Entrevista | Miguel A. Malavia/VN
Vernor Muñoz: “La discapacidad se ve como una enfermedad o un
problema y no como una característica”
El
ex relator especial sobre el Derecho a la Educación de la ONU ha elaborado el
último informe de Entreculturas sobre educación inclusiva.
El
costarricense Vernor Muñoz Villalobos, ex relator especial sobre el Derecho a
la Educación de la ONU, es el autor del último informe de Entreculturas,
dedicado a la educación inclusiva, dentro de La Silla Roja. Una campaña por la
que, desde hace años, la entidad jesuita, que apoya todo tipo de proyectos
educativos en decenas de países de África, Asia o América Latina, reivindica
que el acceso a las aulas es el mejor modo de transformar las vidas de los
niños en contextos de vulnerabilidad.
PREGUNTA.
- Por lo analizado en el informe de Entreculturas, ¿hasta qué punto los
prejuicios que imperan de ciertos ámbitos de la sociedad obstaculizan el
crecimiento en las aulas de niños con discapacidades?
RESPUESTA.
- Ese estigma, basado en prejuicios, es el principal obstáculo estructural
para estas personas, pero también, en general, para todos los alumnos,
pues el resto se pierden las distintas capacidades de sus compañeros, así
como su particular cosmovisión. Cuando hablamos de exclusión en las aulas,
todos pensamos en la pobreza, y esta es muy importante y un factor a tener
siempre en cuenta. Pero a veces nos olvidamos de que también se excluye a
quienes, simplemente, tienen unas capacidades distintas a las de la mayoría.
Tenemos
que caminar hacia una ciudadanía global, huyendo de modelos educativos que
provienen de patriarcados excluyentes y asentándonos en la protección y
promoción de los derechos humanos.
Etapa
postpandemia
P.-
Desde una mirada mucho más global, ¿cómo percibe el estado de la educación en
contextos de especial vulnerabilidad en esta etapa postpandemia? ¿Estos tres
años han arrebatado definitivamente a muchos menores su derecho a la educación?
R.-
La pandemia ha visibilizado discriminaciones que ya estaban ahí desde mucho
antes. Por supuesto, ahora han aumentado las dificultades y se ha agravado la
situación para los colectivos más vulnerables, especialmente en el ámbito de la
discapacidad. Por eso es clave centrarse en el profesorado, con más formación
específica y más capacitación docente para saber abordar determinadas
situaciones especiales en el entorno educativo.
Eso
conlleva un esfuerzo presupuestario, pero lo más urgente es abordar el
cambio estructural y superar la historia de segregación en la educación
especial. Como decía antes, le estamos quitando a todo el entorno educativo la
riqueza de matices y visiones que nos aportan las personas con capacidades
diferentes. Hemos heredado un modelo educativo de la época industrial, basado
en la producción, y hemos de cambiar a un sistema basado en los derechos
humanos.
P.-
Hace diez años, en otra entrevista con usted, alertaba a ‘Vida Nueva’ de que,
en España, la educación no era un derecho “asegurado”, habiendo un 28% de los
estudiantes que se veían expulsados de los sistemas educativos y más de dos
millones de niños que vivían en la pobreza. Frente a ello, percibía “recortes
presupuestarios” y “un proceso abierto de privatización de los servicios
educativos”. ¿Cuál ha sido la evolución en esta década?
R.- Ha
habido avances y retrocesos, pero la conclusión es que las personas con
discapacidad no están atendidas como merecen. Es más, el sistema segregador
contra estas personas goza de “buena salud”. Entre otras cosas porque sigue
primando un enfoque médico, muy impuesto en el imaginario colectivo, por el
que tener una discapacidad es visto como enfermedad o un problema y no
como una característica.
Este
cambio de paradigma es un reto a resolver. Con leyes acordes, sí, pero aún más
con un cambio integral y la puesta en marcha de enfoques y prácticas con los
docentes, pues aún hay grandes vacíos entre la intención y la realidad. Por
ejemplo, ¿no sería significativo que docentes con discapacidades dieran
clases en aulas no especiales? Sería un aporte para todos, estoy
convencido.
Implicación
eclesial
P.-
Por su experiencia directa, ¿cuál es el papel de tantas entidades eclesiales en
el apoyo, desde la educación, de la transformación de muchas sociedades en su
avance hacia la consolidación de derechos humanos básicos?
R.- Todas
las voces son necesarias. Y, por supuesto, la de la Iglesia lo es. Hay que
comprometer a cada vez más grupos y comunidades en el reto de promover la
educación integral. Son bienvenidos todos aquellos que, desde la diversidad de
sus visiones, confluyen en ese derecho básico.
En
el caso de Entreculturas, entidad jesuita con la que colaboro desde hace muchos
años, sé que, desde su identidad religiosa, se vuelcan en esa apuesta por
los valores y los derechos básicos.
P.-
¿Cuál es el estado de salud del Pacto Educativo Global que impulsa el papa
Francisco y que va ganando apoyos, también en la ONU?
R.- No
conozco los pormenores del proyecto, pero hay que valorar toda apuesta por
defender la educación integral. Eso sí, creo que tenemos que discutir con
las autoridades religiosas su mayor y necesario compromiso con la educación
sexual en sus aulas.
Publicado
por Vida Nueva
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