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    lunes, 5 de septiembre de 2022

    Monseñor Francisco Ozoria Acosta, una vida de entrega y servicio a la iglesia


    La Iglesia Hoy | Sandri Solano/DC

     


    Monseñor Francisco Ozoria Acosta, una vida de entrega y servicio a la iglesia


    “El Sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”, repetía con frecuencia el Santo Cura de Ars. Esta es una expresión que nos da la dimensión y la importancia del sacerdote y nos invita a manifestar gratitud y admiración por el inmenso don que son, no sólo para la iglesia, sino para toda la humanidad.


    Es por esto que la iglesia arquidiocesana de Santo Domingo el pasado viernes a las 5:00 p.m. de la tarde en su sede la Catedral Primada de América se reunió para elevar una acción de gracias a Dios por el enorme don del sacerdocio de Monseñor Francisco Ozoria, en sus 44 años de entrega en los varios servicios que ha desempeñado.


    “Tengo presente a todos los presbíteros que con humildad repiten cada día las palabras y los gestos de Cristo a los fieles cristianos y al mundo entero, identificándose con sus pensamientos, deseos y sentimientos, así como con su estilo de vida. ¿Cómo no destacar sus esfuerzos apostólicos, su servicio infatigable y oculto, su caridad que no excluye a nadie?” afirmaba el Papa Emérito Benedicto XVI, en la Carta a los sacerdotes con motivo del Año Sacerdotal.


    Y es así hablamos de años de entrega, de servicio incansable con unas características propias de un hombre íntegro, fiel a sus principios y a su llamado, en el ejercicio de su ministerio en su triple dimensión de maestro de la palabra, guía de la comunidad y ministro de los sacramentos. Monseñor Francisco es un gran animador vocacional y un gran promotor del liderazgo y participación protagónica del laicado en la vida de la Iglesia. Su liderazgo pastoral ha sabido poner en sintonía a la Iglesia con grandes demandas de actualización, renovación y verdadera conversión pastoral.


    Pero para un pastor con olor a oveja hay que destacar su gran sensibilidad por las realidades sociales y políticas. Y esto se ha manifestado de muchas formas desde la proclamación de la Palabra para llevar esperanza, pero también en su accionar profético ha tenido que denunciar la injusticia y esto lo ha llevado a ser intermediario muchas veces entre el gobierno y las comunidades más vulnerables.


    Una muestra de ello, fueron sus palabras de fuerza y sabiduría al dar la bienvenida a la caravana con el Cuadro de la Virgen de Nuestra Señora de la Altagracia el pasado 14 de agosto y en aprovechando el contexto del escenario de Fray Antón de Montesinos no escatimó en hacer un llamado en defensa de la dignidad y los derechos humanos:” …este monumento a Fray Antón de Montesinos es signo de libertad, es signo del respeto a la dignidad humana. Nosotros pedimos hoy, a la Virgen de la Altagracia que nos libere, que nos libere de toda opresión, que nos libere de todos los males. Qué se respete en todo el pueblo dominicano, en toda nuestra isla y en todo el mundo, que se respete la dignidad de la persona cualquiera que sea. La dignidad de la persona: La dignidad del niño, del joven, del anciano.”


    Un camino arduo de trabajo y compromiso, es lo que se ve reflejado en su actual servicio a la iglesia como Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, donde a ayudado a caminar la arquidiócesis en una dinámica de sinodalidad, con un inmenso reconocimiento por la vocación y la ministerialidad del rol y la misión de los laicos, invitando a todos a la participación y la corresponsabilidad.


    Realmente su magisterio pastoral es un continuo testimonio que nos edifica con palabras, obras, sabiduría y sencillez.


    Publicado por Diario Católico


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