Reflexión | Juan F. Puello Herrera/LD
Reparar
Reparar
una injusticia que se ha cometido parece más sencillo de lo que parece, pero no
lo es. A una distancia de más de veinte años de aquellos acontecimientos que
dieron lugar a una separación injusta y peor aún, cargada de celos y
resentimientos, aun se recoge hoy la agenda oscura que generó aquel odio
visceral, los gestos egoÃstas, los pecados contra Dios y contra el prójimo, en
la que nunca el alma de aquellos protagonistas ha experimentado pena, dolor y
deseos de reparar el daño causado.
En
verdad el pasado recoge el camino de una vida, con sus luces y sus sombras, con
sus momentos de amor y sus faltas más o menos graves, pero, si tan siquiera
aquel sufragáneo, hubiera meditado ante la muerte como recomendaba Pablo VI de
reconocer el “misterio del pecado que hiere tantas vidas”, los sufrimientos
fÃsicos padecidos habrÃan sido menos angustiosos y dolorosos.
El
mal provocado por un accionar egoÃsta, requiere de verdadera contrición, de una
invocación y suplica a la misericordia de Dios, que levanta al caÃdo, perdona y
salva a quien ha sucumbido a la tentación de hacer daño a otros sin motivo y
razón alguna.
Al
mismo tiempo, que surge el deseo de contrarrestar el mal cometido, de arreglar,
en la medida de lo posible, los sufrimientos infringidos sobre otros, el acto o
hecho de hacer enmienda implica la intención de restaurar las cosas a como
estaban antes del daño causado, que se aplica generalmente a recompensar por
las pérdidas sufridas o los daños causados por una acción irracional.
Publicado
por ListÃn Diario
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