, como yo le decÃa, gracias por ser amigo, y por ser hombre de fe e Iglesia.
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