Meditación | Hna. Angela Cabrera*
Alianza eterna: En todo momento
(Gn 17,3-9; Sal 104; Jn 8,51-59)
Hoy, jueves,
semana 5ª de Cuaresma, las lecturas te presentan la tensión que se aproxima en
la Semana Mayor. Nos enseñan a perseverar, en Jesús, siendo fiel al Padre en
todo momento, especialmente en tiempos difÃciles. ¿Dónde está la clave de dicha
fidelidad?
El libro del
Génesis recuerda el pacto que Dios hizo con Abrán; él estaba de bruces, o sea,
rostro en tierra, mientras el Señor le hablaba. La imagen recuerda que dicha
alianza no se establece entre dos partes iguales. Abrán es una criatura,
mientras que Aquel, quien toma la iniciativa, es el Creador. Por eso, en el
acto, hasta le cambian el nombre y le asignan otro, Abrahán. Indica un nuevo
comienzo, una nueva conciencia.
En el pacto
entre Dios y Abrahán hay criterios. Por un lado, el Señor garantiza:
descendencia abundante, tierra, crecimiento, libertad, fidelidad; se le exige,
por otra parte, guardar la alianza, ser fiel a ella. Observa cómo en tu vida de
fe, estás llamado a mantener la memoria fresca del fuerte comienzo de Dios
contigo. Tú también tienes un inicio consciente con Dios. Este principio es
como un retoño que hay que cuidar, custodiar, para que se fortalezca, se
sostenga, y crezca.
En el texto,
no se le describen a Abrahán las dificultades que tendrá que afrontar.
Sencillamente se le pide que sea fiel, y se garantiza la presencia constante
del Señor, su amor y su misericordia. A partir de ahÃ, no se sabe lo que viene.
Comienza entonces la aventura de la fe, principalmente cuando peregrina en
momentos oscuros.
La nueva
alianza se establece con Jesús. En el evangelio de hoy, según san Juan, lo
contemplas en obediencia y fidelidad al Padre, atravesando oscuridad y
tensiones entre los judÃos. En medio de amenazas cruciales, el Señor asegura
que quien guarda su Palabra no sabrá lo que es morir para siempre.
La alianza de
amor con el Señor trasciende los márgenes de este mundo. Es un pacto a ser
vivido en lo cotidiano, pero proyectado a largo plazo, en perspectivas eternas,
que exige paciencia, aguante, fidelidad. Tiene un sentido trascendente. No
deberÃa de condicionarlo circunstancias transitorias. Mientras vas de camino
puedes experimentar cambios de clima: lluvia, sol, nublados, etc., pero las
variaciones no indican que Dios haya cambiado de opinión. Sà implica que tengas
las vitaminas suficientes y necesarias para mantenerte en pie y saber
interpretar la manera en cómo Dios conduce y el propósito por el cual lo hace.
Quien no está
en comunión con el EspÃritu Santo no puede comprender las verdades de fe ni el
actuar del Señor en la historia. Por eso, algunos judÃos, en el pasaje de hoy,
se escandalizaban con las palabras de Jesús. Ellos aseguraban su fe en Dios;
sin embargo, Jesús les advirtió que no lo conocÃan. No se establece sentido de
pertenencia con alguien no reconocido ni identificado.
Jesús sà que
conoce al Padre, y por eso, nos lo ha revelado. Lo que para los judÃos del
texto fue motivo de tirar piedras a Jesús, para ti y para mà es fundamento de
fe. Por eso, este jueves eucarÃstico, distinto, por ser el último antes del
Jueves Santo, es un dÃa especial. La EucaristÃa es fuente de gracia y de luz,
es alimento del alma, para abrirse a las dimensiones trascendentes. La
adoración es el salón de belleza donde nos vamos preparando para la Pascua.
Preguntas que
llevan al silencio: ¿Tú has hecho compromiso con el Señor? ¿Dónde está dicho
compromiso; dónde ha quedado? ¿De dónde te alimentas para permanecer fiel a la
palabra que le diste? ¿En algún momento has sido infiel a tu alianza con el
Señor? ¿Has sentido vergüenza de tu infidelidad? ¿Qué provoca en ti la
confirmación de que Dios es eternamente fiel? ¿Cómo está tu paciencia para
atravesar momentos oscuros? ¿Las dificultades del camino, el cansancio, te
hacen tambalear? ¿Tú aguantas “piedras” o confrontaciones porque tienes
claridad de tu camino? ¿A quién estás obedeciendo? ¿Qué significa para ti la
obediencia en el silencio de Dios? ¿Cómo defines tu corazón: él es dócil,
abierto, cerrado? ¿Estás pidiendo luz al EspÃritu Santo para acoger el misterio
pascual? ¿Qué significa para ti tener una vida alimentada por la EucaristÃa?
¿Cuál es tu salón de belleza?
Señor: como lo
afirma el salmista, queremos recordar tu alianza por siempre. Danos la gracia
de mantener memoria de tu paso por nuestras vidas. Que, en tiempos difÃciles,
marcados por la tragedia, mantengamos la esperanza, la comunión contigo. En la
oscuridad de la noche, Señor, deseamos abandonarnos en ti. Oramos por todas las
personas que han partido de este mundo de forma inesperada. Que el Señor les dé
el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna. Santos y santas de Dios,
rueguen por nosotros.
¡Seamos
santos!
*DiscÃpula
Misionera por la Santidad
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