Escrituras
| Amy-Jill Levine
En el
origen del nombre, las palabras
“amargura”
y “rebelión”
Miriam,
vida y destino
Las
Escrituras de Israel mencionan a cinco mujeres “profetas”: Miriam (Éxodo 15,
20), Débora (Jueces 4, 4), Culda (2 Reyes 22, 14; 2 Crónicas 34, 22), la madre
del hijo de Isaías (Isaías 8, 3) y Noadia (Nehemías 6, 14). Joel 3, 1-2 y
Ezequiel 13, 17 mencionan mujeres que profetizan y el Talmud, un compendio
hebreo post bíblico, añade Sarah, Ana, Abigail y Esther. El Nuevo Testamento
describe a varias mujeres que profetizan, entre ellas Ana (Lucas 2, 36-37), las
cuatro hijas de Felipe (Hechos 21, 9) y algunas mujeres de la congregación de
Corinto (1 Corintios 11, 5).
Los
profetas bíblicos transmiten mensajes de justicia, es decir, ofrecen una idea
de lo que debería y podría ser. A menudo desafían el statu quo. Cuando hay
resistencia, muestran convicción y valor.
Miriam es
el modelo de profetisa. Aunque se desconoce el origen de su nombre, la
tradición judía ofrece dos lecturas. En primer lugar, podría derivar de la
palabra hebrea que expresa la amargura y, por lo tanto, reflejar el nacimiento
en esclavitud de Miriam (Éxodo 1, 14). Pero también podría provenir de la
palabra hebrea que significa “rebelión”.
Según
Éxodo 2, el faraón, señor de Egipto, ordenó ahogar a todos los niños varones
nacidos de esclavos judíos. Una madre judía colocó entonces a su hijo en una
canasta en el Nilo con la esperanza de que un egipcio lo salvara. La hija del
faraón vio al niño, dedujo que era israelita y, desafiando las órdenes de su
padre, decidió criarlo. Fue entonces cuando la hermana del bebé, identificada
más tarde con Miriam, aseguró: “¿Quieres que yo vaya y llame una nodriza de
entre las hebreas para que te críe este niño?” (Éxodo 2, 7). Miriam, la esclava
judía, protegió a su hermano y, en consecuencia, a su pueblo.
Cuando
los israelitas finalmente escaparon de la esclavitud, Moisés y los israelitas
cantaron una canción que exalta la salvación de Dios (Éxodo 15, 1). Sin
embargo, Éxodo 15, 20-21 dice: “María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en
sus manos un tímpano y todas las mujeres la seguían con tímpanos y danzando en
coro. Y María les entonaba el estribillo: Cantad (masculino plural) a Yahveh
pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballos y carros”.
Además de
las mujeres, Miriam animó a los hombres a cantar también. Además, dado que
mujeres como Débora (Jueces 5), Ana (1 Samuel 2, 1-10) y Judit (Judit 16)
celebraron la victoria con cánticos, es probable que María compusiera el
Cántico de Moisés original.
Finalmente,
Miriam incluso desafió a Moisés. “María y Aarón murmuraron contra Moisés por
causa de la mujer kusita que había tomado por esposa: por haberse casado con
una kusita”. (Números 12, 1). En este versículo se menciona a Miriam antes que
a su hermano, el sacerdote Aarón, y además el verbo hebreo traducido como
“habló” está en singular femenino. Cuando la sintaxis hebrea usa la forma
femenina singular del verbo para un sujeto compuesto mixto (por ejemplo,
Génesis 33, 7), el énfasis se pone en la mujer.
La queja
de Miriam no estaba dirigida contra un matrimonio mixto con una mujer kusita
(un término que probablemente indica Etiopía; la antigua paráfrasis aramea
hebrea de este versículo equipara “cusita” a “hermosa”). Más bien, Miriam habla
en nombre de esta esposa, ya que Moisés, que permanece ritualmente puro debido
a su frecuente contacto con lo divino, no es un buen esposo. Cuando ella (y
Aarón) preguntan: “¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés? ¿No ha
hablado también con nosotros?” (Números 12, 2). La respuesta es “sí, Él también
habló a través de vosotros”. Dios envía la lepra a Miriam por haber desafiado
la autoridad de Moisés, pero los israelitas esperan a que ella sea sanada antes
de continuar su viaje. El profeta Miqueas (6, 4) afirma que Dios envió a
“Moisés, Aarón y Miriam” para guiar al pueblo.
Más de un
milenio después, otra Miriam protegió a un niño, desafió a la autoridad y
celebró la victoria de Dios. Lucas 1:27 identifica “una virgen, desposada con
un hombre (...) llamado José”. El nombre de la virgen era Mariam, una
traducción griega del hebreo Miriam.
El nombre
recuerda a esa otra Miriam que sacó a su pueblo de la esclavitud. También
recuerda a Mariamne, la esposa asmodea de Herodes el Grande, que representaba
al gobierno judío en lugar del romano. Cuando Mariam canta “ha puesto los ojos
en la humildad de su esclava” (en griego: doule; Lucas 1:48) recordamos a
Miriam y a su pueblo, esclavos en Egipto. Cuando Mariam proclama “derribó a los
potentados de sus tronos y exaltó a los humildes” (Lc 1, 52) recordamos el
éxodo. Miriam y su tocaya Mariam son profetisas cuyas palabras y hechos
resisten contra cualquier cosa que impida prosperar a los hombres.
Publicado
en: Donne Chiesa Mondo (Suplemento en español).
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