Evangelización | Carlos Pérez Laporta
El Poderoso ha hecho obras grandes por
mí
Viernes de la 3a
semana de Adviento / Lucas 1, 46-56
Evangelio: Lucas 1, 46-56
En aquel
tiempo, María dijo:
«Proclama mi
alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque
ha mirado la humillación de su esclava”.
Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación”.
Él hace proezas
con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a
“nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó
con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
Comentario
Cuando Dios se
presenta en nuestras vidas el alma se ensancha más allá de sus confines: «Proclama
mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador».
María tiene una alegría que no cabe en su corazón, que le desborda y está «en
Dios». La tiene y no la tiene, al mismo tiempo, porque no es suya, pero le ha
sido dada. Es una alegría que es una relación. Porque acontece en su corazón,
pero mana del corazón mismo de Dios.
«Ha mirado la
humildad de su esclava»: percibir su mirada sobre nosotros, sabernos mirados y
atendidos por su amor, es precisamente lo que llena el corazón de esa alegría.
Porque su mirada engrandece nuestra vida. Ser mirados por Él nos hace más
grandes de lo que seríamos por nosotros mismos. Nuestra vida vale la atención
de Dios. En nuestra vida acontece algo que merece el interés de Dios. Dios
espera el cumplimiento de algo en nuestra vida, con expectación. Esa
expectativa de Dios ensancha nuestra vida por encima de todas las fronteras y
de todos los límites: «el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: […] dispersa a
los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los
humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide
vacíos».
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