
En este aƱo de 2010, la campaƱa tiene una peculiaridad. Las autoridades congresuales y municipales serĆ”n electas para un perĆodo de seis aƱos, con vistas a unificar estas elecciones con las presidenciales, como establece la nueva Constitución dominicana proclamada el pasado 26 de enero. La longitud de los cargos hace la postulación mĆ”s atractiva, en una cultura polĆtica que no disocia, sin siquiera disimularlo, la ocupación de cargos pĆŗblicos del enriquecimiento personal.
De todos modos, los temas preocupantes de la cultura polĆtica dominicana quedan pendientes. El PLD se afirma como partido sin oposición, cuasi-omnĆmodo, lo que permitirĆ” al rĆ©gimen actual aumentar su control sobre la sociedad dominicana, incluso sobre los logros mĆ”s democrĆ”ticos de la nueva Constitución Nacional reciĆ©n aprobada. El acuerdo establecido entre el candidato presidencial del PRD, Miguel Vargas Maldonado, y el Presidente FernĆ”ndez, justamente para obtener una manipulación constitucional, debilita al principal partido opositor como alternativa real a los modos maquiavĆ©licos de gobernar que han sido la norma predominante despuĆ©s de la Revolución del 1965. Esta falta de oposición eficaz nos pone al borde de un rĆ©gimen totalitario, que no necesitarĆ” de la represión fĆsica para controlar cualquier disenso o protesta, como bien ha reflexionado la pensadora Hannah Arendt.
Dos puntos luminosos
Pero no todo es oscuro en esta coyuntura polĆtica. Dos hechos singulares le sacan el cuerpo a la “bachata electoral”. Uno es la campaƱa “Ninguno”, que ha buscado que la población descontenta con la prĆ”ctica polĆtica dominante pueda obtener un reconocimiento en el conteo final de los votos. El procedimiento de conteo actual, que solo permite ver votos “nulos”, no votos “anulados”, impide la expresión del disenso ante el estado de nuestra vida polĆtica, y en ese sentido, no permite hacerse sentir en la opinión pĆŗblica la falta de legitimidad con que nos vienen gobernando desde hace aƱos. Este movimiento, puramente ciudadano, no partidista, estĆ” vinculado al nuevo movimiento social juvenil que consiguió el aƱo pasado que una cementera no fuese instalada en el Parque Nacional de los Haitises. Estamos ante un nuevo modo generacional de ejercer la ciudadanĆa, con compromiso por lo pĆŗblico y con creatividad expresiva.
El otro punto de luz es la Ley de Partidos PolĆticos que espera por su aprobación. Esta Ley serĆ” vital contra el actual estado de cosas que hacen de la campaƱa una “bachata electoral”. Una Ley de partidos apunta esencialmente a dos cosas fundamentales: primero, a regular el modo en que los partidos polĆticos consiguen sus fondos para la campaƱa y para su operación; segundo, regula la relación de la Junta Central con los partidos polĆticos. El primer aspecto es fundamental en estos momentos, en que existen evidencias de la implicación del narcotrĆ”fico en la vida polĆtica. El segundo aspecto es fundamental para garantizar que los candidatos electos no sean coartados excesivamente en su libertad de conciencia por “la lĆnea del partido”. Ahora bien, el actual Proyecto de Ley de los Partidos deberĆ” ser elaborado de otra manera, porque no ataca de manera adecuada el mal fundamental de nuestro proceso electoral actual, que es el financiamiento de la campaƱa, y porque otorga demasiado poder a las cĆŗpulas de los partidos sobre sus candidatos electos. En la fórmula actual del Proyecto de Ley, una disidencia partidaria pondrĆa en juego el propio cargo ganado en las elecciones. Este excesivo poder otorgado a las cĆŗpulas partidarias no solucionarĆ” lo que pretende solucionar, a saber, el transfuguismo. Perder un cargo en un momento por responder a una llamada de la propia conciencia antes que a una lĆnea del partido considerada como injusta, darĆ” a este candidato electo mĆ”s legitimidad para presentarse en una próxima elección bajo el color de otro partido.
Ante este cuadro, queda reiterada la invitación que mÔs arriba hemos evocado. Es el momento de fortalecer un movimiento social ciudadano, responsable, amplio y plural, que permita observar, denunciar y hasta someter a la justicia, a candidatos electos que se creen dueño de lo público, incluyendo sus propios cargos. Un primer paso consistirÔ en hacer presión para que tengamos una buena Ley de Partidos.
No es lo mismo ni es igual / Pablo Mella / Bonó, Espacio de acción y reflexión
| Liturgia
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
"Tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensarĆ”"
3: DĆA MUNDIAL DE LA VIDA SILVESTRE
VALOR: CONVERSIĆN PERSONAL Y PASTORAL
“ConviĆ©rtanse y crean la Buena Nueva" (Mc 1).
...
| Entrevista
| Sacramentos
| Fe y Vida