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    martes, 7 de mayo de 2019

    Los animales ante la muerte

    Para vivir mejor | Miguelina Justo, M. C.


    Los animales ante la muerte

    El 30 de noviembre de 2018 murió George H. W. Bush, quien fuera presidente de los Estados Unidos de AmĆ©rica desde el aƱo 1989 hasta el 1993. Los medios de comunicación ofrecieron información sobre la vida y el legado este gobernante, y dieron, a su vez, cobertura a los pormenores del funeral.  Como de costumbre, personalidades importantes de la vida polĆ­tica se dieron cita, incluyendo los expresidentes Bill Clinton, Jimmy Carter, Barak Obama y el propio hijo de Bush, George W. Sorprendentemente, ninguno de los asistentes captó mĆ”s la atención que Sally, la perrita que acompaƱara al exmandatario en sus Ćŗltimos meses de vida.  Jim McGrath, vocero de Bush, publicó en las redes sociales una fotografĆ­a donde se veĆ­a a la hermosa Labrador recostada en el piso, cerca del fĆ©retro de quien fuera su amigo. Para algunos, Sally solo descansaba, para otros, expresaba pesar por la pĆ©rdida de un alguien a quien querĆ­a.  Puede que esta Ćŗltima interpretación sea considerada una mera personificación, es decir, que se le estĆ©n atribuyendo cualidades de personas a un ser no humano carente de ellas, no obstante, puede que sea la descripción fiel de una respuesta emocional.
    ¿Experimentan emociones los animales? Si es asĆ­, ¿quĆ© sienten?, son algunas de las preguntas que intentan responder quienes estudian las pasiones animales, de acuerdo a Bekoff (2000), siguiendo los trabajos Charles Darwin.  Este legendario cientĆ­fico sostenĆ­a que existe una lĆ­nea continua entre la vida emocional de los animales y la de los seres humanos.  Aseguraba, a su vez, que “los animales inferiores, asĆ­ como el hombre, podĆ­an experimentar placer, dolor, alegrĆ­a y desdicha” (p. 69).  Esta afirmación fue hecha en el 1889, y aĆŗn hoy puede resultar escandalosa para quienes consideran imposible el estudio cientĆ­fico de lo que serĆ­a el mundo emocional de los animales.  Pese a  la reticencia de algunos, autores como King (2013) afirman que la evidencia disponible parece indicar que efectivamente algunas especies de animales son capaces experimentar emociones, entre ellas la tristeza ante la muerte de sus allegados.
    Kluger, en el 2013, cita varios casos que parecen ser ejemplos del duelo en animales por la pĆ©rdida de sus iguales.  Menciona que los cuervos se acercan con aparente delicadeza al cuerpo sin vida de uno de los suyos, y le cubren con hierbas y ramas, en aparente tributo, acciones que contrastan la imagen que se puede tener de estas aves carroƱeras y predadoras.  MĆ”s conocido es el comportamiento observado en los elefantes, quienes acompaƱan durante varios dĆ­as el cuerpo muerto de un compaƱero, y parecen reverenciar los huesos que encuentran en el camino.  Los investigadores Walker, Waran y Phillips publicaron en el 2016 un estudio que intentaba recoger las observaciones que hicieron dueƱos de mascotas que habĆ­an perdido un compaƱero sobre el comportamiento de los primeros despuĆ©s de la pĆ©rdida. Los cuidadores reportaron que tanto perros como gatos demandaban mayor atención, cercanĆ­a, y, a su vez, pasaban mucho tiempo en el lugar que habrĆ­a sido preferido del compaƱero ya muerto. Otros cambios fueron reportados, como la disminución en la ingesta de alimentos, en el caso de los perros, y aumento en la frecuencia y volumen de las vocalizaciones, en los gatos.  Tal parece que estas conductas encuentran paralelo en el comportamiento de los seres humanos ante la muerte de un ser querido. 
    Los perros son conocidos por su lealtad hacia los humanos, por lo que el duelo ante la pĆ©rdida del cuidador no tendrĆ­a que resultar algo extraordinario, sin embargo algunas historias sĆ­ lo son. A principios del siglo pasado, Hackiko, un perro de la raza Akita, acompaƱaba diariamente a su a su dueƱo, el profesor Hidesaburo Ueno, a la estación de tren de Shibuya, en Japón. Cuando Ueno murió inesperadamente debido a un accidente cerebrovascular, Hackiko continuó yendo fielmente durante aƱos a la misma estación. Quienes lo veĆ­an, aseguraron que pasaba horas en la plataforma, para ellos era evidente que esperaba el regreso de Ueno.  SegĆŗn afirma Legge, 2010, la conmovedora historia fue recogida por un periódico local del Japón, convirtiendo a Hackiko en una sensación. Una estatua fue erigida en su honor, mientras que pelĆ­culas y libros han perpetuado el recuerdo de este fiel acompaƱante.
    Pese a estas y otras increíbles historias, el debate sobre la capacidad de los animales para experimentar emociones, continúa, para mal nuestro. QuizÔs, el aceptar que los animales sienten, implicaría una revisión profunda frente a cómo son tratados. QuizÔ el contemplar su dolor obligaría a exhibir una mayor humanidad, aquella que Sally mostró. ADH 833
    Referencias 
    Bekoff, M. (2000). Animal Emotions: Exploring Passionate Natures: Current interdisciplinary research provides compelling evidence that many animals experience such emotions as joy, fear, love, despair, and grief—we are not alone. BioScience, 50(10), 861. https://doi.org/10.1641/0006-3568(2000)050[0861:aeepn]2.0.co;2
    Darwin, C. (1889). The Descent of Man and selection in relation to sex.  New York: Appleton and Company.  Recuperado de  http://darwin-online.org.uk/converted/pdf/1889_Descent_F969.pdf
    J. King, B. (2013). When Animals Mourn. Scientific American, 309(1), 62–67. https://doi.org/10.1038/scientificamerican0713-62
    Kluger, J. (2013). The Mystery of Animal Grief. Time, 181(14), 40. Recuperado de http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=cookie,url,ip,uid&db=a9h&AN=86888752&lang=es&site=eds-live
    Legge, C. (2010, July 9). What dogged devotion! Daily Mail, p. 70. Recuperado de http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=cookie,url,ip,uid&db=bwh&AN=52011337&lang=es&site=eds-live
    McGrath, N., Walker, J., Nilsson, D., and Phillips, C. (2013). Public attitudes towards grief in animals. Animal Welfare. 22 : 33-47 
    Walker, J., Waran, N., & Phillips, C. (2016). Owners’ Perceptions of Their Animal’s Behavioural Response to the Loss of an Animal Companion. Animals, 6(11), 68. MDPI AG. Recuperado de http://dx.doi.org/10.3390/ani6110068

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