
Se cumplen
20 años de la caída del muro de Berlín (1989), que simbolizó la apertura de las fronteras, pero otros muros, vallas y fronteras siguen en pie. Como el
Muro de Cisjordania, construido por Israel para aislar a los palestinos; el muro metálico construido por Estados Unidos en un tercio de su frontera con México para impedir la entrada de inmigrantes indocumentados; el muro que separa la Corea del Norte y Corea del Sur desde el final de la guerra entre ambos países en 1953; o el muro que levanta Arabia Saudí para proteger sus grandes reservas de petróleo de países como Irak o Yemen.
“En la nueva Europa después del muro de Berlín, los derechos humanos vuelven a ser atacados. En esta ocasión son víctimas de la pretensión de los Estados de que es preciso sacrificar incluso los derechos humanos más básicos, como el de no ser sometido a tortura, para poder contrarrestar las amenazas terroristas”, ha señalado Nicola Duckworth, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.
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