Actualidad Mundial | Jordi Pacheco/RD
Los insurgentes afganos
desatan el caos tras la toma de Kabul
Quiénes son, de dónde
surgieron y qué buscan: claves para entender el régimen talibán
El mundo
entero mira a Afganistán. Al colapso del gobierno afgano el domingo 15 de
agosto y la retirada del país de las tropas estadounidenses tras dos
décadas de ocupación, ha seguido la evacuación a marchas forzadas de miles
de colaboradores, extranjeros y afganos, del derrocado gobierno encabezado por
el presidente Ashraf Ghani, que se encuentra en Emiratos Árabes Unidos.
El aeropuerto
de Kabul, donde miles y miles de personas se han agolpado a lo largo de los
últimos días en un intento desesperado por salir del país, han
registrado imágenes virales que han conmocionado a la opinión pública internacional.
Al mismo tiempo, desde Europa ya empieza a temerse un intento de entrada masiva
de refugiados que huyen del terror talibán.
Pero, ¿en
qué consiste este régimen que ahora irrumpe en el país asiático dominado por
EEUU durante los últimos 20 años? Analistas y medios de comunicación
de todo el mundo tratan de ofrecer una respuesta a esta pregunta al tiempo que
se recrudece el drama humanitario del país y crecen los inquietud acerca del
porvenir de su gente a corto plazo.
Caída y
ascenso del régimen
Como es
sabido, los talibanes que tomaron el domingo la capital de Afganistán, Kabul,
gobernaron entre 1996 y 2001, un lustro que fue suficiente para imponer
una rigurosa interpretación de la Sharia (ley musulmana).
Su visión del islam, partidaria del retorno a las costumbres propias de los
tiempos del Profeta, podría ser clasificada, salvando las distancias, junto a
otras corrientes del islam político sunita como el wahabismo de las monarquias
petroleras de los países del Golfo Pérsico o el islam de los Hermanos
Musulmanes de Egipto.
El movimiento
de los talibanes (“estudiantes en religión”) surgió en Afganistán allá
por 1994, en medio de un contexto de devastación tras una guerra de una
década contra los soviéticos y que enfrentaba una lucha fratricida entre
muyahidines desde la caída del régimen comunista en Kabul dos años antes.
Refugiados
previamente de los soviéticos en el vecino Pakistán, donde se habían formado,
los miembros de esta corriente islamistas suní vieron morir a dos de
sus líderes durante los años de invasión estadounidense. Mohammad Omar
(2003) y Akhtar Mansur (2016).
Dirigido en la
actualidad por Haibatullah Akhundzada, el movimiento talibán está encabezado
políticamente también por Abdul Ghani Baradar, cofundador del movimiento. Como
la casi totalidad de la población afgana, ambos son esencialmente
pastunes, el grupo étnico que ha dominado el país casi ininterrumpidamente
durante dos siglos.
Con la promesa
de restablecer el orden y la justicia, los talibanes tuvieron un
ascenso imparable gracias al apoyo de Pakistán y el beneplácito de
EEUU. Así, en 1994 tomaron Kandahar, entonces capital del país. Entonces
instauraron un régimen de terror propiciado por una estricta ley
islámica que prohibía incluso juegos, televisión, fotografía y música
y apartaron a las mujeres de la sociedad.
En marzo de
2001 dinamitaron los Budas gigantes de Bamiyán, dos monumentales y milenarias
estatuas del arte greco-budista, por considerarlas contrarias al Corán. La
opinión internacional se escandalizó y la sede del poder se trasladó a
Kandahar, en una región cercana a la casa construida por el líder de Al Qaida,
Bin Laden. La zona se convirtió desde entonces en un lugar de entrenamiento
para islamistas radicales de todo el mundo.
Unos meses
después, el 11 septiembre, tuvieron lugar los atentados en EEUU que
costaron más de 3.000 víctimas mortales. Acto seguido se produjo la
respuesta del gobierno estadounidense, que inició la invasión militar de
Afganistán después de que el régimen talibán se negara a entregar a Bin Laden,
principal sospechoso de organizar los ataques terroristas. En diciembre los
talibanes capitularon y volvieron a exiliarse en Pakistán.
Desde la
invasión estadounidense hasta nuestros días
En las dos
décadas transcurridas desde entonces, los ataques y emboscadas contra
las fuerzas de ocupación occidentales han sido frecuentes y no fue
hasta 2015 que, propiciadas por China y EEUU, tuvieron lugar las primeras
conversaciones entre el gobierno afgano y los talibanes.
Los ataques
contra las tropas estadounidenses no cesaron ni siquiera mientras tenían lugar
las discretas negociaciones entre EEUU y los talibanes. Sin
embargo, en febrero de 2020, ambas partes firmaron un acuerdo histórico que
preveía la retirada de las tropas extranjeras a cambio de garantía de seguridad
e inicio de negociaciones.
Un año y medio
después, en julio de 2021, el presidente Joe Biden ordenó la retirada
de las tropas que, como todo el mundo ha visto, se ha hecho finalmente
efectivo. Sin la presencia norteamericana, los talibanes han impuesto su
dominio de forma fulgurante en todo el territorio afgano, provocando la huida
del presidente Ashran Ghani.
El
narcotráfico, la extorsión y los secuestros son las formas de
financiación de quienes hoy ostentan el poder en Afganistán. Pese a que uno
de los portavoces talibanes ha asegurado esta misma semana que “Afganistán no
será más un país de cultivo de opio”, la afirmación parece poco viable en un
país en país que, actualmente, produce el 80% del opio mundial.
Publicado por
Religión Digital:
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