La Iglesia Hoy | Sandri Solano/DC
Monseñor Francisco Ozoria Acosta, una vida de entrega y
servicio a la iglesia
“El
Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el Santo
Cura de Ars. Esta es una expresión que nos da la dimensión y la importancia del
sacerdote y nos invita a manifestar gratitud y admiración por el inmenso don
que son, no sólo para la iglesia, sino para toda la humanidad.
Es
por esto que la iglesia arquidiocesana de Santo Domingo el pasado viernes a las
5:00 p.m. de la tarde en su sede la Catedral Primada de América se reunió para
elevar una acción de gracias a Dios por el enorme don del sacerdocio de
Monseñor Francisco Ozoria, en sus 44 años de entrega en los varios servicios
que ha desempeñado.
“Tengo
presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras
y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero,
identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su
estilo de vida. ¿Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, su servicio
infatigable y oculto, su caridad que no excluye a nadie?” afirmaba el Papa
Emérito Benedicto XVI, en la Carta a los sacerdotes con motivo del Año
Sacerdotal.
Y
es así hablamos de años de entrega, de servicio incansable con unas
características propias de un hombre íntegro, fiel a sus principios y a su
llamado, en el ejercicio de su ministerio en su triple dimensión de maestro de
la palabra, guía de la comunidad y ministro de los sacramentos. Monseñor
Francisco es un gran animador vocacional y un gran promotor del liderazgo y
participación protagónica del laicado en la vida de la Iglesia. Su liderazgo
pastoral ha sabido poner en sintonía a la Iglesia con grandes demandas de
actualización, renovación y verdadera conversión pastoral.
Pero
para un pastor con olor a oveja hay que destacar su gran sensibilidad por las
realidades sociales y políticas. Y esto se ha manifestado de muchas formas
desde la proclamación de la Palabra para llevar esperanza, pero también en su
accionar profético ha tenido que denunciar la injusticia y esto lo ha llevado a
ser intermediario muchas veces entre el gobierno y las comunidades más
vulnerables.
Una
muestra de ello, fueron sus palabras de fuerza y sabiduría al dar la bienvenida
a la caravana con el Cuadro de la Virgen de Nuestra Señora de la Altagracia el
pasado 14 de agosto y en aprovechando el contexto del escenario de Fray Antón
de Montesinos no escatimó en hacer un llamado en defensa de la dignidad y los
derechos humanos:” …este monumento a Fray Antón de Montesinos es signo de
libertad, es signo del respeto a la dignidad humana. Nosotros pedimos hoy, a la
Virgen de la Altagracia que nos libere, que nos libere de toda opresión, que
nos libere de todos los males. Qué se respete en todo el pueblo dominicano, en
toda nuestra isla y en todo el mundo, que se respete la dignidad de la persona
cualquiera que sea. La dignidad de la persona: La dignidad del niño, del joven,
del anciano.”
Un
camino arduo de trabajo y compromiso, es lo que se ve reflejado en su actual
servicio a la iglesia como Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, donde a
ayudado a caminar la arquidiócesis en una dinámica de sinodalidad, con un
inmenso reconocimiento por la vocación y la ministerialidad del rol y la misión
de los laicos, invitando a todos a la participación y la corresponsabilidad.
Realmente
su magisterio pastoral es un continuo testimonio que nos edifica con palabras,
obras, sabiduría y sencillez.
Publicado
por Diario Católico
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