La Escuela Económica | Esteban Delgado (@estebandelgadoq)
El “Pollo
Index” versus el costo de la canasta básica
En su discurso de rendición de cuentas del pasado 27 de febrero, el
presidente Luis Abinader hizo referencia a una medición que le presentaron
varios “economistas amigos”, sobre el poder de compra del salario mínimo en
2011 comparado con el 2022, pero tomando como referencia un solo producto: el
pollo. Por eso, la medición fue identificada como el “Pollo Index”.
Se refería a que, con el salario mínimo promedio en 2011 y tomando como
referencia el precio de entonces de la carne de pollo, se podrían comprar 138
libras, mientras que, en 2022, con el salario mínimo promedio actual, se pueden
comprar 193 libras, aun cuando el producto está más caro.
El detalle con el indicador citado por el presidente Abinader es que
toma como referencia un solo producto de una canasta básica que compone
alrededor de 25 bienes y servicios que consumen las familias dominicanas, aun
de escasos recursos. Esto para no dar la impresión de que los dominicanos se
levantan comiendo pollo, pasan el día comiendo pollo y antes de acostarse también
comen pollo.
El hecho de utilizar como referencia un solo producto de la canasta
básica le quita peso al argumento; pero, además, está el detalle de la
comparación. El mandatario se refiere al año 2011, obviando los años
siguientes, especialmente 2018 y 2019, previos a la pandemia y a su llegada al
poder. Ese detalle politiza el análisis, pues da la impresión de que lo que
deseaba era responderle a uno de los candidatos presidenciales de la oposición,
que fue presidente de la República en 2011 y ha sido un crítico constante de
los aumentos de precios en esta gestión, especialmente del pollo.
Lo ideal habría sido que el Presidente comparase el salario mínimo y su
poder de compra, con la canasta básica del momento, lo que le habría dado un
carácter analítico más técnico y menos parcializado o politizado que el
presentado en el discurso.
Y, de hecho, cuando se hace la comparación, entonces se tiene que
actualmente el poder de compra de los dominicanos es menor al de 2011. Esto así
porque en 2011 asumiendo un salario mínimo promedio como el citado por el
mandatario: RD$7,583 mensuales, y tomando en cuenta que el costo de la canasta
básica del quintil 1, el de menos ingresos, era RD$11,265, se tiene que con ese
sueldo se podía comprar el 67.3% de ese conjunto de productos.
Sin embargo, al cierre de 2022, con un salario mínimo promedio de
RD$16,262 mensuales, como citó el Presidente, y a sabiendas de que la canasta
básica del quintil 1 está en RD$25,725, se tiene que el poder de compra de ese
sueldo es un 63% del conjunto de productos de referencia.
Dicho en menos palabras, en 2011 el salario mínimo promedio alcanzaba
para comprar el 67% de la canasta básica más baja, mientras que en 2022 el
sueldo actual solo permite comprar el 63% de la misma canasta, en igual quintil
o segmento poblacional.
Esa debe ser la razón por la que los amigos economistas del presidente
Abinader prefirieron presentarle un “pollo index” y no una comparación real de
salario mínimo versus canasta básica, a los fines de mostrarse a la población
una verdad que, como quiera, ya sabe, pues basta con ir a los colmados,
almacenes, supermercados y ventorrillos para darse cuenta de que actualmente
los productos de la canasta básica están mucho más caros que en el pasado y que
la proporción en que se han ajustado los salarios es más lenta.
En todo caso, no está en discusión el hecho de que ningún gobernante
desea que los precios de los productos aumenten en perjuicio de la población.
Son circunstancias internas y externas que nadie desea, por lo que en lugar de
hacer comparaciones “politiqueras”, las autoridades deberían concentrarse aún
más en sus esfuerzos por evitar mayores incrementos de precios.
Ya lo había dicho el propio presidente Luis Abinader en un reciente
discurso político: “dominicanos, no miren atrás”. Pero ahora es él quien está
mandando a la población a mirar hacia atrás, con el riesgo de que se vayan a
dar cuenta de que, quizás, esos tiempos de atrás fueron mejores que los de
ahora. ¡Cuidado!
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