Vida Religiosa | Julio Pernús, prensa IPL
Los
Jesuitas en la República Dominicana
Con
un lomo rojo, letras de color oro y un gran sello IHS en su tapa, Los
Jesuitas en la República Dominicana del P. José Luis Sáez S.J., llegó
a mis manos gracias al ofrecimiento tímido de un estante de la biblioteca del
IPL (Instituto Politécnico Loyola), y no me arrepentí de mi elección. En sus
páginas, no solo habitaba un libro de historia, más bien, cada elemento me
ayudaba a ver en fotografía narrativa la vida de una orden religiosa que se ha
dejado la piel en su querida Quisqueya.
El lector podrá reír con las ocurrencias descritas en los relatos que el P.
Sáez S.J. logra sacar a la luz y aprenderá que la espiritualidad ignaciana y
República Dominicana, son un matrimonio que ha sido sellado con las vidas de
hombres y mujeres de Dios, entregados por completo al servicio de la misión en
este país. Entre los valores de la obra resalta que no es apologética, pues
describe la historia a través de testimonios y documentos de la época y lo hace
a riesgo incluso de mostrar las equivocaciones de la orden, pues al final, en
toda labor humana siempre hay luces y sombras.
Las
fronteras de la humanidad son un espacio de singular importancia para la
Compañía de Jesús, por eso, no debe extrañar al lector que Dajabón haya sido el
lugar escogido para la refundación de la orden en República Dominicana. Al
final, es parte del modo de proceder histórico de los jesuitas el caminar junto
a los excluidos.
El tiempo para los jesuitas -según nos narra el texto- es un material de
construcción para un horizonte esperanzador, pues leemos que, ante cada
obstáculo, han sabido reivindicarse y dar la cara para cumplir con su misión
evangelizadora. Una descripción interesante de la labor jesuita en República
Dominicana la ofrece el Cardenal Octavio A. Beras Rojas en el prólogo, cuando
afirma que "gracias a la Compañía comenzó a alborear la primavera de una
nueva vida apostólica en el país”.
Tuve la dicha de conocer al P. José Luis Sáez S.J. en un viaje que hizo a La
Habana hace unos pocos años atrás y sé de su amor por la historia. Él plantea
con sus reflexiones e indagaciones una de las cuestiones propias de este
comienzo de siglo: la preocupación por vincularse a la memoria y salvarla,
mostrando con verdad la superficie de los hechos dejados atrás.
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