Reportaje | Fran Otero/A&O
Marcela Turati: «Si no hay periodismo, gana la muerte»
Esta
mexicana se juega la vida para dar voz a las víctimas del crimen organizado en
México. Ha publicado un mapa de fosas clandestinas e investigado desapariciones
de migrantes. Acaba de pasar por España.
Marcela
Turati es una de esas periodistas incómodas para los malos. También para
aquellos que, debiendo ser los buenos, se cambian de bando. Malos también. Es
mexicana. Y contra lo que aparentemente pudiéramos pensar, no cubre el crimen
organizado ni los cárteles de la droga. Ella escribe sobre las víctimas, las
fosas, los desaparecidos. Ha viajado a Centroamérica para buscar los orígenes
de los migrantes que se perdieron camino a Estados Unidos, entrado en zonas
controladas por grupos armados y acompañado a madres a buscar a sus hijos. El
problema, como ella misma reconoce en entrevista con Alfa y Omega, es que, al
excavar, al investigar, «descubres que hay cuerpos que pueden ser víctimas de
la Policía, del Ejército…». Y añade: «Excavar es ver cómo el Gobierno está
intentando borrar lo que sucede. Ya no hay tantos asesinatos y sí
desaparecidos. Están borrando de la escena el cuerpo del delito».
La
de Turati fue una de las intervenciones más aplaudidas en el V Congreso Internacional de Periodismo de Migraciones,
que la Fundación porCausa organizó la semana pasada en Mérida. Allí contó cómo
fue investigada por las autoridades con el famoso software Pegasus y acusada de
secuestro y violencia organizada por hacer su trabajo. Entre sus delitos está
el deseo de conocer la magnitud de las desapariciones de migrantes, como las de
los 72 de Tamaulipas, asesinados en 2010. «Encabecé un proyecto que se llama
Más de 72 sobre las masacres de migrantes, porque no son solo 72. Sabemos que
fueron muchos más. De hecho, a los ocho meses se descubrieron 200 fosas. Los
muertos son pasajeros de autobuses. El cártel de los Zetas los paraba,
torturaban, extorsionaban y mataban. Lo hacían preventivamente porque a la
ciudad a la que iban estaba controlada por otro cártel. Los autobuses llegaban
vacíos de pasajeros y llenos de mochilitas. El Gobierno no hizo nada, no lanzó
ninguna alerta», lamenta Turati. La investigación se convertirá en libro el
próximo año.
La
periodista, cofundadora de Quinto Elemento Lab, coordina además A dónde van los
desaparecidos, un proyecto periodístico que ya ha dado a luz tres
investigaciones. Con El país de las 2.000 fosas documentaron las fosas
clandestinas en todo el país. «Imagínate el impacto de ir a excavar con una
familia y ver cómo van buscando el olor a muerto en la tierra para empezar a
removerla. Es la cosa más dolorosa del mundo. Tenemos que cubrir lo que hacen
esas familias y los riesgos que asumen», subraya. De hecho, refiere que hace
poco mataron a tres madres y padres buscadores. Turati construyó en Crisis
forense una base de datos con todos los cuerpos no identificados —55.000— a
partir de los datos de las fiscalías. «Las familias tienen que ir de morgue en
morgue viendo todos los cuerpos. A veces son miles de fotos, cuerpos quemados,
mutilados… Así pueden consultar por características y fechas», continúa.
La
última entrega se titula Fragmentos de la desaparición, publicada cuando se
alcanzaron las 100.000 desapariciones —ya son 105.000—, un trabajo que ofrece
estadísticas por sexo, edad, periodo o lugar. Aunque esta cifra suma los casos
desde 1964, más de 100.000 se han producido desde 2006, cuando el entonces
presidente Felipe Calderón empezó la llamada «guerra contra las drogas», en su
opinión, el germen de la situación actual.
Este
contínuum de violencia no es ajeno a la propia Turati que, como tantos
periodistas en el país, vive bajo amenaza. 15 perdieron la vida en 2022, el
peor año desde siempre. Ella conocía a cinco. «Uno nunca sabe por qué fue. A
veces, es solo para mandar un mensaje al gremio o por pasar por un territorio.
Cualquier nota es una cuestión de vida o muerte. Conocí a un periodista que
cubría una liga deportiva infantil al que un tipo armado le dijo que tenía que
hablar de un niño porque era el hijo de un capo», explica. Por eso, una de sus
preocupaciones es ayudar a los informadores a gestionar todas estas
situaciones, sacarlos del país cuando es necesario o promover casas de descanso
y acogida. Porque, afirma, «donde no hay periodismo gana la muerte; defender el
periodismo es defender la vida».
Publicado
por Alfa & Omega
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