Semana Santa | Sandy Yanilda Fermín
¡Las 7 palabras de
Jesús ante la Cruz!
Cuando escuchamos el Salmo Dios mío, Dios mío
porque me has abandonado, es como ver a Jesús en medio de una súplica, para que
Dios nos perdone por nuestros pecados.
Dios mando a Jesús para perdonar nuestros pecados,
porque no había nadie justo en la tierra, que se inmolara por nosotros. No
había nadie en esta tierra con tanto amor que se sacrificaría como lo hizo Jesús.
1.
Padre perdónalos
porque no saben lo que hacen. Aún en medio del corazón de piedra que tenemos y
los pecados que cometimos, aún en medio de todo lo que le hicieron a Jesús en
la Cruz, continúa intercediendo por un
pueblo que no cree que él. Condenamos a muerte a su hijo, quien no merecía una
muerte en la cruz, porque tenían y tenemos un corazón de piedra. Dejen ir a Jesús, sin embargo, la mirada de
Jesús es suplicando piedad.
2.
Dios mío, ¿Dios
mío, porqué me has abandonado?
Cuando
escuchamos el salmo cantado Eli, Eli Lama Sabactani, y nos remontamos al momento de esa suplica de Jesús que clama con amor a
su padre redentor. Un grito de un Jesús que siente lejos a su padre
creador. Sin embargo, el grito de un pueblo que clama libertad y redención,
hace que Jesús acepte la cruz con amor. Cuando cantamos ese salmo el Domingo de
Ramos en nuestra capilla, la comunidad se, unió en ese clamor hacia Dios, donde
le pedíamos, que no nos deje solos en medio de este mundo lleno de dolor.
3.
Hoy mismo estarás
conmigo en el paraíso. La mirada de Jesús ante unos hombres crucificados
junto a él, es una mirada de Fe, donde hoy nosotros decimos: “Yo me salvé, y Jesús fue crucificado por
mí, por mis pecados”. El nunca lastimó a nadie, fue muy fuerte hasta su
muerte. Fue el hombre que todo el mundo quería como amigo, como lo fue ese
ladrón que suplicó clemencia y arrepentimiento antes de morir. Jesús sigue
muriendo por mí, por ti, por nuestras culpas a diario. Y sólo decimos: por favor perdóname, y nos
responderá siempre, nuestros pecados nos son perdonados. Creámoslo. Ese es
nuestro Jesús que nos perdona siempre.
4.
Mujer he ahí a tu
hijo.
La bendición que tuvo María de ser la
Madre de Dios, le permitió no solamente ser su madre, sino ser nuestra Madre en
la Fe. Todos somos hijos de Dios. Desde el vientre de nuestra madre, ya
somos hijos de Dios, y por consiguiente consagrados a él.
5.
Tengo Sed. Cuando tenemos
sed, es como un río que se ha secado y sólo vemos un suelo herido donde hubo un
riachuelo. El Jesús tener sed, es dar una
mirada de compasión de un pueblo sediento de él, y donde aún no se sacia ni con
su sangre derramada. Nuestros
corazones se han secado, ya no miramos al prójimo con amor. Este pueblo tiene
un corazón de piedra. Mis palabras están secas.
6.
Todo está
consumado.
Jesús vino a cumplir el plan de Dios, que lo había enviado a la tierra a
cumplir su proyecto. Ya había pasado todo desde el inicio hasta el final.
Vino aquí, para anunciar el evangelio y la palabra de nuestro Dios se haría
cumplir en él. Todo estaba listo porque todo fue consumado en él. Por su
sacrificio los pobres vivirán. Vino a glorificar el nombre de nuestro Dios.
7.
En tus manos
encomiendo mi espíritu. El amor
de Dios por mí y por ti, nos hizo entender, la muerte de nuestro Salvador. En
la Mirada de Jesús había paz a la hora de su muerte. Dios es real. No entendíamos en ese momento, porque
Dios permitió que todo sucediera.
Que en este Triduo Pascual que se aproxima,
reflexionemos de forma individual: El
culpable soy yo, el no merecía morir. Debía estar yo en esa cruz y el murió por
mí, por mi redención.
Gracias Jesús por tu preciosa sangre derramada por mí. Como dice la canción: “Porque yo he sido comprado, con la sangre de Jesús y mi vida, tiene el precio de su Cruz”.
Amén.
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