Humanismo Integral | Patricia Ynestroza
Acompañar al enfermo: la
muerte debe ser acogida y no suministrada
Ante el primer
caso de eutanasia en Perú, la Conferencia Episcopal Peruana ha emitido un
comunicado en el que recuerdan que la vida es un derecho, y por consiguiente la
muerte digna, y ningún juez puede legitimar el suicidio de la persona en fin de
vida. Entrevista con un médico objetor de conciencia que responde cómo
acompañar al enfermo terminal.
La Conferencia
Episcopal Peruana publicó esta semana un comunicado sobre la primera aplicación
de la eutanasia en el país, que puso fin a la vida de Ana Estrada, vulnerando
su derecho inalienable a la vida. En el 2021, los obispos habían hecho público
un comunicado sobre el mismo tema. Ante el caso de Estrada, los obispos
recuerdan que el “ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, posee una
intrínseca dignidad que nadie puede negarla ni restarla. Esta dignidad se hace
más profunda por la encarnación de Cristo, que tiene naturaleza humana y vive
la experiencia del ser humano”.
En otro
momento del comunicado, la Conferencia recuerda que
la Constitución del país establece con claridad que el “fin supremo de la
sociedad y del Estado es la defensa de la persona humana y el respeto de su
dignidad; esto es cuidar, respetar y promover la vida desde la concepción hasta
su término natural; por tanto, ninguna autoridad puede legítimamente imponerla
o permitirla”.
Contrarrestar la cultura de la muerte
Vatican News
habló con Luis María Santiago Eduardo Solari de la Fuente, médico y político
peruano. Ha sido presidente del Consejo de Ministros del Perú, y ministro de salud
del Perú. Ha colaborado con la Conferencia Episcopal Peruana en la
Comisión de Familia y Vida. "Ningún juez tiene derecho a ordenar a un
médico, contra la libertad de conciencia y de credo a procurar la muerte como
si fuera un tratamiento", sentenció el galeno.
Al preguntarle
sobre cómo concientizar al Pueblo de Dios sobre el aborto y la eutanasia, que
no son el camino justo para una vida, no pueden ser legitimados, el galeno dijo
que se contrarresta la cultura de la muerte con la educación, con una formación
humanista cristiana, que parta desde las escuelas primarias hasta la universidad,
en las parroquias y en la comunidad.
La vida es un derecho. No un descarte
Los obispos
recuerdan el documento del Papa sobre la muerte digna, Dignitas Infinita, en los números 51
y 52 donde se afirma que, “no hay ninguna situación, ni elemento alguno
que justifique dar muerte a un ser humano, pues, la vida humana, incluso en su
condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre,
que no puede perderse y cuyo respeto permanece incondicional”. Y
siguiendo con el documento papal, afirman que, el “cristianismo revela y
confiesa que el cuerpo humano es templo del Espíritu Santo y, por tanto, la
vida es un don de Dios recibido para cuidarla, por eso, ayudar al suicida a
quitarse la vida es una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo
pide, aunque con ello se cumpliese su deseo: «debemos acompañar a la muerte,
pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. La vida es un
derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”. Al
respecto, cómo acompañar a un enfermo terminal, que sufre terriblemente.
Normalmente hay un pastor, un guía espiritual que le acompaña, pero sus seres
queridos, cómo pueden acompañarlo en su dolor hasta el fin de sus días.
El médico
recomendó que el acompañante que estará cerca del paciente, debería estudiar la
Salvifici Doloris de San Juan Pablo II, sobre el valor del sufrimiento en el
cristiano, movido, hacia un acercamiento no al sufrimiento sino a la fuente de
la vida.
El aborto y la eutanasia, son el desprecio a la vida
Solari de la
Fuente afirmó que las instituciones tienen elementos para acompañar al enfermo
terminal como enfermerías las 24 horas, ventiladores en la casa si es
necesario, para esperar que la ciencia dé una solución, como terapias
alternativas. Afirma que ha habido casos que se le da al enfermo terminal
un tiempo final, y ha superado ese tiempo.
Como médicos
objetores de conciencia, acompañan a la persona, aplicando los principios
de la Doctrina Social de la Iglesia, en primer lugar, la dignidad de la persona,
procuran cambiar las condiciones del enfermo, trabajan con solidaridad para
aliviar el peso del dolor del enfermo y la subsidiaridad, entrenar, enseñar y
asistir a la familia a través de las instituciones.
Un testimonio del acompañar a un enfermo
Como médico ha
tenido pacientes terminales, ha visto a familias, que antes de esta situación
estaban divididas, y al estar cerca de su ser querido, entran en un proceso de
conversión familiar, afirmó por último, la familia se reunía alrededor del
paciente a orar por su salud, y cuando el paciente falleció, a esa familia le
quedó esa unión familiar. Esta situación abrió la puerta a un nuevo escenario.
"Cuando llega el sufrimiento a una familia en forma circunstancial, puede
ser valorado en su plena dimensión. Las comunidades tienen un papel importante,
dijo el médico y afirmó: "Santa Rosa de Lima fue una gran acompañante de
los enfermos y sus familias. Cuántas Santa Rosa hay hoy día que acompañan a los
enfermos".
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