Vida Religiosa | Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
15 de junio: santa Germaine Cousin, la cenicienta
que apareció incorrupta
Su cuerpo
apareció sin descomponerse 43 años después de morir, cuando buscaban sitio para
enterrar a un noble. Enferma y despreciada por su familia, especialmente por su
madrastra, es patrona de los niños abandonados
A veces a
los santos hay que buscarlos entre las tumbas, porque en vida no mostraron a
nadie el menor indicio de su santidad. Es lo que pasó con la joven Germaine
Cousin, despreciada por todos en vida y ensalzada años después de su muerte.
Todo comenzó en 1644, cuando se abrió su sepultura ante el altar de la iglesia
de Pibrac, una población muy cerca de Toulouse (Francia), para dejar sitio a un
noble de la región. Dentro apareció el cuerpo incorrupto de una joven,
excepcionalmente bien conservado. Ese prodigio llegó a oídos de una dama de la
nobleza local, la señora de Beauregard, que desesperada por una úlcera en el
pecho y por la escasa salud de su hijo acudió a pedir la intercesión de la
difunta. Se curaron los dos y, de pronto, todo el mundo quiso conocer más de
esa joven que había fallecido 43 años antes. Así, con los recuerdos de unos y
de otros, se recompuso la historia —la desdichada historia— de Germaine Cousin.
Nació en
1579 en Pibrac en una familia de granjeros. Fue una niña enfermiza que padecía
de escrófula, una tuberculosis de los ganglios linfáticos del cuello. Su mano
derecha estaba deformada. La madre murió cuando Germaine era tan solo una niña
y su padre se casó años más tarde con otra mujer que quería a la niña lejos,
por vergüenza y por evitar el contagio. Sufrió tal abandono que la pequeña
aprendió a gatear para comer del mismo plato que el perro. En una ocasión fue
abandonada por su madrastra tres días en el corral y en otra le echó por encima
agua hirviendo.
Para no
verla le encargaron cuidar a las ovejas en el monte. De hecho, dormía en el
mismo establo que los animales. Sus hermanastros le ponían ceniza en la comida
y ensuciaban con brea su ropa, como una cenicienta sin final de cuento. Todos
se burlaban de ella en el pueblo, la insultaban y la maltrataban, por lo que el
único amigo que pudo encontrar en sus paseos solitarios por el monte fue Dios.
Los
domingos acudía con fervor a la celebración de la Misa, siempre aparte de su
familia. Años después, una anciana del pueblo atestiguó haber visto detenerse
el río cuando Germaine Cousin lo cruzó un día para ir a la iglesia. Muchos se
sorprendieron de que durante esos ratos en el templo ninguna de sus ovejas
hubiera sufrido un ataque de los lobos.
El
cambio de su madrastra
En el monte
se habituó al rezo del rosario y a las oraciones sencillas. «Querido Dios, por
favor, no me dejes tener demasiada hambre o demasiada sed. Ayúdame a complacer
a mi madre. Y ayúdame a complacerte», pronunciaba mirando al cielo. Con los
mendigos compartía su poca comida y a los niños que se cruzaba por la calle les
hablaba de Dios. Poco a poco, sus paisanos empezaron a tratarla con respeto. Su
bondad y su piedad fueron cada vez más conocidas, lo cual, lejos de apaciguar a
su madrastra, más bien la enfureció.
Un día, la
mujer vio salir del granero a un mendigo al que Germaine había dejado dormir.
«¿Qué llevas ahí?», le espetó cuando fue a pedirle explicaciones, pensando que
había robado comida para dársela al pobre. Pero Germaine abrió su delantal y de
él cayeron un montón de flores, algo totalmente imposible, pues aún no había
pasado el invierno. La joven cogió una de ellas y le dijo: «Por favor, acepta
esta flor, madre. Dios te la envía en señal de su perdón». Aquello debió de
conmover a su madrastra, que poco después invitó a la joven a volver a vivir
con ellos en casa. Sin embargo, ya se había acostumbrado a su colchón relleno
de sarmientos y a sus soledades con Dios.
El 15 de
junio de 1601 su padre la encontró muerta en el granero. Su fama de santidad
hizo que fuera enterrada en la iglesia del pueblo, pero pronto desapareció de
la memoria de sus vecinos hasta el citado episodio en que su cuerpo fue
descubierto incorrupto. En 1793, durante la Revolución francesa, su sepulcro
fue profanado. Echaron cal encima. El sepulcro solo se dañó en las partes
alcanzadas por la cal: el resto estaba intacto.
En total,
más de 400 milagros se le atribuyen a Germaine Cousin. La joven que una vez fue
despreciada por los suyos es venerada hoy como santa y patrona de los
abandonados y de las víctimas de cualquier abuso y maltrato, especialmente
niños.
Bio
·
1579: Nace en Pibrac (Francia)
·
1601: Muere en su pueblo natal
·
1644: Se descubre su cuerpo
incorrupto
·
1793: Revolucionarios profanan
sus restos
·
1867: Es canonizada por Pío IX
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