La Familia | Adriana Masotti
Monseñor Caccia: Proteger a
la familia es fundamental para garantizar el desarrollo social
El observador
permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas habló ayer en Nueva York
en la 62ª sesión de la Comisión que trabaja para la implementación de la Agenda
2030: es necesario comprometerse "con los pobres y en situación de
vulnerabilidad" y por esta razón, se debe garantizar el acceso a la
educación para todos, un trabajo justamente remunerado y sistemas de pensiones
más sólidos.
"Para
demasiadas personas, satisfacer las necesidades básicas sigue siendo una lucha
diaria": parte de esta constatación el discurso de monseñor Gabriele
Caccia en Nueva York, en la 62ª sesión de la Comisión de Desarrollo Social de
las Naciones Unidas, cuya tarea es apoyar políticas capaces de acelerar los
progresos en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible
y el alcance del objetivo general de la erradicación de la pobreza. Pero en su
discurso hubo una segunda afirmación fundamental y es la importancia de la
familia, "central para el desarrollo social, no accesoria ni tangencial,
ni mucho menos nociva".
Para el desarrollo: educación, trabajo y salarios
dignos
El observador
permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas destacó, asimismo, la
obligación especial de la organización "hacia quienes son pobres y se
encuentran en situaciones de vulnerabilidad", y el deber de "aliviar
los efectos de la pobreza abordando primero sus causas profundas".
Monseñor Caccia indicó algunas intervenciones que deben promoverse para
aumentar la protección social, como, por ejemplo, los sistemas de pensiones y,
por tanto, la educación - que para el Papa Francisco, recuerda, es "el
principal vehículo del desarrollo humano integral porque hace a los individuos
libres y responsables" - y debe garantizarse a todos. Además, una
condición esencial para el desarrollo es "el acceso a un trabajo digno y
con una remuneración justa para todos", trabajo que "debe realizarse
en condiciones dignas y seguras" y debe permitir "a los trabajadores
mantener y disfrutar de la vida familiar y del tiempo libre". Mons. Caccia
señaló también que, por el contrario, hoy muchos jóvenes se enfrentan al desempleo
o al subempleo, mientras que las personas mayores se ven obligadas a posponer
la jubilación debido a la inseguridad económica.
La familia es central, a menudo menospreciada y
denigrada
La familia es
central para el desarrollo, afirmó el representante pontificio. Es, subrayó,
"la primera sociedad que cada uno de nosotros conoce" y la
Declaración Universal de Derechos Humanos la define como "el grupo natural
y fundamental de la sociedad" y reconoce su "derecho a la protección
por parte de la sociedad y del Estado". Sin embargo, en realidad esto no
siempre sucede. De ahí la contundente declaración del prelado: "Con
ocasión del trigésimo aniversario del Año Internacional de la Familia, mi
delegación está profundamente preocupada por el hecho de que la familia es cada
vez más menospreciada o incluso denigrada en sedes internacionales". Y
subrayó: ante el desarrollo social la familia "no es accesoria ni
tangencial, ni mucho menos nociva".
Lugar de atención, escuela de humanidad
Monseñor
Caccia citó al Papa Francisco según quien la familia es una escuela de
humanidad más profunda", es "el primer lugar donde se viven y
transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la unión y del
compartir, de la atención y del cuidado por los demás. En la familia, continuó
sus miembros, desde los más jóvenes hasta los mayores, encuentran apoyo y
cuidados irremplazables. "Por esta razón - concluyó - las políticas
sociales deben apoyar a la familia en su papel esencial para lograr la justicia
social y el desarrollo social".
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