“Urge un comportamiento ético en la sociedad dominicana”
Mensaje de la Conferencia del Episcopado Dominicano en ocasión del 175 aniversario de la Independencia Nacional.
Los obispos aspiran a que sus palabras “sean un aporte para el buen caminar como ciudadanos” y agradeciendo los “signos de esperanza que se generan en la sociedad”, estimular a la ciudadanía a la toma de conciencia frente a las sombras de muerte que nos afligen”.
Convivir en sociedad de forma correcta es el comportamiento ético que los obispos perciben como una urgencia en la sociedad dominicana. Supone convivir caminando por la senda común de valores y principios éticos, no pensando que estamos en la “jungla”, donde sobrevive el más fuerte. Para alcanzar este proyecto, urge un “cambio de actitud en cada uno de nosotros hacia un comportamiento que nos ilumine y provoque una transformación frente a los actos que ensombrecen nuestra sociedad”.
Esta dimensión ética es posible en cuanto se valore la vida de las personas, las humanice para vivir en sociedad; nos permita tener principios para juzgar los hechos (crítica y denuncia) y nos haga buscar lo deseable como lo mejor (utopía). Los obispos apuntan a una perspectiva integral de la conducta personal y social que, a su vez, sea creadora de valores.
El comportamiento ético es una necesidad y una meta a conquistar por todos los ciudadanos, instituciones públicas y privadas, filantrópicas o de caridad cristiana. La ética universal, es necesaria para todos, creyentes y no creyentes en Dios. A pesar de que contamos con una institución gubernamental de ética y una Ley de Función Pública, urge aplicar sus principios rectores para los servidores públicos, “a fin de promover el cumplimiento del bien común, el interés general y preservar la moral pública”.
Estos diez principios éticos no están garantizados en el comportamiento público, es preocupación de los obispos que sean aplicados en la realidad: honestidad, vocación de justicia, vocación de servicio, disciplina, probidad, cortesía, decoro, discreción, lealtad y pulcritud.
Por el contrario, observan comportamientos que ensombrecen nuestra sociedad y la necesidad de que se “oriente por el camino de la institucionalidad, el bien común, el respecto…”. Estas “sombras” se traducen como impunidad, vicios de la política, corrupción, violencia, inseguridad ciudadana, e indolencia. Para la ciudadanía es muy fácil reconocer estas sombras en la vida cotidiana. El Mensaje describe lo que es un clamor social que pide respuestas contundentes.
Los obispos plantean tres cuestiones que merecen nuestra atención al comenzar el año. Primero, las elecciones con sus características en este año preelectoral. Urgen la participación de los jóvenes y describen aspectos de la realidad que ellos viven, como el desempleo. Segundo, el tráfico y consumo de drogas, “es deber y tarea de los gobiernos abordar con valentía esta lucha contra los traficantes de muerte”, afirman citando al papa Francisco. Y tercero: la inmigración, una realidad nacional e internacional, tan antigua como el ser humano. Señalan las obligaciones del Estado en virtud de su misión específica, y la misión pastoral de la Iglesia.
Las exhortaciones finales del Mensaje del 27 de febrero de 2019 interpelan toda la sociedad y animan a ser propositivos y proactivos; apelan a la sensatez y cordura y al compromiso de toda la ciudadanía y nos invitan a restaurar la confianza, el optimismo y la esperanza de un futuro promisorio. ADH 832
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