Sacramentos | P. Israel Cruz
“Yo
soy el pan de vida”
(Jn
6,35-47; 48-59)
El texto del
Evangelista San Juan al cual hacemos referencia sobre el Yo soy el pan de
vida pronunciado por Jesús, contiene una misma unidad marcada por dos
sentidos o interpretaciones. La primera referencia Jn 6,35-47. Cristo se
presenta como el “Pan de vida” que ha de asimilárselo o incorporárselo por la
fe. El segundo texto Jn 6,48-59. Jesucristo se presenta como el “Pan de vida”
que ha de ser recibido eucarísticamente.
Cristo comienza proclamándose “Pan de vida”. Conforme a otros pasajes de Jn, es el pan que confiere y nutre la vida. (Jn 6,50.51.53-58)
Cuando
relacionamos el creer en Cristo como necesidad de entregarse a Él, de acuerdo a
lo manifestado en el AT por los profetas, en un plano mesiánico sería la
evocación del banquete de la Sabiduría (Prov 9,5; Is 55,1.2). La Sabiduría
invita a los hombres a venir a ella, a incorporarse a su vida. Así Cristo se
presenta aquí evocando la Sabiduría. Es Cristo la eterna Sabiduría (Jn
1,3.4.5), a la que hay que venir, incorporarse y vivir de Él (Jn 15,5;
7,37.38).
Por eso, «el
que está creyendo» en Él en un presente actual y habitual, éste está unido a
Cristo, Sabiduría y Vida, por lo que, nutriéndose de El, no tendrá ni más
hambre ni sed, de lo que es verdadera hambre y sed del espíritu (Is 5,49.10; 55,1-3;
Prov 9,5).
El
pensamiento que aquí se destaca es que la gracia de la fe, por la que se llega
a Cristo, Vía y Vida, «aparece como la ejecución misericordiosa y gratuita de
un designio providencial, de una gracia proveniente y gratuita».
Este segundo
discurso de Cristo sobre el «Pan de vida», con el que se identifica, es
evidentemente eucarístico. Es el Verbo que tomó carne, y al tomarla, es pan
«vivo». Porque es la carne del Verbo, en quien, en el «principio», ya «estaba
la vida» (Jn 1,4) que va a comunicar a los hombres.
Este «pan»
es, dice Cristo, «mi carne», pero dada en favor y «en provecho (hypér) de la
vida del mundo». Este pasaje es, doctrinalmente, muy importante. El pan que
Cristo «dará» es la Eucaristía. Y ésta, para Jn, es el pan que contiene la
«carne» de Cristo.
La enseñanza
que aquí se expone es: 1) la necesidad de comer y beber la carne y sangre de
Cristo; 2) porque sin ello no se tiene la «vida eterna» como una realidad que
ya está en el alma (Jn 4,14.23), y que sitúa ya al alma en la «vida eterna»; 3)
y como consecuencia de la posesión de la «vida eterna», que esta comida y
bebida confieren, se enseña el valor escatológico de este alimento, pues
exigido por él, por la «vida eterna» por él conferida, Cristo, a los que así hayan
sido nutridos, los resucitará en el cuerpo «en el último día».
Como
verdadera comida y bebida que son la carne y la sangre eucarísticas de Cristo,
producen en el alma los efectos espirituales del alimento.
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