Espiritualidad | Alcedo A. Ramírez
¡Tus pecados te son perdonados!…
¡Levante y anda!
Hoy nos enfrentamos a una narrativa evangélica
que puede parecer extraña a muchos, pero que resulta ser muy lógica y realista,
siempre y cuando estemos claros y convencidos de la divinidad de Jesucristo, el Hijo de Dios, quien vino al mundo
como el Mesías de Dios, para llevar
a feliz término la redención y salvación de la Humanidad. Precisamente, Cristo
Jesús ha cumplido a cabalidad con la encomienda del Padre, muriendo en la Cruz
por todo el género humano, pero también para conquistar a ricos y pobres.
En este día celebramos la Fiesta de Santa Isabel de Portugal,
una Reina consorte quien fue llevada a los altares por sus obras de
misericordia, en adición a su fe genuina como cristiana, por lo que siempre vivió
de acuerdo a las enseñanzas del Maestro
de Nazaret, a pesar de su condición regia. De igual manera, podemos ver en
una de las lecturas de la liturgia para hoy como Amós fue llamado, de su condición de cultivador y pastor a ser un
nuevo profeta de Dios. Así es la forma que Dios integra a todos los que quiere
a su proyecto de salvación del mundo.
Sin embargo, todos sabemos que el principal requisito para ser verdaderos
hijos de Dios, hermanos de Jesucristo y herederos del Reino, por obra y
gracia del Espíritu Santo, reside en la
fiel observancia de los Mandamientos de la Ley de Dios, que son muy
verdaderos y enteramente justos. No existe otro camino para la salvación y la
Vida Eterna que cumplir con dichos mandatos y normas, que nos ayudan a vivir de acuerdo a la Voluntad de Dios, a la vez que
amamos y tratamos a los demás como hermanos fraternos, miembros de una misma
comunidad cristiana y eclesial.
“¡Animo
hijo!, tus pecados están perdonados”.
Así es que Jesucristo responde a la muestra de fe que ha visto en las personas
que le trajeron al lisiado para que haga su obra milagrosa. Esta actitud de
Jesús sorprende y molesta a los escribas
que estaban observando la escena, pensando que ere una blasfemia y que
únicamente Dios puede perdonar los pecados. Este es un momento que aprovecha Jesucristo para enviar un mensaje a los que
estaban presentes, pero también a todo el mundo, de que su poder trasciende
lo humano, para adentrarse en el mundo espiritual.
Entonces viene ahora la escena en la
cual Jesús completa su obra milagrosa y redentora cuando ordena al lisiado paralitico:
“Ponte en pie, coge tu camilla y vete a
tu casa”. Al ver esto, la gente que estaba presente quedó sobrecogida por
el impacto de esta realidad, que mostraba la
forma en que Dios da su poder a las personas, como lo había dicho el mismo
Jesucristo, al revelar que cuando creemos y tenemos fe en Dios, seremos capaces
de hacer las cosas que hacia el mismo Cristo, y otras mucho mayores, para la
gloria del Padre. Pero los escribas y
sabios callaron, muestra de que no habían comprendido el mensaje divino.
Efectivamente, la narrativa del
Evangelio de hoy nos demuestra que el
ser humano tiene dos grandes tipos de dolencias y enfermedades que lo aquejan
en toda su vida, las espirituales y las físicas. Asimismo, podemos ver que Nuestro Señor Jesucristo tiene el poder
para sanar ambos tipos de malestares, por lo que nos debe quedar bien claro
que la Misión de Cristo en la tierra es
doble, celestial y terrenal, lo que le otorga un poder que va mas allá de su
condición de Verdadero Hombre, para que también lo reconozcamos como Hijo de
Dios.
Así las cosas, solo hay una manera de
concluir las enseñanzas de hoy, que Jesucristo sigue siendo el único Camino, Verdad y Vida.
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