Jueves de Cine | Julio Pernús
Enterrando una ambición: un diálogo cinematográfico sobre el racismo
estructural
Suelo perseguir las películas basadas en hechos reales, no siempre consigo
encontrar en ese género un buen guión, pero no puedo negar que pasé un rato
agradable con Enterrando una ambición. Maggie Betts, su directora, no es una
cineasta del mero entretenimiento y lo demostró cuando ganó el premio a
dirección revelación en el Festival de Cine de Sundance por su primer
largometraje, Novitiate. Ahora, deseo
colocar sus ideas, también fue co-guionista junto a Doug Wright en un tema de
gran relevancia en la actualidad en sociedades como la nuestra: el racismo
estructural.
Jamie Foxx encarna a Willie E. Gary, un conocido abogado afroamericano de
los años ’90 que se especializa en "daños personales", el papel le
queda perfecto y además lo hace con una soltura típica de quien se siente
cómodo con su personaje. De vital trascendencia resulta contemplar la historia
que lo hizo descubrir su vocación por los pobres, la misma puede suceder
actualmente en cualquier lugar del municipio Playa, en La Habana, o en Torre
Piantini, en Santo Domingo, zonas donde el ser negro te excluye de “pertenecer”
al ambiente social de ciertos barrios que se caracterizan por ensalzar una
clase blanca adinerada.
El otro personaje principal de la película es O’Keefe (Tommy Lee Jones), un
hombre de familia que dirige un negocio funerario en Misisipi. Lo que más desea
en la vida es preservar el legado de su padre y heredar a sus hijos y nietos
una empresa estable. Tristemente, O’Keefe hizo tratos con la persona
equivocada, el Grupo Loewen, encabezado por Raymond Loewen (Bill Camp). Aunque
en un principio acepta los términos de Loewen, le da largas a la firma del
contrato con la intención de llevar a su deudor a la quiebra y tener así el
camino libre para monopolizar la industria funeraria en Misisipi.
Enterrando una ambición, basada en el artículo de Jonathan Harr para el New
Yorker, es una buena oportunidad para profundizar en una denuncia a los malos
modos de proceder de grandes trasnacionales y al racismo estructural que puede
existir encubierto de deseo de progreso. Deseo destacar el valor de la relación
entre O’Keefe y Willie E. Gary, que reproduce con claridad el concepto de
amistad social conceptualizado por el papa Francisco.
Optar por los pobres es, en primer lugar, como nos muestra esta trama,
abrir bien nuestros ojos para ver su condición de inhumanidad a causa del
aplastamiento que sufren de su dignidad. Recomiendo detenernos frente a la
escena de la esclavitud y la contemplación del cementerio donde eran enterrados
los negros en la época de la segregación americana. Enterrando una ambición nos invita a
descubrir qué provoca esta situación, y desolidarizarse de esos elementos, sean
personas, relaciones o estructuras raciales que te inducen al bien menor en
situaciones donde puedes hacer un bien mucho mayor.
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