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    martes, 26 de julio de 2022

    Para eternizar la culpa


    Reflexión | Melania Emeterio R.

     


    Para eternizar la culpa


    Como si no fueran suficientes los perjuicios ocasionados con la excesiva y abusiva invasión haitiana que ocupa nuestro territorio, y usurpa los servicios esenciales, también hemos de cargar con la culpa por episodios históricos que, desde nuestro territorio afectaron a Haití. En esto de eternizar la culpa han estado algunos dominicanos, y los extranjeros, incluidos los haitianos. La intención es clara: inmovilizar al pueblo dominicano para que no reaccione contra los perjuicios de esta ocupación haitiana. Hay que estar en sobreaviso, pues esto forma parte del consenso de maldades contra el país. Existen dominicanos/as que continúan entre la confusión, la ingenuidad y la apatía, y dejan pasar ciertos enjuiciamientos contra del país, sin que medien respuestas que ponga las cosas por lo menos en balance.


    Esta introducción viene a propósito de la presencia, en televisión, de José María Cabral, director de la película PEREJIL, un filme que, según dijo, se está pasando en muchos países, y ha recibido buenas críticas. Estas críticas, presumo, que a él lo llenan de gozo, de algún modo promueven una imagen no positiva del país, y de sus nacionales. Como se sabe, en PEREJIL se rememora la histórica matanza de haitianos llevada a cabo bajo la orden del presidente Rafael Trujillo en el año 1937. La productora del programa, como si no supiera los resortes que se mueven para colocar siempre como víctima a Haití, y victimaria a la Rep. Dom. se mostró muy conforme, y celebró la iniciativa de Cabral llevando este hecho histórico a la pantalla grande.


    Hubiera sido aleccionador, para equilibrar la cosa, que se mostraran inquietudes para que también se llevasen a escena los actos de crueldad de los haitianos contra los dominicanos. No tener a manos esas informaciones históricas como respuesta, es actuar al margen de una realidad que amenaza al país cada vez con mayor presión. Es como si no se supiera lo que esto significa en el contexto actual de la realidad dominicana, donde el peso de la confabulación local e internacional busca, hasta debajo de una piedra, cualquier pretexto para proyectar a dominicana como culpable de todos los males de Haití, los de ayer y los de hoy. No es casual ni inocente que el cineasta dijera que esa es una historia sobre la que hay que dialogar. Es evidente que a este creador dominicano le hace falta tener otras historias en sus manos.


    No es la primera vez que se realizan películas como estas, que ponen a nuestro país en desventaja frente a Haití. Recuérdese el caso de la película CRISTO REY, donde a los haitianos se les presenta como víctima de la República Dominicana. Allí en ese ambiente del bajo mundo a los haitianos se los ve con valores, y a los dominicanos como los peores, además, se los ve con poca fuerza y gracia actoral. El grado de mayor dignidad y elevación moral lo representó un actor haitiano. CRISTO REY trae, adrede, un recurso reiterativo para alimentar la intención dañosa: el supuesto prejuicio racial dominicano contra personas haitianas. Muy lamentable es que actores y actrices locales se presten a esa manipulación vil, una clara traición que muestra no tener criterio a frente a la cosa, y si, un muy bajo o inexistente grado de patriotismo y conocimiento de la historia. Ellos saben que un guion no se concibe con ingenuidad sino con una intencionalidad dirigida a que así se asimilen los hechos.


    Así anda nuestro país arrastrando un descrédito internacional inducido por personas dominicanas que, aunque no se den cuenta, parecen servir a un propósito y proyecto malsano: arruinar al país justificando el despojo de su soberanía y haciendo que se asimilen a todos los haitianos. Aquello, lo del 1937, ocurrió en tiempo de aquella dictadura que tenía un modo especial de actuación, y que internacionalmente se conocía su largo alcance en materia de crímenes, y así hizo víctima al país entero durante sus 30 años de duración. Esta matanza suele traerse a la memoria colectiva dominicana para ser recordada como asunto pendiente.


    La historia registra hechos conmovedores, sangrientos, y sádicos de los haitianos contra República Dominicana. También se registran episodios que ennoblecen la dominicanidad, pero nadie habla de llevarlos a la gran pantalla. Se me ocurre pensar que a los y las artistas de la tabla, del cine, y demás artes hay que facilitarle talleres y análisis de historia dominicana desde antes de la Independencia hasta nuestros días. Así pueden sembrarse motivaciones sociales y artísticas que llenen de orgullo la nacionalidad, y puedan tener respuestas oportunas para edificarse cuando sea necesario, o por lo menos no ser sorprendidos por el contenido de un libreto.


    La película PEREJIL debería motivar el surgimiento de creadores/ as cinematográficos con interés, en otras historias dominicanas donde los haitianos fueron los protagonistas, como, por ejemplo, el Degüello de Moca. (abril 1805) Sin que esto sea una justificación a lo sucedido en el 1937, el degüello fue un episodio protagonizado por tropas haitianas que premeditaron con saña lo que iban a hacer. Este acontecimiento sobrepasa, en mucho, los niveles de crueldad que hubo en lo ocurrido en 1937. Se trató de un acto de barbarie que los y las historiadoras dominicanos se esfuerzan en negar, minimizar, o camuflar para confundir, pues quieren evitar que se conozca el rostro histórico criminal, y de odio ancestral de los haitianos contra los dominicanos.


    El Degüello de moca se inicia solicitando al sacerdote, como pretexto, un Te Deum para buscar la paz. Conseguido el pedido, incendiaron la iglesia con los feligreses dentro. Allí, usando bayonetas, mataron al sacerdote, a niños, hombres y mujeres que participarían de una misa en acción de gracia. Luego, como horda salvaje, el ejército haitiano le dio por seguir sembrando el pánico: incendiar, degollar y matar, saquear los pueblos que encontraban a su paso. También violaron mujeres y obligaron a los hombres a que los siguieran a pie hasta Haití, en calidad de prisionero.


    Estas escenas de crueldad donde ni siquiera hubo resistencia, deben estar inscritas en la historia de hechos horrendos, de inimaginable vileza y odio racial. Si se hiciera un filme con el contenido de esta masacre, los países donde se ha presentado PEREJIL, pudieran hacerse muchas y variadas preguntas. Pero también, si se hiciera una película sobre cómo los dominicanos lograron arrebatarles su independencia a los haitianos, y de cuántas batallas más hubo que librar para que se convencieran de ello, los países donde se ha exhibido   PEREJIL, mirarían a la República Dominicana de modo más respetuoso y admirable.


    Ojalá se hagan películas u obras teatrales con estos contenidos históricos. Así muchos países tendrían la oportunidad de conocer y reflexionar la historia de Haití y de sus gentes, ya que lo que más se conoce es que se hallan entre los países más pobres del mundo, y que Haití se liberó de la esclavitud que les tenían los franceses. Es casi seguro que los lugares donde se ha exhibido PERJIL preguntarán: cómo es posible que habiendo vencido a Francia en una guerra de liberación esto no les haya servido de nada, pues no pueden exhibir ningún logro en más de 200 años de lo ocurrido. Parecen haber engendrado y profundizado su propia esclavitud y atraso del que al parecer no quieren salir, y buscan, en su resentimiento histórico, perjudicar lo más que puedan a la República Dominicana.


    El pueblo dominicano tiene que hacer conciencia de que vive bajo amenaza, y la película PEREJIL es una contribución a esto. Recuérdese que el principal problema de dominicana no es lo económico, la inseguridad, y el alto costo de la vida, sino la excesiva y abusiva ocupación haitiana dispuesta a devorarlo todo. Ella es la amenaza seria en el presente y para el devenir dominicano. El momento indica despertar a esa realidad, y no comportarse como el golpeado resignado que espera recibir el otro golpe. Que no se pierda nunca la ocasión de reaccionar oportuna y adecuadamente. Hay que estar un poco más en alerta, pues el cerco que se le sigue tendiendo al país, no tiene límite.


    Sobre tantas películas prohaitianas habría que ver, sin afectar la libertad personal y profesional en el acto creativo, cómo abordar el asunto. Es preciso indagar si hay o no, una autoridad fiscalizadora de estos contenidos que van a transitar por el mundo proyectando imágenes distorsionadas del país especialmente porque tocan asuntos relacionados con Haití.  Hace falta saber si estas películas se han realizado con los beneficios derivados de la Ley de cine. Es tiempo de entender que los enemigos de la Rep. Dom. y sus aliados, no escatiman esfuerzos para querer destruirla. Urge el espíritu de alerta junto al espíritu de lucha para que República Dominicana puede vencer tantos obstáculos y tantas amenazas. Este es nuestro compromiso.

     

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