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    miércoles, 14 de febrero de 2024

    La Cuaresma: Símbolo del amor de Dios


    Meditaciones | Sandy Yanilda Fermín

     


    La Cuaresma: Símbolo del amor de Dios

     

    El sábado pasado durante la catequesis, cantábamos con los niños la canción: “El amor de Dios es maravilloso”. Qué maravilloso y a la vez coincidencia, es que, el mismo Día del Amor y la Amistad, es el Miércoles de Ceniza. Según pude investigar, eso no ha sucedido en los últimos 60 años y solo ocurre tres o cuatro veces en un siglo.

     

    Miércoles de Ceniza y Día de San Valentín es una gracia, ya que San Valentín fue un santo mártir, que ofreció su vida anunciando y denunciando el mal de sus tiempos para conseguir la gracia de Dios. Por lo regular, este día de San Valentín, se entregan chocolates a amistades y amigos, sin embargo, Dios nos invita hoy, a entregar nuestro corazón completo, sobre todo a aquellos a los que él ha llamado a su vocación.

     

    Hoy, muchas cenas románticas se dejarán, para acompañar a Jesús, a un milagro de amor: el más grande todos los amores, la entrega de Dios de regalarnos a su Hijo, cuando hizo ese pacto de amor. El Miércoles de Ceniza es elegir una relación de amor, de tranquilidad y arrepentirnos de nuestros pecados para poder creer en el evangelio.

     

    Jesús siempre marcó la diferencia con los detalles y ese fue uno de sus mejore dones, por ende, demostremos afecto todos los días. Hoy seamos detallistas con nuestra sencillez. Elijamos orar por alguien, enviemos una canción, regalemos una sonrisa, vamos a llamar a un amigo o una familiar, que tenemos mucho que no lo hacemos. Vamos a ofrecer nuestro tiempo, a donar dinero, a comprar una comida, a dejar huella en cada momento.


    Quizás muchos de nosotros, quisiéramos recibir una tarjeta que supere nuestras expectativas, sin embargo, en la realidad lo que queremos es un amor infinito y definitivo. Un amor que nos llegue como un regalo. Mas como, Dios nos ama en su infinita bondad, regalemos esperanza a los demás.

     

    El Miércoles de Ceniza es una llamada a la conversión para alejarnos del pecado y recordar en Jesús su pasión, muerte y resurrección.  Es un recordatorio a la obra salvífica de Dios, a confiar en su plan perfecto para cada uno de nosotros.

     

    La Iglesia nos invita a realizar sacrificios, donde en esas penitencias, el objetivo es purificar nuestros corazones y con nuestras intenciones, encontrar el misterio verdadero, que es nuestra redención.

     

    Así como las personas quieren tener una persona llena de fe y educada para estar a su lado, una relación exclusiva, la Iglesia nos llama a darnos de manera total en cuerpo y el alma a su servicio.   

     

    Con el ayuno y la abstinencia, estamos llamado a disciplinar nuestro cuerpo para encontrarnos cara a cara con Jesús mismo, quien nos invita a renunciar a cosas y así confiar, en que él nos liberará de la esclavitud, para alejarnos del pecado, de los deseos mundanos. Esta Cuaresma nos debe conducir a una relación más profunda con Dios. A vivir el autocontrol, a ser más paciente y, por ende, a morir a la vanidad de las cosas.

     

    La limosna no es para sentirnos mejores que los otros, sino para tener una motivación maravillosa y crear cierta dependencia de Dios y de su misericordia. Una cosa, podría ser dejar de estar en las redes sociales y tener más tiempo para orar.

     

    Esta Cuaresma y día del amor, que sintamos que no estamos solos. Que no carguemos con nuestra cruz sin pedir ayuda. Es buscar a un cirineo que de vez en cuando la cargue junto a nosotros y así no sentirla tan pesada. Debemos sentir que, como cristianos, estamos juntos hasta el final.

     

    Que hoy celebremos la alegría del cielo, vamos a reunirnos en familia. Vamos a crear una acción de amor hacia alguien que nos necesita. Las flores que íbamos a regalar, llevémoslas a un familiar, para que nuestra alma esté orientada al sacrificio y acompañemos a Jesús en la cruz.

     

    Que cuando nos coloquen la ceniza, podamos, reflexionar de cuál polvo estoy saliendo, y en cuál polvo me convertiré. Que en vez de llenarme de cenizas como en los viejos tiempos, durante la imposición, pueda ver la mala vida que llevo y buscar, la nueva vida en que me convertiré.

     

    Esta vida terrenal que tenemos es temporal, que los 40 días que duraremos en el desierto, nos preparemos a la conversión, la cual es todos los días. Que hoy, los que no tienen un amor, sientan la complementariedad del amor de Jesús. Que esa alianza eterna, sea convertida en un milagro de amor infinito y cuando concluya la cuaresma, veamos un nuevo renacer en nuestras vidas, salgamos renovados y llenos de resurrección, cual torrente de agua viva.





     

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