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Cenar regularmente con tus hijos los protege y los potencia: ideas para sacar el máximo beneficio
Cada
vez es más frecuente que los niños cenen pronto para irse a la cama y que, una
vez acostados, cenen los padres.
También
es habitual que, cuando los hijos son mayores, cada uno cene conforme llega a
casa, en “compañía” de la televisión o de un dispositivo electrónico…
Con
el objetivo de “rescatar” esta sana costumbre y de hacerla más placentera para
aquellas familias que aún la siguen practicando, nació hace seis años una
iniciativa interdisciplinar como parte del Proyecto Zero desarrollado por la
Universidad de Harvard: The Family Dinner Project (FDP o, en español, Proyecto
Cenas en Familia).
La
terapeuta familiar Anne Fishel, cofundadora del proyecto FDP y autora del libro
Home for Dinner: Mixing Food, Fun, and Conversation for a Happier Family and
Healthier Kids (2015) –en español, ‘En casa para la cena: combina comida, ocio
y conversación para que tu familia sea más feliz y tus hijos estén más sanos’–,
asegura que las cenas son el evento de la rutina familiar “que más dividendos
produce”.
A las
familias que cenan juntas les irá bien
Fishel
está convencida de que, si las familias cenaran juntas, su trabajo como
terapeuta familiar “sería innecesario”, pues está demostrado que “aquellas que
cenan juntas padecen menos estrés y sus miembros se sienten mucho más unidos”.
Además,
“al llegar a la adolescencia, los hijos de estas familias son menos propensos a
padecer desórdenes alimenticios o depresión, así como a abusar de ciertas
sustancias o a ejercer de forma precoz su sexualidad”, dice.
Por
si fuera poco, Fishel añade un par de datos especialmente llamativos: “La
conversación que tiene lugar alrededor de la mesa incrementa de un modo
significativo el vocabulario de los niños, incluso más que leerles cuentos
antes de dormir, y, además, mejora su rendimiento escolar”.
Por
eso, FDP intenta que cada vez sean más las familias que puedan beneficiarse de
estas ventajas. Y lo está logrando: “Más de un millón de familias en Estados
Unidos ya han participado en alguna de las modalidades de FDP”, afirma.
Cenas
más saludables
FDP
se centra en sacar el máximo partido de todo lo que ocurre alrededor de la mesa
familiar. Por una parte, la cena puede convertirse en un espacio de
entretenimiento cotidiano y, a la vez, garantiza una alimentación más
saludable.
Según
Fishel, “está comprobado que, durante las cenas en familia, los niños comen
menos grasa, azúcar y sal, y que aprenden a comer más verduras y vegetales, por
lo que disminuye la probabilidad de que sufran obesidad. Además, se ha
demostrado que cuando estos niños comienzan a hacerse cargo de su alimentación,
mantienen estos hábitos saludables”, asegura.
Si
no es posible cenar juntos, al menos desayunar o merendar
Para
aprovechar estos múltiples beneficios, es suficiente con que la familia cene
junta cinco días a la semana. Sin embargo, si para una familia es difícil
reunirse a la hora de la cena, FDP les plantea que desayunen juntos, tomen la
merienda o se reserven las comidas del fin de semana.
No
hay una fórmula única, lo importante es establecer esta “cita familiar”, en un
horario y un espacio previamente concertados.
¿Muy
ocupados para cocinar?
Muchas
familias dicen estar demasiado ocupadas o muy cansadas al final del día para
ponerse a cocinar. En estos casos, Fishel recomienda cocinar el doble durante
el fin de semana y congelar en recipientes lo que sobre para otro día de la
semana.
Cuando
se lamentan de que sus niños se resisten a comer, Fishel indica que no conviene
caer en el “si te tomas el calabacín, podrás comer helado de postre”, pues esto
los hace aún más quisquillosos con la comida. También aconseja no dejarlos
picar entre horas ni comer en el coche.
En aquellos casos en los que los adolescentes de la familia se muestren reticentes a participar en las cenas, la terapeuta familiar sugiere “crear una atmósfera alegre y cálida durante la cena”, ¡y libre de tecnología!, pues “la tecnología es una de las mayores fuentes de tensión”.
Fishel
ha estudiado el fenómeno y ha observado que los padres utilizan los
dispositivos tecnológicos en la mesa el doble que sus hijos, así que propone
que sean los adultos los primeros en modificar su comportamiento, y que “fijen
parámetros claros: ‘vamos a dejar los móviles en una cesta’ o ‘solo vamos a
usar el móvil para compartir entre nosotros (una foto graciosa, un e-mail…), pero
no para comunicarnos con alguien que no esté con nosotros en la mesa”.
Que
los niños participen desde la cocina
Fishel
recomienda que los niños participen en el proceso de planear y preparar las
cenas para que las disfruten más.
lquier tarea que implique que los niños toquen los alimentos, los mezclen o los elijan, los convierte en ‘accionistas’ de este proyecto y contribuye a que quieran cenar con más gusto”.
Por
ejemplo, podemos pedirles que nos acompañen al supermercado y que elijan un
vegetal interesante para, luego, poder cocinarlo juntos en casa”. Y concluye:
“A la mayoría de los niños les gusta ayudar y debemos animarlos a hacerlo”.
Contar
las historias de la familia
FDP
anima a los participantes a contar historias sobre su familia durante las
cenas, pues se ha descubierto que esta práctica genera grandes beneficios. Por
ejemplo, “los niños que aprenden a contar historias son mejores lectores
–explica Fishel–. Además, aquellos que conocen el pasado de su familia son más
resilientes y tienen una mayor autoestima”.
El
Proyecto emplea unas tarjetas con preguntas que ayudan a iniciar la
conversación: invitan a los participantes a contar, por ejemplo, la historia de
una receta familiar, la de alguien que haya superado una dificultad en su
familia o la historia de amor de sus padres… En su página web sugieren
preguntas adecuadas para cada grupo de edad.
Publicado por La Familia.info (original de Revista Misión)
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