Generaciones | Renato Martinez
El Papa: En el encuentro
entre jóvenes y ancianos Dios nos da su futuro
Este jueves, 15 de junio, se
publicó el Mensaje del Santo Padre para la III Jornada Mundial de los Abuelos y
de los Mayores, que se celebrará el domingo 23 de julio. El Pontífice recuerda
que, “la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores quiere ser un pequeño
y delicado signo de esperanza para ellos y para toda la Iglesia”.
“Son los ancianos quienes nos
transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios. Tanto la Iglesia como la
sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para
construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su compañía y no los
privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados”, este es el centro
del Mensaje del
Papa Francisco para la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores,
que se celebrará el IV domingo de julio, en vísperas de la conmemoración de San
Joaquín y Santa Ana, los abuelos de Jesús y que fue publicado este jueves, 15
de junio de 2023.
«Su
misericordia se extiende de generación en generación»
En su Mensaje –
firmado en San Juan de Letrán, el 31 de mayo pasado, Fiesta de la Visitación de
la Bienaventurada Virgen María – el Santo Padre señala que, el tema de esta III
Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, es un tema que nos reconduce a
aquel encuentro bendito entre la joven María y su pariente anciana Isabel,
quien llena del Espíritu Santo, se dirige a la Madre de Dios con palabras que,
a distancia de milenios, acompasan nuestra oración cotidiana del Ave María. Y
el Espíritu Santo, que ha descendido ya sobre María, la impulsa a responder con
el Magníficat, en el que proclama que la misericordia del Señor se extiende de
generación en generación.
“El
Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones
distintas, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y ancianos. Efectivamente,
Dios desea que, como hizo María con Isabel, los jóvenes alegren el corazón de
los ancianos, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el
Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los
márgenes de la vida, como por desgracia sucede frecuentemente”.
Reflexionar
sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos
El Papa Francisco también señala
en su Mensaje que, este año, la cercanía entre la celebración de la Jornada
Mundial de los Abuelos y de los Mayores y la de la Juventud; ambas tienen como
tema la “prisa” de María para ir a visitar a Isabel, y de ese modo nos llevan a
reflexionar sobre el vínculo entre los jóvenes y los ancianos.
“El Señor
espera que los jóvenes, al encontrarse con los ancianos, acojan la llamada a
custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una
historia más grande. La amistad con una persona anciana ayuda al joven a no
reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus
capacidades. Para los más ancianos, en cambio, la presencia de un joven les da
esperanza de que todo lo que han vivido no se perderá y que sus sueños pueden
realizarse”.
En definitiva, escribe el Pontífice,
la visita de María a Isabel y la conciencia de que la misericordia del Señor se
transmite de una generación a la otra revelan que no podemos avanzar solos y
que la intervención de Dios se manifiesta siempre en el conjunto, en la
historia de un pueblo.
El tiempo
tiene que ser vivido en su plenitud
Por ello, el Santo Padre indica
que, para acoger mejor el estilo de actuar de Dios, recordemos que el tiempo
tiene que ser vivido en su plenitud, porque las realidades más grandes y los
sueños más hermosos no se realizan en un momento, sino a través de un
crecimiento y una maduración; en camino, en diálogo, en relación.
“Por ello,
quien se concentra sólo en lo inmediato, en conseguir beneficios para sí rápida
y ávidamente, en tener ‘todo enseguida’, pierde de vista el actuar de Dios. Su
proyecto de amor, por el contrario, atraviesa pasado, presente y futuro, abraza
y pone en comunicación las generaciones. Es un proyecto que va más allá de
nosotros mismos, pero en el que cada uno de nosotros es importante, y sobre
todo está llamado a ir más allá. Para los más jóvenes se trata de ir más allá
de esa inmediatez en la que se confina la realidad virtual, la cual muchas
veces distrae de la acción concreta; en el caso de las personas mayores se
trata de no hacer hincapié en las fuerzas que decaen y de no lamentarse por las
ocasiones perdidas. Miremos hacia adelante”.
En este sentido, el Papa invita
a que, nos dejemos plasmar por la gracia de Dios que, de generación en
generación, nos libra del inmovilismo en el actuar y de los remordimientos del
pasado.
En el
encuentro entre jóvenes y ancianos Dios nos da su futuro
El Santo Padre también señala
que, en el encuentro entre María e Isabel, entre jóvenes y ancianos, Dios nos
da su futuro. El camino de María y la acogida de Isabel abren las puertas a la
manifestación de la salvación. A través de su abrazo, la misericordia de Dios
irrumpe con una gozosa mansedumbre en la historia humana.
“Quisiera
pues invitar a cada uno de ustedes a pensar en aquel encuentro, más aún, a
cerrar los ojos y a imaginar, como en una foto, aquel abrazo entre la joven
Madre de Dios y la madre anciana de san Juan Bautista; a representarlo en la
mente y a visualizarlo en el corazón, para fijarlo en el alma como un luminoso
icono interior”.
No dejemos
solos a los ancianos, su presencia es valiosa
Por ello, el Papa Francisco
invita a pasar de la imaginación a la realización de un gesto concreto para
abrazar a los abuelos y a los ancianos. No los dejemos solos, su presencia en
las familias y en las comunidades es valiosa, nos da la conciencia de compartir
la misma herencia y de formar parte de un pueblo en el que se conservan las
raíces.
“Sí, son
los ancianos quienes nos transmiten la pertenencia al Pueblo santo de Dios.
Tanto la Iglesia como la sociedad los necesita. Ellos entregan al presente un
pasado necesario para construir el futuro. Honrémoslos, no nos privemos de su
compañía y no los privemos de la nuestra; no permitamos que sean descartados”.
Un pequeño
y delicado signo de esperanza para ellos y la Iglesia
Finalmente, el Pontífice
concluye su Mensaje invitando a todos —diócesis, parroquias, asociaciones y
comunidades— a celebrar esta Jornada, poniendo en el centro la alegría
desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y ancianos.
“A ustedes, jóvenes, que se están preparando para ir a Lisboa o que vivirán la Jornada Mundial de la Juventud en sus lugares de origen, quisiera decirles: antes de ponerse en camino vayan a encontrar a sus abuelos, hagan una visita a un anciano que esté solo. Su oración los protegerá y llevarán en el corazón la bendición de ese encuentro. A ustedes ancianos les pido que acompañen con la oración a los jóvenes que van a celebrar la JMJ. Estos muchachos son la respuesta de Dios a sus peticiones, el fruto de lo que sembraron, el signo de que Dios no abandona a su pueblo, sino que siempre lo rejuvenece con la fantasía del Espíritu Santo”.
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