Vocacionales | P. Osiris Núñez, msc
Sociedad
actual: ¿hacia la degeneración o aun podemos salvarla?
Hace unos compartimos un
pequeño escrito titulado: “Música y pérdida de valores”, donde exponíamos hacia
donde se iba encaminando la música en ese entonces. En esta ocasión lo
retomamos con algunas ideas.
La música, como toda
manifestación artística, es una expresión cultural. El fin de este arte es
suscitar una experiencia estética en el oyente y expresar sentimientos,
circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que afecta el
campo perceptivo del individuo; así el flujo sonoro puede cumplir con variadas
funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, etc.)
En los últimos años hemos
visto el surgimiento de nuevos géneros musicales o transformaciones de géneros
musicales (podemos mencionar el merengue de calle, dembow, y otros más) pero,
sobre todo, hemos visto como el contenido musical ha ido cayendo en una
continua degradación, donde la letra musical no nos dice nada sublime y
constructivo, sino que expresa lo más bajo y denigrante del ideal de sociedad.
Hay que tener en
consideración que los principales consumidores de esta música son nuestros
niños, adolescentes y jóvenes. Desde muy pequeños estos ya andan tarareando
dichas canciones, identificándose con artistas que no son modelos ideales para
la sociedad; hacen suyos los videos musicales que realmente no sé qué quieren
expresar.
Las preguntas o inquietudes
que deben surgirnos son: ¿nos preocupamos por lo que nuestros hijos consumen
artísticamente? ¿Por lo que escuchan y ven? ¿Lo que ellos prefieren, les sirve
para crecer y desarrollarse? ¿Qué tan constructivo es esta influencia en ellos?
Son preguntas que todo padre
preocupado por el sano crecimiento de su hijo debe hacerse, y velar por ello.
Normalmente los niños y adolescentes, quieren de todo, y no tienen la plena
conciencia de qué es bueno o malo para su formación. Está en los padres
orientar, explicar el porqué de las cosas; explicar por qué una música, o letra
musical no es conveniente o apta para él en esa etapa de vida. Pero también
debemos preguntarnos, si la sociedad civil puede exigir un cierto respeto a las
tradiciones y valores, y velando por el bien común, exigir un saneamiento de
estas expresiones. ¿Puede controlarse lo que se comparte en las redes? Pues de
no ser así, nos estamos dirigiendo a una degeneración cultural y social, que no
sabemos que tipo de sociedad construirá.
Y es que la influencia que
ejerce este arte saca al niño o adolescente de su etapa, no le deja vivir, sino
que le arroja a un mundo degenerado por la perversidad y el libertinaje, que no
aporta absolutamente nada a la formación humana de la persona; y no solo un
mundo superior, un mundo degenerado,
perverso, donde al parecer la vida se centra, en la exhibición del
cuerpo, el goce sexual desenfrenado, en la violencia, dinero fácil, y en el
fondo, el desprecio a los buenos valores humanos y cristianos que han ido
construyendo a la sociedad desde su núcleo primero que es el hogar.
Al parecer, cada día le damos
menos valoración a lo que verdaderamente eleva el alma, como la música, pero
una música de calidad, que, al ser escuchada y compartida, le hable a lo más
profundo del ser humano, y que haga suscitar en él, sentimientos e inspiraciones
positivas, que ayuden a crecer a la persona. En nuestras manos están las bases
de la sociedad futura. ¿Sobre qué la iremos construyendo?
ADH 861
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