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    lunes, 30 de julio de 2018

    Verano y Calentamiento global

    Ecología Integral | Jovanny Kranwinkel


    Verano y Calentamiento global  


    Llegamos a los meses más cálidos para esta región del Caribe, particularmente en esta zona que vivimos, comenzamos el verano. Esta época del año que la temperatura sube a su nivel más alto, genera cambios en nuestro modo de vivir y por otro lado nos recuerda los cambios climáticos que estamos sufriendo como consecuencia del calentamiento global.
    Hay muchos cambios que se pudieran estar generando en el planeta tierra como consecuencia de algunas acciones humanas. El magisterio social católico en la Encíclica Laudato Si, lo advierte cuando expresa el Papa Francisco: “El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales” (LS 25).
    Muchas veces se duda de que estos conceptos sean reales o de que no están pasando, pero cada día vemos cambios en el clima, en nuestro ambiente, que nos alertan de que lo que sea que está pasando -aun no reconozcamos que somos los responsables-, nos está afectando y está modificando nuestra vida.

    Síntomas del Cambio
    Entre los recursos más afectados está el agua, elemento necesario para nuestra supervivencia. Este recurso no debe ser degradado, dado que, aunque el planeta tiene mucha agua no potable, debería estar en las prioridades de la sociedad humana en su cuidado y conveniente uso. Pero no sucede así. Hoy son cada vez más los ríos que están contaminados, o desaparecidos, fruto de nuestro comportamiento humano.
    Otros elementos también inciden agravando la situación y así lo que expresa la encíclica: “Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable” (LS 26).
    Lo más grave está en las reacciones tanto políticas, sociales, grupales y particulares. El omitir el problema o ser muy pasivos tiene graves consecuencias que pudiéramos evitar. Sabiendo que las naciones se están reuniendo buscando solución al asunto el Papa Francisco advierte que:” La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad, sobre todo de los países más poderosos y más contaminantes. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el desarrollo sostenible denominada Rio+20 (Río de Janeiro 2012) emitió una extensa e ineficaz Declaración final… Los creyentes no podemos dejar de pedirle a Dios por el avance positivo en las discusiones actuales, de manera que las generaciones futuras no sufran las consecuencias de imprudentes retardos.” (LS 169)

    Soluciones
    El papa emérito Benedicto XVI, en su Mensaje Mundial por la Paz en el año 2010, planteó algunas soluciones al problema que ya se veía venir “Se han de explorar, además, estrategias apropiadas de desarrollo rural centradas en los pequeños agricultores y sus familias, así como es preciso preparar políticas idóneas para la gestión de los bosques, para el tratamiento de los desperdicios y para la valorización de las sinergias que se dan entre los intentos de contrarrestar los cambios climáticos y la lucha contra la pobreza.”

    Por eso siempre hemos solicitado a través de mensajes y cartas pastorales desde nuestra Conferencia Episcopal Dominicana que con decisión firme se administre el tema y nos unimos al pedido que el Sumo Pontífice hizo:” Hay que conceder un lugar preponderante a una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas. Sin embargo, hay que agregar que los mejores mecanismos terminan sucumbiendo cuando faltan los grandes fines, los valores, una comprensión humanista y rica de sentido que otorguen a cada sociedad una orientación noble y generosa.” (LS 181)

    Acciones posibles
    En estos meses que además se aprovecha el tiempo de vacaciones de las escuelas y colegios, es importante realizar actividades recreativas que colaboren con la solución del problema y no lo agraven. El buen uso de los espacios públicos y sobre todo los naturales debe estar asegurado. El mal manejo de los desechos sólidos en ríos, playas y bosques colabora con la destrucción de esos importantes escenarios naturales de los que dependemos innumerables formas de vida de este planeta.
    Para un cristiano mantener estos espacios lo mejor posible, disminuyendo los impactos ambientales, es un tema de integridad moral y religiosa. Hemos sido dotados por Dios como isla, de grandes dones naturales a través de una naturaleza exuberante. En la más reciente visita ad-límina de nuestros Obispos al Papa Francisco este les expresó lo siguiente: “teniendo presente la hermosura y colorido de los paisajes de la bella República Dominicana, invito a todos a renovar el compromiso por la conservación y el cuidado del medio ambiente. La relación del hombre con la naturaleza no debe ser gobernada por la codicia, por la manipulación ni por la explotación desmedida, sino que debe conservar la armonía divina entre las criaturas y lo creado para ponerlas al servicio de todos y de las futuras generaciones.” ADH 825.

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    Quien suscribe es el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de Ecología y Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.


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