Forjando Vivencias | Zenit
Papa Francisco explica qué significa cuando Jesús invita a “no
temer” y “estar preparados” en el ángelus del domingo
Dos
palabras-clave para derrotar los miedos que a veces nos paralizan y para
superar la tentación de una vida pasiva, adormecida. “No temas” y “estén
preparados”.
Al
mediodía de ayer domingo 7 de agosto, el Papa se asomó por la ventana del
Palacio Apostólico para rezar el ángelus con algunos cientos de peregrinos que
lo escucharon desde la Plaza de San Pedro. Ofrecemos el texto de la exhortación
con encabezados y negritas agregados por ZENIT.
Dos
invitaciones de Jesús: no temer y estar preparados
En
el Evangelio de la Liturgia de hoy, Jesús habla a los discípulos para tranquilizarles
de todo temor e invitarlos a estar alerta. Son dos las exhortaciones
fundamentales que les dirige: la primera es «no temas, pequeño rebaño» (Lc
12,32); la segunda «estén preparados» (v. 35). “No temas” y “estén preparados”.
Se trata de dos palabras-clave para derrotar los miedos que a veces nos
paralizan y para superar la tentación de una vida pasiva, adormecida. “No
temas” y “estén preparados”: detengámonos en estas dos invitaciones.
1)
No temas
No
temas. En primer lugar, Jesús anima a los discípulos. Acaba de terminar de
hablarles del cuidado amoroso y providente del Padre, que se preocupa de los
lirios del campo y de los pájaros del cielo y, por tanto, mucho más de sus
hijos. Por eso no hay que afanarse y agitarse: nuestra historia está firmemente
en las manos de Dios. Nos alienta esta invitación de Jesús a no temer. A veces,
en efecto, nos sentimos presos de un sentimiento de desconfianza y de angustia:
es el miedo a no lograrlo, a no ser reconocidos y amados, el miedo a no
conseguir realizar nuestros proyectos, a no ser nunca felices, etc. Y entonces
nos afanamos buscando soluciones, para encontrar algún espacio en el que
emerger, para acumular bienes y riquezas, para obtener seguridades; ¿y cómo
terminamos? Terminamos viviendo en la ansiedad y en la preocupación constante.
Jesús, sin embargo, nos tranquiliza: ¡no temáis! Fiaos del Padre, que desea
daros todo lo que realmente necesitáis. Ya os ha donado a su Hijo, su Reino, y
siempre os acompaña con su providencia, cuidando de cada uno de vosotros cada
día. No temas: ¡esta es la certeza a la que atar el corazón! No temas: un
corazón atado a esta certeza. No temas.
¡Pero
saber que el Señor nos cuida con amor no nos autoriza a dormir, a dejarnos
llevar por la pereza! Al contrario, debemos estar despiertos, vigilantes. En
efecto, amar significa estar atentos a los demás, darse cuenta de sus
necesidades, estar disponibles para escuchar y acoger, estar preparados.
2)
Estar preparados
La
segunda palabra: «Estén preparados». Es la segunda invitación de hoy. Es
sabiduría cristiana. Jesús repite en más de una ocasión esta invitación, y hoy
lo hace a través de tres breves parábolas, centradas en un patrón de casa que,
en la primera, vuelve sin previo aviso de la boda, en la segunda no quiere
dejarse sorprender por los ladrones, y en la tercera vuelve de un largo viaje.
En todas, el mensaje es este: es necesario estar despiertos, no dormirse, es
decir no estar distraídos, no ceder a la pereza interior, porque, también en
las situaciones en las que no lo esperamos, el Señor viene. Tener esta atención
al Señor, no estar dormidos. Es necesario estar despiertos.
Y
al final de nuestra vida nos pedirá cuentas de los bienes que nos ha
encomendado; por esto, vigilar significa también ser responsables, es decir
custodiar y administrar esos bienes con fidelidad. Hemos recibido tanto: la
vida, la fe, la familia, las relaciones, el trabajo, pero también los lugares
en los que vivimos, nuestra ciudad, la creación. Hemos recibido muchas cosas.
Tratemos de preguntarnos: ¿cuidamos de este patrimonio que el Señor nos ha
dejado? ¿Custodiamos la belleza o usamos las cosas solo para nosotros y para
nuestras conveniencias del momento? Tenemos que pensar un poco en esto: ¿somos
custodios de lo que se nos ha dado?
Hermanos
y hermanas, caminemos sin miedo, en la certeza de que el Señor nos acompaña
siempre. Y estemos despiertos, para que no nos durmamos mientras el Señor pasa.
San Agustín decía: “Tengo miedo de que el Señor pase y no me dé cuenta”; de
estar dormido y no darme cuenta de que el Señor pasa. ¡Estad despiertos! Que
nos ayude la Virgen María, que ha acogido la visita del Señor y, con prontitud
y generosidad, ha dicho su “he aquí”.
Publicado
por Zenit
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