Ecología Integral | Jovanny Kranwinkel
El Papa Francisco viajó recientemente a Chile y Perú en visita Pastoral alentando la fe y acompañando a estos pueblos latinoamericanos en sus dificultades y esperanzas. En sus diversos encuentros manifestó su preocupación la Casa Común y por las situaciones que se están viviendo en ambos países que están muy cerca o forman parte de la Amazonía.
El Sumo Pontífice ha informado que se celebrará en el próximo año 2019 un Sínodo por la Amazonía, lo que hará que toda la Iglesia Universal acompañe ese tema y los pobladores que viven en ese pulmón del planeta que produce el 20% del oxigeno del planeta tendrán un rol protagónico.
Compartimos algunos de los principales textos de esos discursos donde el Papa hizo alusión al tema ambiental y ecológico, porque es una situación que nos puede ayudar a ver nuestras propias realidades.
Cuidar nuestra casa común
En sus primeras palabras en Chile, resaltó los elementos naturales en el Himno nacional Chileno y en el primer discurso a autoridades civiles expresó: “Con esta capacidad de escucha somos invitados —hoy de manera especial— a prestar una preferencial atención a nuestra casa común: fomentar una cultura que sepa cuidar la tierra y para ello no conformarnos solamente con ofrecer respuestas puntuales a los graves problemas ecológicos y ambientales que se presentan; en esto se requiere la audacia de ofrecer «una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático» que privilegia la irrupción del poder económico en contra de los ecosistemas naturales y, por lo tanto, del bien común de nuestros pueblos”. (Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y El Cuerpo Diplomático, Palacio de la Moneda, Santiago de Chile, 16 de enero de 2018).
El rostro de la Amazonía
Pero fue en Perú donde más referencias hizo en este aspecto, pues los peruanos comparten una porción importante de la Amazonía, donde viven comunidades originarias y que han sido víctimas de atentados a sus derechos y por eso fue con ellos que sostuvo el primer encuentro.
En el encuentro con las comunidades originarias el Papa analizó lo que vive esa población indígena del Perú: “Un rostro plural, de una variedad infinita y de una enorme riqueza biológica, cultural, espiritual. Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región, y se hacen eco las palabras del Señor a Moisés: «Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa» (Ex 3,5). Permítanme una vez más decir: ¡Alabado seas Señor por esta obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven! Este canto de alabanza se entrecorta cuando escuchamos y vemos las hondas heridas que llevan consigo la Amazonia y sus pueblos.
Probablemente los pueblos amazónicos originarios nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora. La Amazonia es tierra disputada desde varios frentes: por una parte, el neo-extractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales.
Por otra parte, la amenaza contra sus territorios también viene por la perversión de ciertas políticas que promueven la «conservación» de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano
y, en concreto, a ustedes hermanos amazónicos que habitan en ellas. Sabemos de movimientos que, en nombre de la conservación de la selva, acaparan grandes extensiones de bosques y negocian con ellas generando situaciones de opresión a los pueblos originarios para quienes, de este modo, el territorio y los recursos naturales que hay en ellos se vuelven inaccesibles.
Ustedes son memoria viva de la misión que Dios nos ha encomendado a todos: cuidar la Casa Común. La defensa de la tierra no tiene otra finalidad que no sea la defensa de la vida. Sabemos del sufrimiento que algunos de ustedes padecen por los derrames de hidrocarburos que amenazan seriamente la vida de sus familias y contaminan su medio natural.
Su presencia nos recuerda que no podemos disponer de los bienes comunes al ritmo de la avidez y del consumo. Es necesario que existan límites que nos ayuden a preservarnos de todo intento de destrucción masiva del hábitat que nos constituye.
Y como lo he expresado en ‘Laudato Si’, una vez más es necesario alzar la voz a la presión que organismos internacionales hacen sobre ciertos países para que promuevan políticas de reproducción esterilizantes. Estas se ceban de una manera más incisiva en las poblaciones aborígenes. Sabemos que se sigue promoviendo en ellas la esterilización de las mujeres, en ocasiones con desconocimiento de ellas mismas.” (Discurso del Santo Padre en el encuentro con los pueblos de la Amazonia Coliseo Madre de Dios, Puerto Maldonado, 19 de enero de 2018)
Sínodo de la Amazonía
Este discurso a los pueblos originarios y amazónicos traza el rumbo del próximo sínodo después de el de los jóvenes. El Papa Francisco animó a estas comunidades que se sienten desprotegidos y solos a ver como son parte importante del planeta y su cultura milenaria ha sabido conservar los recursos naturales intactos y con amor al creador.
A las autoridades del Perú les expresó lo siguiente en el tema ecológico:
“Permítanme decirles que mirar esta tierra es de por sí motivo de esperanza. Parte de vuestro territorio está compuesto por la Amazonia, que he visitado esta mañana y que constituye en su globalidad el mayor bosque tropical y el sistema fluvial más extenso del planeta. Este «pulmón» como se lo ha querido llamar, es una de las zonas de gran biodiversidad en el mundo pues alberga las más variadas especies.
Sobre esta esperanza apunta una sombra, se cierne una amenaza. «Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo», decía en la carta Encíclica Laudato Si.
Esto se manifiesta con claridad en la manera en la que estamos despojando a la tierra de los recursos naturales sin los cuales no es posible ninguna forma de vida. La pérdida de selvas y bosques implica no solo la pérdida de especies, que incluso podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, sino de la pérdida de relaciones vitales que terminan alterando todo el ecosistema.
En este contexto, «unidos para defender la esperanza» significa impulsar y desarrollar una ecología integral como alternativa a «un modelo de desarrollo ya caduco pero que sigue provocando degradación humana, social y ambiental». Y esto exige escuchar, reconocer y respetar a las personas y a los pueblos locales como interlocutores válidos. Ellos mantienen un
vínculo directo con la tierra, conocen sus tiempos y procesos y saben, por tanto, los efectos catastróficos que, en nombre del desarrollo, provocan muchos proyectos y se altera todo el entramado vital que constituye la nación. La degradación del medio ambiente, lamentablemente, no se puede separar de la degradación moral de nuestras comunidades.
No podemos pensarlas como dos instancias distintas. A modo de ejemplo, la minería informal se ha vuelto un peligro que destruye la vida de personas; los bosques y ríos son devastados con toda la riqueza que ellos poseen”. Discurso del Santo Padre en el Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático, Patio de Honor del Palacio de Gobierno (Lima) 19 de enero de 2018
Que estas palabras de Su Santidad el Papa Francisco nos animen a seguir cuidando y admirando nuestra casa común, y buscando que sobre todo los más desposeídos y pobres tengan la oportunidad de sobrevivir con mejores condiciones de vida. Y que juntos tratemos de que nuestras acciones desde las más simples y pequeñas no hagan daño a la creación.
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Quien suscribe es el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de Ecología y Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano. ADH 821
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