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    miércoles, 5 de abril de 2023

    Perdonar


    Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

     




    Perdonar

    “Padre perdónalos, porque no sabe lo que hacen”

    (Lc 23,24)

     

    Si mañana tuvieras que morir, y tuvieras que llamar a alguien para pedirle perdón, ¿a quién llamarías? Un autor llamado Lewis B. Smedes, dijo que “Perdonar es poner en libertad a un prisionero y descubrir que el prisionero eras tú”.

     

    Cuando no perdonamos, somos susceptibles al odio, vivimos acontecimientos terribles, ya que el odio siempre trae desgracia. El que odia se queda solo, es como un carbón encendido que tomas en manos y te quema. Es como tomar un veneno esperando que el otro muera y quien vive envenenado de por vida es uno mismo.

     

    Por eso, debemos orar por las personas que nos han hecho daño. ¿Cómo perdono a alguien? ¿Cómo hacer para perdonar? Solos no somos capaces, lejos de Jesús no podemos hacer nada, nos quedan las heridas abiertas. Por eso debemos pedir la gracia de perdonar.

     

    Jesús es el perdón encarnado. El que perdona, termina rodeado de las personas que ama, nunca termina solo. El que perdona suelta el carbón. El perdonar es como una flor que, aunque pisoteada, ha dejado su olor.

     

    El perdón es para humildes, tal como lo hizo nuestro señor Jesús en la cruz “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Dios nos ha dado más que esto. Ha sido bueno con cada uno de nosotros, por eso decimos en el Padre Nuestro, perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.


    El que odia usa la ley del talión, ojo por ojo y diente por diente. El que perdona, pone la otra mejilla, perdona setenta veces siete. Con nuestro pecado crucificamos otra vez a Jesús. ¿Quién eres tú para no perdonar? Dios es generoso, pero no somos capaces de perdonar a quien nos hizo daño.

     

    ¿Cuándo te ha tocado viajar dentro o fuera del país, cómo viajas? ¿Con mucho equipaje? ¿O viajas de una manera ligera?  Con el perdón pasa algo parecido. el que perdona es a aquel que viaja de manera ligera, teniendo un corazón sin cosas pendientes que solucionar.

     

    El que perdona elimina toda codicia, envidia, egoísmo y temor. Cuando llevamos un corazón ligero, es fácil movernos a cualquier lugar, nos movemos entre las personas que queremos sin odio ni resentimientos. Estamos listos para estar entre una multitud y sentirnos tranquilos, como también, estamos listos para emprender un viaje con Jesús a cualquier lugar donde quiera que le acompañemos.

     

    Cuando perdonamos, mejoramos nuestra vida emocional, nos quitamos un peso de encima, sentimos una sensación de paz y podemos comprender mejor el dolor y el sufrimiento nuestro y ajeno. Vemos lo que nos sucede con mayor claridad. Por ende, tratamos a los demás como queremos que nos traten a nosotros.

     

    Si te perdonas a ti mismo, descubrirás que nadie es perfecto y todos nos equivocamos. Decide hoy perdonarte a ti mismo por los errores del pasado y deja de estar cargando ese equipaje emocional. Asegúrate de grabarte también las lecciones que puedes aprender de tus errores, y escribe cómo puedes aplicar esas lecciones en el futuro. Muchas veces a nosotros mismos, nos tenemos menos misericordia que a los demás.

     

     

    No podemos cambiar a nadie. Tenemos que trabajar en nuestro corazón y nuestro corazón debe prepararse para purificarse.

     

    ¿Qué podemos hacer para perdonar como Jesús? Orar por las personas que nos han hecho daño. ¿Cómo perdono a alguien? ¿Cómo hacer para perdonar?  

     

    En esta Pascua de Resurrección pidamos la gracia de perdonarnos y perdonar, olvidemos el dolor, como lo hizo Jesús, quien a sabiendas de cuán doloroso sería su destino, nos perdonó y dio su vida en favor del perdón de nuestros pecados. El perdón es dos veces bendito y el que más se beneficia es que el perdona.

     

    Imaginemos que el odio es una lanza que nos clavaron en el corazón. Deja una cicatriz, como esa que le dejaron a Jesús en su costado. Perdonar es, que esa lanza que nos hiere salga y nos liberemos del dolor. Dejemos de lamentar nuestro dolor. Un corazón noble, perdona y sana todo.

     

    En esta Semana Santa, a pesar de las veces que hemos traicionado a Jesús con nuestros pecados, imploremos su perdón para así recibir el abrazo santo de la paz, para cuando llegue la vigilia pascual, podamos levantar nuestro rostro al cielo y ver la luz de la resurrección.





     

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