Entrevista | Amigo del Hogar
El significado de la Familia en
este tiempo
Noviembre es el mes de la Familia y sobre este tema
Mons. Jesús Castro Marte, obispo de la Diócesis de Higüey, nos ha compartido sus
ideas sobre el significado de la familia en este tiempo, los problemas que
enfrenta, la vulnerabilidad de nuestros jóvenes, la delincuencia en nuestra
sociedad y cómo podemos apoyar y mejorar la familia dominicana.
¿En su itinerario vocacional, ¿nos puede
mencionar algunas de sus motivaciones para escoger este camino, quiénes
influyeron, dónde y cuándo fue ordenado y su primer destino de misión?
Ya he cumplido 25 años de sacerdocio, pues fui
ordenado el 13 de junio de 1992. En la fiesta de San Antonio de Padua, en la
Parroquia que lleva el nombre de San Antonio de Padua de la Comunidad de
Guerra, Santo Domingo Este. Mirando desde esta perspectiva hacia mi vida,
aparte de la gracia de elección de parte de Dios, que es absolutamente libre,
discierno cuatro instancias que fueron decisivas para el nacimiento de mi vocación
al sacerdocio: Jesucristo, la familia, la juventud y la parroquia. Mi primer
destino fue en la Parroquia San Antonio de Padua de la Victoria, Santo Domingo
Norte y Capellán de la Penitenciaria de la Victoria.
¿Cuáles experiencias ha tenido, previas a su
nombramiento como obispo, en parroquias y otros ámbitos?
Vicario de las
Parroquias: San Antonio de Padua y Santa Lucía Mártir, La Victoria, 1995.
Párroco de las
Parroquias San Antonio de Padua y Santa Lucía Mártir, La Victoria, 1997-2001.
Secretario
Ejecutivo del Consejo Presbiteral de la Arquidiócesis, 2008-2012.
Vicario Episcopal
del Clero de la Arquidiócesis de Santo Domingo, 2008-2012.
Secretario
Ejecutivo para la preparación del Año Sacerdotal del 2010.
Delegado de la
Santa Sede para Acompañar al Cardenal Carlos Amigo tanto en país como en Puerto
Rico, con motivo de los 500 Años de la creación de las Diócesis de Sato
Domingo, La Vega y San Juan, Puerto Rico. 2011
Miembro del Comité
del Jubileo de 500 años de evangelización, 2011.
Miembro del equipo
Vocacional de la Arquidiócesis de Santo Domingo, 2010-2011
Miembro de la
comisión para la Defensa de la vida, 2010.
Rector de la
Universidad Católica Santo Domingo.
Miembro del Comité
de Ética y del Comité Científico de CEDIMAT.
Actual
Obispo Auxiliar de
Santo Domingo.
Obispo de Diócesis
Nuestra Señora de la Altagracia. Entre otras más.
Esta experiencia me ayudó a descubrir que en nuestra
vocación tiene a Dios como iniciativa. Él nos llamó en Cristo antes de la
creación del mundo con la vocación universal a la santidad - «para que fuésemos
santos e inmaculados en su presencia por el amor» (cf. Ef 1,4)-, Él zanjó en un
momento histórico que nuestra fe tiene
una motivación hacia la meta que es Jesucristo. La vocación es una iniciativa y
decisión del Buen Pastor, pero ésta acontece dentro de nuestra vida consciente
y requiere para su cumplimiento del consentimiento de cada uno. Pero esa
aprobación humana no se da sin la acción de la gracia divina. Por tanto, la
vocación viene directamente de Dios.
Mi gran experiencia debe ser la evangelización. Dar a
conocer a Cristo. Estamos en cambio de época y por tal razón el testimonio es
fundamental. Otro reto muy importante es conversar sin complejos con nuestro
mundo de hoy. Nosotros llevamos no ya algo bueno, sino lo mejor; y hay que
dialogar de tú a tú con alegría, salir al encuentro de la gente. Por último,
vivir nuestra identidad como Iglesia Católica, no una asociación, grupo, ni un
partido político, ni un sindicato, etc. Cada cristiano en su vocación tiene que
ser fiel a lo que es.
La familia: ¿Dónde nos debemos
centrar para promoverlas? ¿Qué significa en concreto abogar por una “familia
cristiana” en este tiempo?
Siempre existirá problema en la familia
de este tiempo, en varias dimensiones, por ejemplo, en el plano social,
económico, las dificultades de la vida diaria, cotidiana que tiene toda
familia. Nuestra misión como Iglesia es mostrar cercanía y ofrecer esperanza.
La familia es clave en la misión de la Iglesia. Jesús nació en una familia,
apostó fuertemente a la familia, toda la Biblia habla de la familia y debemos
aprovechar este tiempo de la pandemia, porque nuestras familias están viviendo
momentos difíciles.
Universalmente la familia como muchas otras instituciones está atravesando por
momentos de crisis; sin embargo, sabemos que los momentos de crisis son
momentos también de crecimiento y de un despertar a nuevas realidades.
En toda época se podrán encontrar signos
negativos en la familia, que provoquen pesimismo; pero, también signos
positivos, que provocan esperanza. Así en la realidad actual de nuestra
familia, ni todo es negativo, ni todo es positivo. Hay mucho negativo en
nuestras familias, por purificar o superar; también hay mucho positivo por
potenciar, con esperanza y anhelo. Cristo sigue presente en la familia y la
conduce por el camino del bien.
¿Cómo percibe las nuevas
generaciones en lo referente a ser familia, a formar familia? ¿Cómo influye la
delincuencia en la familia? ¿Es válido reivindicar el modo de ser familia en el
pasado?
La ausencia de modelos
paternos y maternos claros, sustituidos por modelos distorsionados, difundidos
principalmente por los medios de comunicación social. El individualismo que
impide a muchos donarse plenamente en una relación de pareja. El afán de
conseguir riquezas y consumir hace que se posponga la decisión radical del sí a
otra persona. El sistema laboral y económico ha secuestrado la capacidad de
relacionarse de manera prolongada y comprometida, reduciendo todo a
experiencias emocionales y afectivas frugales y efímeras. La fragilidad del
vínculo conyugal, por una banalización del sacramento del matrimonio. La
pérdida del sentido de “comunidad de amor” por razones de tipo económico o
laboral. Esto trae como consecuencia que la familia pierda del horizonte de su
vida el carácter comunitario que la caracteriza. Falta también una
reivindicación de la experiencia religiosa y de fe como base de la vida
familiar.
La delincuencia es un
mal social que no se puede focalizar en la familia, a la que normalmente se
estigmatiza y revictimiza, porque las estructuras criminales son algo
exponencialmente más grave y grande que esa que asocia a la juventud y a la
pobreza. Obviamente, una cultura
delictiva, donde la transgresión se vuelve un deporte es un componente dañino
que afecta los procesos educativos y de socialización de las nuevas
generaciones.
Mirar al pasado no es
garantía de nada, muchas veces es una evasión y una excusa para no atreverse a
vivir el presente de cara al futuro con sus exigencias. El evangelio de la vida y de la familia es
una buena noticia que reclama, pide y exige modos nuevos de afrontar la novedad
de Dios en el tiempo. “A vino nuevo,
odres nuevos” (Mt 9,17b). Hoy por hoy
hay muchas realidades de familias que no concuerdan con el ideal de familia que
queremos en cristiano, pero aún en esas experiencias rotas hay grandes
historias de verdadero amor y compasión.
Por ejemplo, los niños que han perdido sus padres biológicos y
encuentran en un familiar o familia de adopción tanto cariño, ternura y
educación.
¿Qué le diría un obispo situado
en nuestro tiempo a los jóvenes? ¿Cómo ve la situación actual de nuestra
sociedad, en cuanto a la juventud y la ola delincuencial que nos ocupa?
La juventud tiene muchas oportunidades tanto para lo
malo como para lo bueno, nunca como ahora delinquir se había hecho tan fácil y
hasta cierto punto “celebrado” y casi que, permitido, pero al mismo tiempo no
ha existido un tiempo de mayores vías para salir adelante en tantas cosas de la
vida del mundo de hoy, donde cualquier ocurrencia o inventiva simple se puede
volver un buen negocio, hasta tener un poco de gracia en el hablar les genera
ingresos a las personas. El desarrollo
ya no se limita a producir riquezas, o a los conocimientos formales de algunas
ramas del saber científico, hay otros saberes y sensibilidades que pueden
enrumbar hacia el éxito y la realización personal a nuestros jóvenes.
La delincuencia es un problema más estructural, las
manifestaciones de violencia en las calles son un síntoma de ello y de otro mal
silente, pero presente, el descuido de la salud mental de la gente.
¿Cómo enfocaría usted este
flagelo? ¿Cómo podemos prevenir la delincuencia? ¿Qué medidas se pueden tomar
para controlar el incremento de la delincuencia? ¿Cuál sería su consejo al
gobierno y autoridades incumbentes para enfrentar y controlar la delincuencia?
La delincuencia se resuelve con justicia. Y un gran acto de justicia es justamente
desmontar la concepción errada y generalizada de que se trata de jóvenes,
pobreza y vicios. Tan delincuente es el
que se roba un electrodoméstico como el que estafa en la venta de un producto,
o quienes en un contrato no cumplen, el que viola los derechos del consumidor,
el que paga salarios de miseria y no respeta las leyes de trabajo, los
depredadores de la naturaleza, etc.
Esa conciencia es ya un remedio importante porque
visibiliza a los delincuentes de alto perfil y señala que el mal es mal porque
sí.
Educación, seguridad integral, vigilancia y control
es lo que deben ofrecer las autoridades.
¿Podría usted como obispo
ofrecer ideas para que los jóvenes no incurran en delinquir como primer
recurso para lograr sus metas? ¿Cómo se organiza la pastoral juvenil para
garantizar la relación de los programas de la Iglesia para educación y apoyo a
los jóvenes?
Quisiera reiterar que asociar juventud y
delincuencia no es correcto, los jóvenes que delinquen son una minoría. Tenemos nuestros politécnicos, universidades
y parques deportivos llenos de jóvenes; muy por el contrario, son los jóvenes
los que padecen el peso delictivo de tantos sectores que minan su desarrollo
personal y mal pagan su fuerza laboral o capacidad técnica.
Los grandes aliados para los jóvenes triunfar en la
vida y evitar los malos caminos del delito son:
El
amor y la seguridad emocional que pueden recibir de su familia. Buscar en la
vida los valores trascendentales como la fe, la libertad, la verdad y la
justicia. Participar de actividades de asistencia o voluntariados. La práctica
de los deportes. El cultivo del arte en todas sus expresiones. El estudio y
capacitación técnica como vía de desarrollo humano. El amor y cuidado de los
animales y las plantas. El amor al trabajo y la inventiva.
¿Cuáles son sus deseos para
este 2021? ¿Qué considera no debe faltar en el quehacer pastoral de la Iglesia
Católica en cuanto a la familia, la juventud y la delincuencia? ¿Tenemos
razones para la esperanza? ¿Anticipa respuestas para esta situación que
vivimos?
Que sea un tiempo de verdadera paz y salud para
todos, que la bonanza material de la macroeconomía se reparta más y mejor, y
que a todos les llegue en justicia lo que por derecho les toca.
Lo que no debe faltar es el anuncio del evangelio a
todas las personas: “Ay de mi si no evangelizo” (1Cor 9,16b), esa es la gran
tarea nuestra, disponer de todos medios posibles para que la verdad del
Evangelio de Jesucristo sea anunciada y conocida, y así mover muchos a la fe
para que den señales en este mundo de la instauración en tierra del Reinado de
Dios y su justicia.
Hay muchísima esperanza: Muchedumbres de muchachos y
muchachas cada mañana se levantan para ir a estudiar y a trabajar. Quienes
deciden migrar siguen conectados y comprometidos con sus seres queridos, eso
habla del lazo familiar fuerte, más que de remesas. Hay una gran economía en El
Caribe insular y es la pujante República Dominicana. Muchos actores religiosos,
sociales y de la sociedad civil comprometidos con los grandes temas del país. Este
es un país solidario y empático. La alegría de nuestro pueblo y su profunda
devoción mariana son una carta de triunfo anticipado de la esperanza. Hay una
gran sensibilidad ambiental.
La respuesta está en el pueblo y esa respuesta es
nuestro compromiso con asumir nuestros espacios, no le podemos dejar las calles
al tigueraje, pero tampoco le podemos dejar el país a los tutumpotes que juegan
con el erario del país. La gran respuesta es el empoderamiento de los
dominicanos y dominicanas que cada vez ven más clara y necesaria su
participación política en clave de nuevo ejercicio de ciudadanía y soberanía.
¿Qué mensaje nos puede ofrecer
para los lectores de la revista, que ya han tenido la oportunidad de conocer
sus reflexiones a través de ella?
Dios les bendice grandemente y la Virgen de Altagracia
les protege con amor maternal.
Aprovechen este medio tan valioso para ponerse al día del acontecer de
la vida de nuestra Iglesia y para profundizar más en nuestra fe teniendo claros
los desafíos a los que nos enfrentamos.
Estoy seguro de que esta Revista le da a cada lector un punto clave para
crecer en su fe, amar a su Iglesia y comprometerse con la tarea de transformar
la sociedad.
Dios les bendiga a toda esa familia grande de los
lectores de Amigo del Hogar.
ADH 861
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