Fe y Vida | Infomadrid
4 de septiembre: Moisés
Salvado de las aguas. Criado junto al Faraón. Elegido
para salvar a su pueblo. Instrumento de Dios en las plagas. Caudillo desde el
mar Rojo. Y ya en el desierto, el hombre de la Alianza: Amigo de Dios, padre
del pueblo, legislador, juez, guerrero, libertador…
Es el hombre fuerte como un titán que se resiste a
aceptar las debilidades de su pueblo.
Dios permite su fracaso. Viendo ya la Tierra
Prometida, muere con la esperanza incumplida de entrar en la tierra de Canaán.
El que extendió su mano en el mar y lo secó o hizo
brotar agua de la roca en el desierto, o consiguió de Dios el maná y las
codornices para quitar la hambruna no disfruta su máximo proyecto humano:
entrar en la Tierra de Promisión.
Con frecuencia, el sinsabor de la derrota humana es
permitido por Dios para que reconozcamos nuestra flaqueza. El fracaso en lo
humano marca la dependencia del Creador.
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