Fe y Vida | Miguel A. Munárriz/FA
Norma de Vida
Mc
13, 24-32
«Y
entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con gran poder y
gloria»
Para
la mentalidad de las primeras comunidades cristianas el final de los tiempos
era algo inminente, y el texto de Marcos refleja esa mentalidad. Es difÃcil
saber si Jesús participaba de ella —los especialistas no terminan de ponerse de
acuerdo—, pero en caso de ser asÃ, lo positivo serÃa que la imagen de Jesús
sometido a error —como cualquiera de nosotros— nos mostrarÃa al hombre
verdadero en el que creemos, y no esa divinidad disfrazada de ser humano que
tan a menudo nos tienta.
Refiriéndonos
al texto, la imagen de la hecatombe universal que en él se narra no nos
interesa nada, pues nadie cuenta con vivir esa experiencia. Lo que nos interesa
es que cada uno de nosotros camina hacia el final de su propio tiempo; que
nuestra vida es camino que se dirige paso a paso hacia la muerte, y que nada en
la vida de un cristiano tiene sentido sino es mirando al final que le espera.
Por
eso, una excelente metáfora de nuestra vida es la del caminante. Sabemos que
mientras dura el camino estamos sujetos a error; que tenemos propensión a
confundir lo que es mera apariencia con la verdad, y que ese error es lo que
habitualmente nos mueve a elegir el mal y echar a perder nuestra vida. Como
decÃa Sócrates, cuando optamos por el mal lo hacemos siempre por su apariencia
de bien.
Por
ejemplo, el suicida piensa que asà se va a liberar de los agobios de esta vida;
el terrorista, que está sirviendo a una causa justa; el vengativo, que asà se
sentirá mejor, y el que se emborracha, por la agradable sensación de beber y el
estado de euforia que sigue a la borrachera. En el fondo de toda mala conducta,
no subyace normalmente la maldad, ni la voluntad de ofender, ni siquiera la
debilidad, sino el error.
Y,
asà las cosas, lo que nos dice Marcos en el evangelio de hoy es que Jesús —al
final de su vida— se proclama camino de verdad y nos urge con fuerza a optar
por él; que la Palabra está ahà para mostrarnos el camino; para salvar nuestra
vida del error y del desastre.
Pero
lo hace en el un lenguaje escatológico que no va con nuestro estilo y nos
obliga a recurrir a los especialistas para tratar de desentrañar el mensaje. Y
lo que estos nos dicen es que Marcos se vale de unas imágenes soberbias para
presentarnos a Jesús como el juez supremo del bien y el mal; como la norma de
nuestra vida: «Y entonces verán al Hijo del Hombre que viene entre nubes con
gran poder y gloria; y enviará a los ángeles...».
Un
último apunte. El evangelio asocia siempre el final con un juicio, y lo hace
usando una escenografÃa colosal que no debe confundirnos. Lo que significa ese
juicio es que al final de todo resplandecerá la verdad; que al final, los seres
humanos nos encontraremos con la revelación definitiva del bien y el mal, del
acierto y el error. Que Jesús es la norma definitiva de vida, y que no
aceptarlo es equivocarse.
Publicado
por Feadulta.com
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