Nuestra Fe | P. Ciprián Hilario, msc
Homilía miércoles 9 de diciembre “Memoria de San Juan Diego”
(Lecturas:
Is 40,1-11; Sal 95; Mt 18,12-14)
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy
celebramos la memoria de San Juan Diego, el humilde indígena mexicano a quien
la Virgen de Guadalupe llamó “el más pequeño de mis hijos”. Las lecturas de
este martes de la segunda semana de Adviento nos preparan maravillosamente para
contemplar el mensaje que María dejó en el Tepeyac y que sigue repitiendo hoy:
Dios consuela a su pueblo, busca a la oveja perdida y se manifiesta con ternura
a los pequeños.
1.
Primera lectura: Isaías 40,1-11 – “Consolad, consolad a mi pueblo”
Puntos
principales:
- Dios ordena consolar a
Jerusalén: se acabó su tiempo de castigo, ha recibido doble por sus pecados.
- Una voz grita:
«¡Preparad en el desierto un camino al Señor!». Allanen valles, nivelen montes:
que venga Dios.
- Toda carne es hierba…
pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre.
- Sube a un monte alto, tú
que anuncias buenas noticias a Sión: «¡Aquí está vuestro Dios!». Viene
con poder, pero como pastor que apacienta su rebaño, reúne los corderos en sus
brazos y lleva de cerca a las recientes madres.
Este
texto es el gran anuncio del consuelo de Dios. Y ¿quién fue el
mensajero elegido en 1531 para llevar este consuelo al pueblo mexicano herido y
humillado? Precisamente un indígena pobre y sencillo: Juan Diego. Dios
no eligió a un obispo ni a un español poderoso, sino a uno de los “corderitos”
que él mismo lleva en brazos.
2.
Salmo 95 (96) – “Cantad al Señor un cántico nuevo”
-
Anunciad a los pueblos su gloria y sus maravillas.
-
El Señor es grande, merece alabanza y temor por encima de todos los dioses.
-
Decid a los pueblos: «¡El Señor es rey!».
3.
Evangelio: Mateo 18,12-14 – La parábola de la oveja perdida
Puntos
principales:
- ¿Quién de vosotros, si
tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el monte y
va a buscar la descarriada?
- Cuando la encuentra, se
alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
- Así, no es voluntad de
vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno de estos pequeños.
Este
evangelio es el corazón del mensaje guadalupano. México en 1531 era la “oveja
perdida”:
millones de indígenas parecían fuera del redil de la Iglesia. Muchos pensaban
que Dios los había abandonado. Y el Pastor bueno sale a buscarlos, pero lo hace
a través de María, que se presenta como Madre de todos, y elige como mensajero
a Juan Diego, el más pequeño, para mostrar que a Dios le importan especialmente
los que el mundo desprecia.
Síntesis
para nuestra vida hoy
- Dios
consuela siempre. Nunca es indiferente al dolor de su pueblo.
Cuando todo parece perdido, Él dice: “Consolad, consolad a mi pueblo”.
- Dios elige a
los pequeños para avergonzar a los sabios y poderosos. Juan Diego
no era teólogo, ni sacerdote, ni español… era un indito. Y Dios quiso que fuera
precisamente él quien llevara el mensaje más grande de la historia de América.
- Dios se
alegra más por un pecador que vuelve que por noventa y nueve justos. Cada
conversión, cada vuelta a la fe, cada misa a la que alguien regresa después de
años, hace fiesta en el cielo.
- María es el
camino más corto para encontrar a Jesús. Juan Diego dudaba, tenía
miedo, se sentía indigno. María le dijo: «¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?».
Esa misma palabra nos la repite hoy a cada uno de nosotros.
Termino
con las palabras que la Virgen dijo a San Juan Diego y que hoy nos dice
también:
-«No tengas
miedo.
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No
soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce
de mis brazos?»
- Que San Juan Diego nos
enseñe a ser mensajeros humildes y fieles del consuelo de Dios.
- Que la Virgen de
Guadalupe siga cubriendo con su manto sagrado a México y a toda América Latina.
¡Que
viva la Virgen de Guadalupe! ¡Que viva San Juan Diego! Amén.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Promueve el diálogo y la comunicación usando un lenguaje sencillo, preciso y respetuoso...