Papa Francisco | José Calderero de Aldecoa
El Papa, contra el mito de
la eterna juventud
«Nuestra época y nuestra cultura cultivan el mito de la eterna juventud
como la obsesión –desesperada– de una carne incorruptible», ha criticado
Francisco durante la audiencia
En una ocasión, a una actriz italiana, Anna
Magnani, le preguntaron si querÃa quitarse las arrugas y ella respondió: «No
las toquéis, porque pasé muchos años para conseguirlas». La anécdota la ha
recordado el Papa durante la catequesis de la audiencia
general de este miércoles, en la que ha cargado contra el mito
de la eterna juventud.
Un mito, ha dicho Francisco, que se
deja atraer por la técnica en todos los sentidos, hasta el punto de que esta
espera «vencer a la muerte» y que mientras tanto se centra en «mantener vivo el
cuerpo con la medicina y los cosméticos que ralentizan, esconden, eliminan la
vejez».
No es algo puntual, según el PontÃfice «nuestra época
y nuestra cultura cultivan el mito de la eterna juventud como la obsesión
–desesperada– de una carne incorruptible». Y precisamente por ello se desprecia
la vejez, «porque lleva la evidencia irrefutable de la destitución de este
mito, que quisiera hacernos volver al vientre de la madre para volver siempre
jóvenes en el cuerpo».
En realidad, la vejez tiene una misión propia, que
es la de despertar al mundo del anhelo de esa eterna juventud y conducirlo a
otra eternidad, la del reino de Dios. En palabras del Santo Padre, «la vejez es
un tiempo especial para disolver el futuro de la ilusión tecnocrática de una
supervivencia biológica y robótica» y para abrirse «a la ternura del vientre
creador y generador de Dios».
Por último, el Papa ha subrayado esa ternura de las
personas mayores, apreciable especialmente cuando «acarician a sus nietos», un
gesto «que abre la puerta a entender la ternura de Dios. Los viejos son los
mensajeros del futuro y de la ternura y de la sabidurÃa de una vida vivida».
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