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    lunes, 5 de julio de 2021

    “Yo soy el pan de vida”


    Sacramentos | P. Israel Cruz

     



    “Yo soy el pan de vida”
    (Jn 6,35-47; 48-59)

     

    El texto del Evangelista San Juan al cual hacemos referencia sobre el Yo soy el pan de vida pronunciado por Jesús, contiene una misma unidad marcada por dos sentidos o interpretaciones. La primera referencia Jn 6,35-47. Cristo se presenta como el “Pan de vida” que ha de asimilárselo o incorporárselo por la fe. El segundo texto Jn 6,48-59. Jesucristo se presenta como el “Pan de vida” que ha de ser recibido eucarísticamente.

     

    Cristo comienza proclamándose “Pan de vida”. Conforme a otros pasajes de Jn, es el pan que confiere y nutre la vida. (Jn 6,50.51.53-58)

     

    Cuando relacionamos el creer en Cristo como necesidad de entregarse a Él, de acuerdo a lo manifestado en el AT por los profetas, en un plano mesiánico sería la evocación del banquete de la Sabiduría (Prov 9,5; Is 55,1.2). La Sabiduría invita a los hombres a venir a ella, a incorporarse a su vida. Así Cristo se presenta aquí evocando la Sabiduría. Es Cristo la eterna Sabiduría (Jn 1,3.4.5), a la que hay que venir, incorporarse y vivir de Él (Jn 15,5; 7,37.38).

     

    Por eso, «el que está creyendo» en Él en un presente actual y habitual, éste está unido a Cristo, Sabiduría y Vida, por lo que, nutriéndose de El, no tendrá ni más hambre ni sed, de lo que es verdadera hambre y sed del espíritu (Is 5,49.10; 55,1-3; Prov 9,5).

     

    El pensamiento que aquí se destaca es que la gracia de la fe, por la que se llega a Cristo, Vía y Vida, «aparece como la ejecución misericordiosa y gratuita de un designio providencial, de una gracia proveniente y gratuita».

     

    Este segundo discurso de Cristo sobre el «Pan de vida», con el que se identifica, es evidentemente eucarístico. Es el Verbo que tomó carne, y al tomarla, es pan «vivo». Porque es la carne del Verbo, en quien, en el «principio», ya «estaba la vida» (Jn 1,4) que va a comunicar a los hombres.

     

    Este «pan» es, dice Cristo, «mi carne», pero dada en favor y «en provecho (hypér) de la vida del mundo». Este pasaje es, doctrinalmente, muy importante. El pan que Cristo «dará» es la Eucaristía. Y ésta, para Jn, es el pan que contiene la «carne» de Cristo.

     

    La enseñanza que aquí se expone es: 1) la necesidad de comer y beber la carne y sangre de Cristo; 2) porque sin ello no se tiene la «vida eterna» como una realidad que ya está en el alma (Jn 4,14.23), y que sitúa ya al alma en la «vida eterna»; 3) y como consecuencia de la posesión de la «vida eterna», que esta comida y bebida confieren, se enseña el valor escatológico de este alimento, pues exigido por él, por la «vida eterna» por él conferida, Cristo, a los que así hayan sido nutridos, los resucitará en el cuerpo «en el último día».

     

    Como verdadera comida y bebida que son la carne y la sangre eucarísticas de Cristo, producen en el alma los efectos espirituales del alimento.


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