Vida Misionera | Mons. Valentín Reynoso (Plinio), msc
Vocaciones MSC en República Dominicana
Habiendo repasado la
historia de las tres primeras Casas de Formación: Seminario Misionero de San
José de las Matas, 1956-1968; el Seminario Sagrado Corazón de Jesús, Santo
Domingo, 1965-1975; y el Centro Vocacional MSC, 1968-hasta hoy, seguimos
nuestro recorrido sobre las Vocaciones Misioneras en Rep. Dominicana, centrando
la atención en algunas figuras claves de la misión en promoción vocacional, comenzando por el R. P. Alfredo Lambert, msc.
El Padre Alfredo, nació en
Quebec, Canadá, el 23/5/ 1907; primeros votos, 1/9/1927; ordenado el 3/2/1932 y
llegó a la Rep. Dominicana en el segundo grupo de Pioneros MSC, en septiembre
de 1936.
Desarrolló su trabajo
misionero, inicialmente en Sánchez, luego en Samaná y Sabana de la Mar; después
pasó a Nagua donde sirvió por 18 años en dos momentos, entre los años 40-60 y
luego de 1963 en adelante, se desempeñó como Cura Párroco de la parroquia Nuestra
Señora de la Altagracia, con Cabrera y Río San Juan. En el verano de 1970, fue
nombrado Párroco de Baoba del Piñal, con La Entrada, Payita y las comunidades
aledañas. Luego siguió su camino misionero como Vicario Parroquial por San José
de las Matas y Jánico, teniendo como último destino el Centro Vocacional donde falleció
el 24 de junio de 1989.
Como sacerdote fue un gran
pastor, con cualidades humanas y espirituales sobresalientes, gran celo
apostólico y cuidado pastoral. Animó el trabajo pastoral con la espiritualidad
del Corazón de Jesús y la devoción a la Virgen de la Altagracia, sin olvidar a
Nuestra Señora del Sagrado Corazón.
Fue un hombre sencillo,
amable, atento, cercano, amigo de todos, de carácter nervioso, pero seguro de
sí mismo, tenaz, comprometido con la gente. Era la misma persona, sacerdote y
consejero espiritual para ricos y pobres, niños, jóvenes y adultos, con una
vida espiritual consistente, apoyada en la oración, amor a la Eucaristía y el
servicio apostólico incondicional.
Destacó en su labor pastoral,
por el amor a la misión, el celo apostólico y la dedicación constante a los
énfasis pastorales del momento en su grupo misionero: misas, bautismos,
matrimonios, visitas mensuales a los campos, atención a los enfermos en el
campo y la ciudad; la celebración de los Viernes Primeros para la Hermandad del
Corazón de Jesús, las Hijas de María los primeros sábados y los Niños de
primera comunión, integrados en el grupo de los Cruzados.
Para la instrucción
religiosa, formó grupos de Catequistas para Niños, Adolescentes y Adultos; fomentó
la devoción mariana, aprovechando la advocación de N. S. de la Altagracia por
ser el nombre de la parroquia de Nagua a partir del año 1946, cuando el
terremoto destruyó la Iglesia San José, de Matanzas, ubicada cerca de lo que es
hoy el Balneario de la Poza de Bojolo.
Otro movimiento que
floreció en la parroquia durante su gestión pastoral fue la Tercera Orden Laical
Franciscana, dirigida por el Padre Fray Balbino y animada por el Padre Marcelo
Simard msc, compañero del equipo misionero que coordinaba el Padre Lambert.
La visita de la Imagen del
Corazón de Jesús y la Virgen Milagrosa en dos nichos, fue un instrumento de
evangelización, animación pastoral y de unidad familiar en los miembros de la
Hermandad. Se formaron grupos de 30
familias, casados por la Iglesia, que rezaban el Santo Rosario en familia y
los esposos participaban en la misa del viernes
primero hasta completar los nueve primeros viernes, animados por las
promesas del Corazón de Jesús a sus devotos.
Otro énfasis o punto
fuerte en su trabajo pastoral, fue la promoción
y el cuidado de las vocaciones
sacerdotales y religiosas de la parroquia, presagio del futuro crecimiento de
la vocaciones sacerdotales y religiosas de la Provincia María Trinidad Sánchez,
gracias a este trabajo de los Misioneros y el esfuerzo de Mons. Juan Antonio
Flores Santana desde la Vega, a partir del año 1966.
Como primer promotor vocacional de la Costa Nordeste, el dinámico Padre
Lambert msc, animaba a los jóvenes a estudiar, los enviaba al Seminario Santo
Tomás de Aquino y les pagaba sus estudios con bienhechores de su familia y
amigos de Canadá; y a partir de 1956, los envió al Seminario Misionero de San
José de las Matas. Entre esos jóvenes seminaristas de Nagua, yo conocí personal
y traté a: Bienvenido Abreu, de los Jengibres; Julio Mosquea de la Senda; Pedro
González, de Cabrera; Alejandro, Nicolás, Luis Alcequiez, y uno de El Yayal, de
apellido Batista… quienes en los veranos acompañaban a los sacerdotes en sus
visitas a los campos.
Entre las religiosas que
se consideran las hijas del Padre Alfredo, están: la Hna. Alemani, Sor Teresita
Vásquez, Sor Italia López, Sor Bethania y las ex monjas, Lidia y Nena, de las
Gordas, entre otras.
Esta labor de promoción
vocacional de nuestro querido párroco, Padre Alfredo Lambert, motivó mi vocación
sacerdotal, pero él no logró enviarme al Seminario, porque yo quería ser
militar de la Fuerza Aérea Dominicana; sin embargo, esta motivación se
mantuvo subyacente y, el día menos pensado, se me abrió el camino hacia el
Seminario Misionero donde ingresé como seminarista y, por gracia de Dios,
persevero hasta hoy.
El Padre Oscar Peña, actualmente
en San Francisco de Macorís, y un servidor en Santiago, gozamos de la dicha de haber
tenido, en común, la referencia y apoyo vocacional del Padre Alfredo Lambert, ardiente
sacerdote misionero que supo promover con entusiasmo las vocaciones en Nagua y
sus comunidades. Esta foto del Padre Oscar y Yo quiere ser una muestra de
nuestra amistad y de gratitud a este promotor vocacional que hizo de Pedro González
un verdadero Misionero del Sagrado Corazón.
Que el recuerdo del Padre
Alfredo Lambert despierte en nuestros jóvenes el ideal vocacional y se
convierta para los jóvenes de hoy en una llamada al seguimiento de Jesús.
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