Convivencia | Vatican News
El Papa: Putin detenga la guerra. Zelensky ábrase a serias
propuestas de paz
Francisco,
preocupado por la amenaza nuclear y la escalada militar del conflicto en
Ucrania, dedica todo el Ángelus a hacer un fuerte llamamiento al alto el fuego.
Lamenta las anexiones, recomienda respetar la integridad territorial de cada
país y los derechos de las minorías. Se lamenta por los miles de víctimas,
"especialmente entre los niños".
Un
llamado directo del Papa al presidente de Rusia, Vladimir Putin para que
detenga la guerra, uno al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky para abrirse
a propuestas de paz seria, un profundo dolor por la sangre derramada y una
firme condena al riesgo de una escalada nuclear de consecuencias catastróficas.
La alocución de Francisco antes del Ángelus no fue dedicada como de costumbre a
una reflexión sobre el Evangelio del día, sino a un consistente y amplio
llamamiento para poner fin a la guerra, la de Ucrania, “una herida terrible e
inconcebible” que amenaza con la destrucción total, “un error y un horror”.
Este
enésimo llamamiento del Sucesor de Pedro no es el corolario de una audiencia
general de los miércoles o el habitual llamamiento después del rezo mariano
dominical, es un apremiante apelo a los implicados en esta guerra, pero también
a la comunidad internacional para que “busque negociaciones capaces de conducir
a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y estables”.
Una preocupación del Santo Padre por el futuro de la humanidad, por las jóvenes
generaciones, para que no tengan que respirar “el aire contaminado de la guerra,
que es una locura”.
Publicamos
el texto integral de la alocución del Papa Francisco antes del rezo mariano del
Ángelus de este domingo 2 de octubre de 2022
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días!
El
curso de la guerra en Ucrania se ha vuelto tan grave, devastador y amenazador
que es motivo de gran preocupación. Por eso hoy quisiera dedicarle la reflexión
antes del Ángelus. De hecho, esta herida terrible e inconcebible de la
humanidad, en vez de cicatrizarse, sigue sangrando cada vez más, con el riesgo
de agrandarse.
Me
afligen los ríos de sangre y lágrimas derramados en los últimos meses. Me
duelen las miles de víctimas, especialmente niños, y las numerosas
destrucciones, que han dejado a muchas personas y familias sin hogar y amenazan
con el frío y el hambre a vastos territorios. ¡Ciertas acciones no pueden ser
justificadas nunca!, ¡Nunca! Es angustiante que el mundo esté aprendiendo la
geografía de Ucrania a través de nombres como Bucha, Irpín, Mariúpol, Izium,
Zaporiyia y otras ciudades, que se han convertido en lugares de sufrimiento y
terror indescriptibles. ¿Y qué decir del hecho de que la humanidad se enfrenta
una vez más a la amenaza atómica? Es absurdo.
¿Qué
más tiene que pasar? ¿Cuánta sangre debe correr aún para que entendamos que la
guerra nunca es una solución, sino solo destrucción? En nombre de Dios y en
nombre del sentido de humanidad que habita en cada corazón, renuevo mi
llamamiento para que se llegue inmediatamente a un alto el fuego. Que callen
las armas y se busquen las condiciones para iniciar negociaciones capaces de
conducir a soluciones no impuestas por la fuerza, sino consensuadas, justas y
estables. Y serán tales si se fundan en el respeto del sacrosanto valor de la
vida humana, así como de la soberanía e integridad territorial de cada país,
como también de los derechos de las minorías y de sus legítimas preocupaciones.
Deploro
vivamente la grave situación que se ha creado en los últimos días, con nuevas
acciones contrarias a los principios del derecho internacional. De hecho,
aumenta el riesgo de una escalada nuclear, hasta el punto que hacen temer
consecuencias incontrolables y catastróficas a nivel mundial.
Mi
llamamiento se dirige ante todo al Presidente de la Federación Rusa, rogándole
que detenga, también por amor a su pueblo, esta espiral de violencia y muerte.
Por otro lado, entristecido por el inmenso sufrimiento de la población
ucraniana tras la agresión sufrida, dirijo un llamamiento igualmente confiado
al Presidente de Ucrania para que esté abierto a propuestas de paz serias. A
todos los protagonistas de la vida internacional y a los líderes políticos de
las naciones, les pido insistentemente que hagan todo lo que esté a su alcance
para poner fin a la guerra en curso, sin dejarse arrastrar en escaladas peligrosas,
y que promuevan y apoyen iniciativas de diálogo. ¡Por favor, que las
generaciones más jóvenes respiren el aire saludable de la paz, no el aire
contaminado de la guerra, que es una locura!
Tras
de siete meses de hostilidades, se recurra a todas las herramientas
diplomáticas, incluso las que hasta ahora no se han utilizado, para poner fin a
esta terrible tragedia. ¡La guerra en sí misma es un error y un horror!
Confiamos en la misericordia de Dios, que puede cambiar los corazones, y en la maternal intercesión de la Reina de la Paz, en el momento en que se eleva la Súplica a Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, unidos espiritualmente a los fieles reunidos en su Santuario y en muchas partes del mundo.
Publicado
por Vatican News
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