Vida Religiosa | Paola Calderón Gómez/PC
Mons. Jorge Lozano: «La fe es un don de Dios que cada uno
acoge con libertad»
El
encuentro con Jesús resucitado está al alcance de todos y en el Domingo de la
misericordia, el segundo de la Pascua, Monseñor Jorge Lozano nos recuerda que
la actitud de Tomás en el Evangelio, debe fortalecernos en la fe para
acercarnos a los que siguen siendo esas llagas vivas de Cristo en el mundo.
En
su reflexión semanal el secretario general del Celam, advierte sobre los
riesgos de permitir que la amargura y la desconfianza nos invadan y terminemos
mirando la realidad casi seguros de que las cosas buenas nunca sucederán.
Si
no lo veo no lo creo
El
arzobispo de San Juan de Cuyo, retoma el pasaje de la Sagrada Escritura que
muestra a un Tomás que se resiste a creer en la resurrección de la que ya han
sido testigos los otros discípulos. Pese a su desconfianza, Tomás es
sorprendido por el amor de Dios que se hace más latente con la resurrección, lo
que nos permite afirmar que su incredulidad no nos aleja del Señor. Por el
contrario, ofrece un espacio que una vez más, hace creíble la resurrección de
Cristo y se expone para aumentar la fe de los discípulos; los de ese tiempo y
los de ahora. «La fe nos colma de alegría. Por eso concluye Jesús: “¡Felices
los que creen sin haber visto!,” afirma Monseñor Lozano.
Lo
mismo puede suceder en nuestra vida. La Pascua es el momento para seguir
disfrutando el encuentro con Jesús resucitado, la ocasión para hallar sentido a
la vida nueva en él y también en nosotros. Es así, que el pasaje de Tomás se
convierte en una motivación suficiente para renovar nuestra fe en la
resurrección y acercarnos más a nuestros hermanos, particularmente a los que
reclaman de nosotros el servicio, el cuidado y la ternura.
«Tomás
termina creyendo y se expande más el amor de Dios entre los hombres,» afirma el
obispo argentino, aclarando que ese mismo proceso es el que debemos
experimentar ante las personas que representan el dolor, el abandono, la
dificultad, la marginación; las llagas vivas de Cristo en el mundo y para
quienes hemos de experimentar en nuestro corazón esa misericordia necesaria con
quien lo necesita o los que en apariencia viven bien sin ella.
Perdón
y misericordia
Al
explicar que desde el pontificado de San Juan Pablo II el segundo domingo de la
Pascua está dedicado a la Misericordia, Monseñor Lozano asegura que quien la
experimenta, está viviendo la Pascua de manera íntima, porque al reconciliarnos
con Él le damos la oportunidad de hacer nuevas todas las cosas, reconvertir
nuestra vida, para ser más conscientes de la necesidad de su amparo y que
nuestras fuerzas sean realmente las de Él.
«La celebración de la misericordia es la fiesta del perdón de Dios, de
la puerta que nunca se cierra, de la mano de nuestro amigo es Jesús que nos espera”.
Igualmente,
el prelado argentino recuerda que tras dos años de pandemia el Papa Francisco
volverá a oficiar la misa de la Divina Misericordia en la Basílica de San
Pedro, recordará a su predecesor, San Juan Pablo II que la instituyó como
fiesta para toda la Iglesia universal y hará énfasis en uno de sus pensamientos
sobre el tema: «la misericordia es la única esperanza para el mundo».
Celebramos esta fecha porque Dios está siempre dispuesto al perdón, y nos
acercaremos a Él, que ya dio no sólo el primer paso, sino que nos abrió
eternamente las puertas de la misericordia.
Una
fe que nos llena de alegría porque como en el pasaje “¡Felices los que creen
sin haber visto!” entonces la fe termina siendo un don de Dios que cada uno
acoge con libertad en su corazón.
Publicado
por Prensa Celam
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