
Es posible que en los últimos años, por purificación de la religiosidad, se haya acentuado la centralidad de Cristo en la vida del cristiano y la propuesta del Evangelio como forma de vida creyente. En esta hora se vuelve a considerar, sin merma de la supremacÃa de Jesucristo, a quienes han sido y son testigos del seguimiento evangélico como mejor demostración de que es posible vivir a la manera de Jesús y de MarÃa, su madre.
Acércate a los santos y experimentarás una atracción suave, que deja en el interior una sensación de bienestar y de paz, a la vez que se reavivará en ti el estÃmulo para hacer el bien y la propia vocación a la santidad. Ellos nos hacen la mirada luminosa, desde la que se contempla la realidad con los ojos de Dios.
La santidad, aunque parezca algo inalcanzable, está viva entre nosotros, en personas que de forma silenciosa, discreta y permanente hacen de sus vidas un proyecto de amor a Dios y a cuantos los rodean. Han experimentado el atractivo de la Humanidad de Cristo y se convierten en reflejo de la humanidad transfigurada. Se sienten amados de Dios, y aman, a pesar de la oscuridad, de la duda, de la tentación. En esas circunstancias aquilatan aún más su entrega enamorada.
La santidad transforma el recinto doméstico y el social en espacio fascinante, aunque suponga entregar la vida. La opción generosa y gratuita de comenzar cada dÃa el proyecto del seguimiento evangélico otorga a quien asà vive el conocimiento de lo pasajero y la certeza de lo eterno, don de sabidurÃa.
Los santos han sido y son los mejores amigos, los más solidarios e intuitivos. Se arriesgan, confiados en la promesa del Señor, y convierten su existencia en un proyecto de generosidad, con la sagacidad de trocar las circunstancias históricas en las que les toca vivir en mediación providente. Son testigos y profecÃa de la vida divina en medio de sus contemporáneos.
Si te introduces en el conocimiento de la historia de los santos, te asombrarás al comprobar su sensibilidad humana, por la que han sido capaces de dar las respuestas más atrevidas ante los problemas sociales, religiosos, hasta polÃticos del momento, al mismo tiempo que se convierten en espejo de la mirada de Dios, por su relación con Él Ãntima, orante y contemplativa.
El secreto que se descubre en la vida de los santos es, precisamente, su relación creyente y amorosa constante. Todo lo viven desde la relación teologal y afectiva, de la que son conscientes, la que Dios tiene con ellos, la que ellos desean mantener con Dios y en Él con todos.
Ten la sabidurÃa de invocar y de conocer a los santos, ellos te apoyarán en tu vocación a la santidad. Buenafuente del sistal.
Acércate a los santos y experimentarás una atracción suave, que deja en el interior una sensación de bienestar y de paz, a la vez que se reavivará en ti el estÃmulo para hacer el bien y la propia vocación a la santidad. Ellos nos hacen la mirada luminosa, desde la que se contempla la realidad con los ojos de Dios.
La santidad, aunque parezca algo inalcanzable, está viva entre nosotros, en personas que de forma silenciosa, discreta y permanente hacen de sus vidas un proyecto de amor a Dios y a cuantos los rodean. Han experimentado el atractivo de la Humanidad de Cristo y se convierten en reflejo de la humanidad transfigurada. Se sienten amados de Dios, y aman, a pesar de la oscuridad, de la duda, de la tentación. En esas circunstancias aquilatan aún más su entrega enamorada.
La santidad transforma el recinto doméstico y el social en espacio fascinante, aunque suponga entregar la vida. La opción generosa y gratuita de comenzar cada dÃa el proyecto del seguimiento evangélico otorga a quien asà vive el conocimiento de lo pasajero y la certeza de lo eterno, don de sabidurÃa.
Los santos han sido y son los mejores amigos, los más solidarios e intuitivos. Se arriesgan, confiados en la promesa del Señor, y convierten su existencia en un proyecto de generosidad, con la sagacidad de trocar las circunstancias históricas en las que les toca vivir en mediación providente. Son testigos y profecÃa de la vida divina en medio de sus contemporáneos.
Si te introduces en el conocimiento de la historia de los santos, te asombrarás al comprobar su sensibilidad humana, por la que han sido capaces de dar las respuestas más atrevidas ante los problemas sociales, religiosos, hasta polÃticos del momento, al mismo tiempo que se convierten en espejo de la mirada de Dios, por su relación con Él Ãntima, orante y contemplativa.
El secreto que se descubre en la vida de los santos es, precisamente, su relación creyente y amorosa constante. Todo lo viven desde la relación teologal y afectiva, de la que son conscientes, la que Dios tiene con ellos, la que ellos desean mantener con Dios y en Él con todos.
Ten la sabidurÃa de invocar y de conocer a los santos, ellos te apoyarán en tu vocación a la santidad. Buenafuente del sistal.
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