El abuso de los Fármacos

Temas de Salud | Dra. Marcia Castillo. 

El abuso de los fármacos  

Cuando recién culminaba mi postgrado uno de mis maestros me dijo: “El médico que inicia su ejercicio tiene 20 medicamentos para cada enfermedad y a medida que avanza usa un medicamento para 20 enfermedades”.

Admito que en su momento no comprendí a cabalidad pues la vox populis proclama que el médico  sabio es el que prescribe muchos fármacos. Hoy por hoy dimensiono lo que significaba esa enseñanza y la atesoro con celo
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¿Y es que acaso no vivimos en un mundo  constantemente medicado?

Existen pastillas para todo... inductores del sueño,  de la vigilia, fármacos para la inatención  o para la hiperactividad, sustancias para engordar o para adelgazar, químicos para acelerar el crecimiento o para no envejecer.  Químicos para no estar muy triste o para no estar muy alegre, para todo lo que usted pueda imaginar existe algún fármaco aprobado.

Existe  un mercado de psicofármacos en una sociedad que aliena las personas diferentes, no se les permite estar triste o pasar el duelo de  perder un ser querido, no queremos a la gente triste, nos incomodan y por eso hay personas medicadas con sonrisas plásticas y detrás de esto una maquinaria farmacéutica  lucrándose  con estos  falsos dogmas de la perfección y bienestar.

Las cifras de personas tomando psicofármacos se incrementa de forma exponencial, La COFA (Confederación Farmacológica de argentina) dice que el uso de clonazepam en argentina en el último lustro incrementó más de un 105 por ciento y en Estados Unidos repuntó la generación Prozac, esa cápsula estupenda que se fue transformando en la vitamina emocional predilecta de millones de víctimas de la enfermedad por excelencia del mundo civilizado: la depresión.

Mark Twain dijo a sus contemporáneos “la única manera  de conservar la salud es comer lo que no se quiere, beber lo que no nos gusta  y  hacer lo que  no prefieres  hacer”. El balance de la salud psicofísica esta intrincadamente ligado a un estilo de vida que no es precisamente el que llevamos hoy día; optamos por beber energizante en la mañana en vez de higienizar nuestro sueño, preferimos tomar píldoras adelgazantes a hacer ejercicios o comer balanceado, tomamos ansiolíticos en vez de bajar los estresores o simplemente desacelerarnos, no queremos llegar a la meta  por el camino lento. Lo queremos todo el menor costo y si es ya... mejor.

En  la otra cara de la moneda  está una infancia  medicada y las pastillas del aula. La Dra. María Noel Miguez nombró esto “hijos de la Ritalina” referenciando la medicación alegre y anticipada de fármacos para diversos desordene como el TDAH (trastornos por déficit de atención e hiperactividad), dislexias, fobias y ansiedad.

Nuestra tesis no es que  sea erróneo  tratar farmacológicamente a quien lo amerita, de hecho hace  más  de medio siglo que están avalados estos tratamientos en casos estudiados y elegidos de manera atinada, pero considerar que este niño medicado puede ser estigmatizado a largo plazo cuando posiblemente solo presenta una necesidad especial. La sociedad naturaliza la medicalización y sin temor a equivocarnos,  han surgido casos  de  algunos “trastornos” muy rebuscados que luego deberán  ser medicados con psicofármacos.

El DSMV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) incluye diagnósticos que han generado descontento e insatisfacción en algunos gremios de la psicopedagogía y así lo revela otra publicación de la Dra. Miguez “La sujeción de los cuerpos dóciles”, donde plantea la problemática del sobre diagnóstico  y de la patologización de la vida, se medican las rabietas, la inconformidad y la falta de inserción del niño a su entorno,  esto  en vez de trabajarlo y ofrecerle medidas plurales y alternativas,

Para finalizar queridos lectores, esta humilde reflexión: Vivimos en un mundo de respuestas instantáneas a todas las necesidades  y es así  como uno se adapta o se cae de este tren vertiginoso  que es la civilización. Apostemos con responsabilidad a la prevención, al estilo de vida sano y al fortalecimiento del carácter, históricamente  lo que vale cuesta y como dijera JidduKrishmamurti "No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma." ADH 801.