Madre Tierra y hermana Agua
El 22 de marzo se celebra el dÃa mundial del agua y el 22 de abril el dÃa mundial de la Tierra. Ambas fueron creadas por Dios en la Creación, como nos narra el génesis. Y para nosotros los cristianos el cuidado de ellos debe ser prioridad y asà consta sobre todo en nuestra Doctrina Social.
En el numeral 365 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia se toca el tema de los derechos más fundamentales: “Una solidaridad adecuada a la era de la globalización exige la defensa de los derechos humanos. Al mismo tiempo, somos testigos del incremento de una preocupante divergencia entre una serie de nuevos “derechos” promovidos en las sociedades tecnológicamente avanzadas y derechos humanos elementales que todavÃa no son respetados en situaciones de subdesarrollo: pienso, por ejemplo, en el derecho a la alimentación, al agua potable, a la vivienda, a la autodeterminación y a la independencia»
Hemos entendido que el agua es un derecho humano, sin embargo seguimos actuando sin un serio cuidado a este recurso de supervivencia y a través de procesos de comercialización e industrialización hemos deteriorado los rÃos, lagos y mares, olvidando que menos del 2% del agua planeta es potable.
DÃa Mundial del Agua
Al celebrar el dÃa mundial del agua el 22 de marzo debimos hacer compromisos mundiales realizando acciones concretas desde el Estado y en nuestra vida cotidiana en el hogar, pero la mayorÃa de veces se queda en meros acuerdos que no modifican nuestra forma de actuar.
Estamos en momentos de sequÃa y muchos ahora es que piensan ver cómo ahorran el preciado lÃquido, cuando deberÃamos ser más astutos e ir haciendo abastecimientos de emergencia para cuando llegue la sequÃa. Sin embargo no hay cambios en los comportamientos humanos para disminuir el consumo del agua en actividades muchas veces onerosas o innecesarias.
Como han solido decir antes, las guerras futuras serán posiblemente para controlar el agua. Si no nos preparamos con legislaciones y acuerdos mundiales serios, viviremos tiempos sumamente difÃciles, sin hablar del daño que los cambios climáticos ejercen sobre los lugares donde hay agua.
Como expresa el Papa Francisco en la encÃclica Laudato Si en no 28: “La provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo término. Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren perÃodos de disminución del recurso, que en los momentos crÃticos no se administra siempre con una adecuada gobernanza y con imparcialidad.”
Cuidar las fuentes hÃdricas
En nuestro paÃs urge actualizar y crear las leyes y normativas necesarias para cuidar en extremo nuestras fuentes hÃdricas. Al ser una isla no recibimos el recurso de ningún otro paÃs, todo lo contrario el vecino paÃs de Haità ha agotado crÃticamente sus depósitos acuÃferos y prácticamente han perdido toda su masa forestal sin un criterio mÃnimo de procesos ecológicos para recuperarlos. La biodiversidad de la isla no entiende de fronteras polÃticas ni sociales y eso está afectando también nuestro paÃs poco a poco.
El agua es vital para nuestra vida biológica, es imperioso no seguir actuando de la forma actual, no estamos enseñando a las nuevas generaciones a ser cuidadores de ella, todo lo contrario, son detractores del recurso. Ellos nos pedirán cuenta de por qué los dejamos crecer asÃ.
En abril se celebra el dÃa mundial de la Tierra, lo que el Papa ha llamado nuestra “Casa Común”. Viendo como hay cosas que están cambiando drásticamente en pocos años, nos vamos cuestionando si nuestra forma de vivir en la tierra es de forma sostenible, sabiendo que estamos por un tiempo como inquilinos y que se la dejamos a otros.
Respetar la biodiversidad
Cuando nacemos, encontramos toda una multiplicidad de vida, lo que llamamos la bio-diversidad que se rige por sus propias reglas. El Ser humano que tiene la libertad de actuación independientemente de sus instintos, tiene la opción de construir y respetar o de destruir e ignorar esta estructura de diversidad en el planeta.
Un creyente está llamado además de estudiar la realidad de vida en el planeta, verla como un don del Dios creador como lo veÃa San Francisco de AsÃs, que en su himno de las creaturas, la llama hermana madre Tierra.
Hemos ido poco a poco transformando elementos de la tierra a nuestro antojo y comodidad, sin medir ni pensar en las consecuencias de esos cambios. Al dÃa de hoy muchos lugares donde se podÃa tener un contacto directo con la tierra, hoy son enormes áreas cubiertas de cemento y asfalto.
De manera tétrica el Papa Francisco lo presenta en una cruda realidad: “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquerÃa. En muchos lugares del planeta, los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven inundados de basura”, LS21.
Quizá nos queda tiempo, pero no mucho, para replantear nuestros modelos de desarrollo para que no sean destructivos sino constructivos. Son muchas veces las pequeñas acciones de la sociedad que van destruyendo la tierra como la conocemos.
Presentamos en este artÃculo un pequeño examen de nuestras acciones que midan el impacto que hacemos en nuestra vida diario tanto hacia el agua y hacia la tierra entera
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Nuestra esperanza es que llegarán “cielos nuevos y tierra nueva”. ADH 833
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Quien suscribe es el Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Pastoral de EcologÃa y Medio Ambiente de la Conferencia del Episcopado Dominicano.
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