Los animales ante la muerte
El 30 de noviembre de 2018 murió George
H. W. Bush, quien fuera presidente de los Estados Unidos de América desde el
año 1989 hasta el 1993. Los medios de comunicación ofrecieron información sobre
la vida y el legado este gobernante, y dieron, a su vez, cobertura a los pormenores
del funeral. Como de costumbre,
personalidades importantes de la vida polÃtica se dieron cita, incluyendo los
expresidentes Bill Clinton, Jimmy Carter, Barak Obama y el propio hijo de Bush,
George W. Sorprendentemente, ninguno de los asistentes captó más la atención
que Sally, la perrita que acompañara al exmandatario en sus últimos meses de
vida. Jim McGrath, vocero de Bush,
publicó en las redes sociales una fotografÃa donde se veÃa a la hermosa
Labrador recostada en el piso, cerca del féretro de quien fuera su amigo. Para
algunos, Sally solo descansaba, para otros, expresaba pesar por la pérdida de
un alguien a quien querÃa. Puede que esta
última interpretación sea considerada una mera personificación, es decir, que
se le estén atribuyendo cualidades de personas a un ser no humano carente de
ellas, no obstante, puede que sea la descripción fiel de una respuesta
emocional.
¿Experimentan
emociones los animales? Si es asÃ, ¿qué sienten?, son
algunas de las preguntas que intentan responder quienes estudian las pasiones
animales, de acuerdo a Bekoff (2000), siguiendo los trabajos Charles Darwin. Este legendario cientÃfico sostenÃa que
existe una lÃnea continua entre la vida emocional de los animales y la de los
seres humanos. Aseguraba, a su vez, que “los
animales inferiores, asà como el hombre, podÃan experimentar placer, dolor,
alegrÃa y desdicha” (p. 69). Esta
afirmación fue hecha en el 1889, y aún hoy puede resultar escandalosa para
quienes consideran imposible el estudio cientÃfico de lo que serÃa el mundo
emocional de los animales. Pese a la reticencia de algunos, autores como King
(2013) afirman que la evidencia disponible parece indicar que efectivamente
algunas especies de animales son capaces experimentar emociones, entre ellas la
tristeza ante la muerte de sus allegados.
Kluger, en el 2013, cita varios
casos que parecen ser ejemplos del duelo en animales por la pérdida de sus
iguales. Menciona que los cuervos se
acercan con aparente delicadeza al cuerpo sin vida de uno de los suyos, y le cubren
con hierbas y ramas, en aparente tributo, acciones que contrastan la imagen que
se puede tener de estas aves carroñeras y predadoras. Más conocido es el comportamiento observado
en los elefantes, quienes acompañan durante varios dÃas el cuerpo muerto de un
compañero, y parecen reverenciar los huesos que encuentran en el camino. Los investigadores Walker, Waran y Phillips
publicaron en el 2016 un estudio que intentaba recoger las observaciones que
hicieron dueños de mascotas que habÃan perdido un compañero sobre el
comportamiento de los primeros después de la pérdida. Los cuidadores reportaron
que tanto perros como gatos demandaban mayor atención, cercanÃa, y, a su vez,
pasaban mucho tiempo en el lugar que habrÃa sido preferido del compañero ya muerto.
Otros cambios fueron reportados, como la disminución en la ingesta de
alimentos, en el caso de los perros, y aumento en la frecuencia y volumen de
las vocalizaciones, en los gatos. Tal
parece que estas conductas encuentran paralelo en el comportamiento de los
seres humanos ante la muerte de un ser querido.
Los perros son conocidos por su lealtad hacia
los humanos, por lo
que el duelo ante la pérdida del cuidador no tendrÃa que resultar algo
extraordinario, sin embargo algunas historias sà lo son. A principios del siglo
pasado, Hackiko, un perro de la raza Akita, acompañaba diariamente a su a su
dueño, el profesor Hidesaburo Ueno, a la estación de tren de Shibuya, en Japón.
Cuando Ueno murió inesperadamente debido a un accidente cerebrovascular,
Hackiko continuó yendo fielmente durante años a la misma estación. Quienes lo
veÃan, aseguraron que pasaba horas en la plataforma, para ellos era evidente
que esperaba el regreso de Ueno. Según
afirma Legge, 2010, la conmovedora historia fue recogida por un periódico local
del Japón, convirtiendo a Hackiko en una sensación. Una estatua fue erigida en
su honor, mientras que pelÃculas y libros han perpetuado el recuerdo de este
fiel acompañante.
Pese
a estas y otras increÃbles historias, el debate sobre la capacidad de los
animales para experimentar emociones, continúa, para mal nuestro. Quizás, el
aceptar que los animales sienten, implicarÃa una revisión profunda frente a
cómo son tratados. Quizá el contemplar su dolor obligarÃa a exhibir una mayor
humanidad, aquella que Sally mostró. ADH 833
Referencias
Bekoff,
M. (2000). Animal
Emotions: Exploring Passionate Natures: Current interdisciplinary research
provides compelling evidence that many animals experience such emotions as joy,
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Darwin, C. (1889). The
Descent of Man and selection in relation to sex. New York: Appleton and Company. Recuperado de
http://darwin-online.org.uk/converted/pdf/1889_Descent_F969.pdf
J. King, B. (2013). When Animals Mourn. Scientific American, 309(1), 62–67. https://doi.org/10.1038/scientificamerican0713-62
Kluger, J. (2013). The Mystery of Animal Grief. Time,
181(14), 40. Recuperado de http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=cookie,url,ip,uid&db=a9h&AN=86888752&lang=es&site=eds-live
Legge, C. (2010, July 9). What dogged devotion! Daily Mail,
p. 70. Recuperado de http://search.ebscohost.com/login.aspx?direct=true&AuthType=cookie,url,ip,uid&db=bwh&AN=52011337&lang=es&site=eds-live
McGrath, N., Walker, J., Nilsson, D., and Phillips, C.
(2013). Public attitudes towards grief in animals. Animal Welfare. 22 : 33-47
Walker, J., Waran, N., & Phillips, C. (2016). Owners’
Perceptions of Their Animal’s Behavioural Response to the Loss of an Animal
Companion. Animals, 6(11), 68. MDPI
AG. Recuperado de http://dx.doi.org/10.3390/ani6110068
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