Reflexión | Hno. Pedro Acevedo
Señor, danos fuerzas…
Desde temprano, he estado pendiente de las
noticias en torno a la tragedia de la Discoteca Jet Set y me faltan palabras,
para hablar de la situación. El país está sumido en una especie de letargo o de
depresión colectiva y yo mismo, puedo decir que formo parte de la situación.
1. Agradezco, como lo expresé ayer, todas las
muestras de solidaridad de parte de ustedes, ante la situación que estamos viviendo.
La solidaridad se ha extendido en todos los ámbitos y tenemos rescatistas de
Puerto Rico, México e Israel, que están colaborando y apoyando al pueblo
dominicano en esta situación. Las instituciones del país, muchas empresas y
personas, se han volcado en ayuda, apoyo y sostén a las personas y familias que
están atravesando situaciones difíciles. Definitivamente, este es un pueblo
solidario. Gracias, a todos y todas.
2. El papa Francisco ha expresado su solidaridad,
a Monseñor Francisco Ozoria, Arzobispo de Santo Domingo, a través del
Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin y los sectores eclesiales en
el país, hemos estado muy atentos a la situación. En medio del dolor, la
confianza en el Dios providente y misericordioso nos abre posibilidades y nos
ayuda a no quedarnos en la situación misma, sino a vislumbrar a partir de la esperanza,
nuevos horizontes. El Señor es nuestra fuerza.
3. No es el momento para hablar de esas cosas,
pero hay que buscar el origen de la situación, de los fallos estructurales de
la construcción y de la dejadez de las autoridades y dueños de la discoteca. Es
un acto de responsabilidad y de respeto hacia el pueblo dominicano el dar la
explicación de la situación. En la prensa y en todos los medios he escuchado
personas muy competentes que empiezan el análisis de la situación. Se impone,
sin malicia alguna, el establecimiento de responsabilidades.
4. Hoy, es un día de muchas actividades y tendré
que sacar las fuerzas necesarias, para asumirlas y participar de las mismas. El
silencio y así, lo experimenté ayer en la eucaristía, es el arma poderosa y
necesaria en medio de los conflictos y nos nutrimos en este caminar, de la fe y
la confianza. El límite es el reconocimiento y aceptación de nuestras
debilidades y necesitamos detenernos y pedir fuerzas, para proseguir el camino
y asumir la dimensión espiritual en estas situaciones.
Señor, danos fuerzas ...que el dolor, nos ayude
a ser más humanos y confiar en ti.
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