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    miércoles, 17 de julio de 2019

    Carta Pastoral de 1960: una relectura

    Entrevista | Redacción Amigo del Hogar 

    Papa Juan XXIII y Nuncio mons. Zanini

    La Carta Pastoral del Episcopado Dominicano de enero de 1960:
    Una relectura 59 años después

    Esta es la segunda entrega de la serie de entrevistas con Reynaldo R. Espinal, a propósito de su conferencia en la Academia Dominicana de la Historia, en la cual trató las implicaciones de la Carta Pastoral de 1960 en el marco de las relaciones Iglesia-Estado, al final de la dictadura trujillista. Su documentada disertación, aplaudida por los participantes, nos ha movido a iniciar esta serie de entrevistas y, desde el contexto social, político y religioso que expone, conocer mejor el impacto del documento eclesial.

    1. ¿Usted destaca la figura del papa Juan XXIII como determinante en el proceso que desembocó en la Carta Pastoral de 1960?
    Sí. Un año antes de su elección el futuro papa le había confiado a uno de sus allegados: “Quiero que se me aprecie por lo que soy: Roncalli. Un hombre que quiere comprender a los demás. Sentir con ellos, ayudarles si se presenta la ocasión…”.
    Desde el inicio de su pontificado varía la diplomacia vaticana con respecto a la dictadura. La llegada de monseñor Zanini como Nuncio Apostólico significó un giro temprano en el estilo de la misión diplomática pontificia: de una “cordialidad excesiva” de su predecesor con el régimen de Trujillo a una actitud de reserva y “prudente distancia” que al agudizarse la represión del régimen y pretender que la Iglesia legitimara tantos abusos, culminó en un franco deterioro de las relaciones entre la Iglesia y el Estado .

    Reynaldo R. Espinal
    2. La expedición del 14 de junio no tuvo el efecto inmediato deseado. ¿Cómo influyó posteriormente?
    El ascenso al poder de la revolución cubana, que modificó el espectro geopolítico de nuestra región, la exclusión de la República Dominicana del Sistema Interamericano a raíz del atentado a Betancourt y las consiguientes sanciones económicas, y el cambio de actitud del gobierno norteamericano hacia el régimen, impactarían decisivamente en el declive del régimen.
    Aunque la expedición del 14 de junio de 1959 no surtiera los resultados políticos esperados en lo inmediato, impactó sensiblemente en parte importante de la juventud dominicana, muy especialmente en la juventud universitaria. La misma constituyó un revulsivo que despertó las silenciadas ansias de cambio. Ellos se cuestionaron a sí mismos: ¿cómo podemos permanecer impasibles cuando jóvenes de otros países viene a inmolarse por nuestra libertad?

    3. ¿Cuál fue el impacto en la postura de la Iglesia?
    Ante la juventud masacrada, encarcelada y perseguida no era ya posible la indiferencia general. Ante la expedición-a decir de Crassweller- “el gobierno pidió repetidamente que la iglesia hiciera público algún gesto de desaprobación” pero la misma se mantuvo en silencio.

    4. ¿Este silencio en realidad era una desaprobación al régimen? ¿Una toma de posición concreta de la Iglesia? 
    Sacerdotes, seminaristas y laicos se articulan con intencionalidad conspirativa y de agitación clandestina en el movimiento denominado “Acción Clero- Cultural” liderado por el Padre Daniel Cruz Inoa, otro gigante de nuestra libertad que merece ser mejor conocido. En él participaron jóvenes como Rafael-Fafa- Taveras, Francisco Aníbal González y su primo Ezequiel González, de Salcedo; los seminaristas Ramón Pons Bloise, Hipólito Medina, Vinicio Disla y Luis Ramón Peña González (Papilin) -un mártir de la iglesia y de la patria-, Mariano García, de Moca, el Padre Ercilio de Jesús Moya, entre otros.

    5. ¿Cómo se va expandiendo este movimiento?
    El movimiento Acción Clero-Cultural expandió su radio de contactos en Santo Domingo con Iván Alvárez a través de Rafael Fafa Taveras, y en La Romana, San Pedro de Macorís y todo el Este con el Dr. Julio Escoto Santana, Barahona y todo el sur con el Dr. Luis Gómez Pérez. Se integraría posteriormente, después de reuniones importantes con Manolo Tavárez, Niño Álvarez, de San Francisco de Macorís y su esposa, la heroína nacional Dulce Tejada de Álvarez, Pucho Tejeda y otros destacados dirigentes clandestinos, al movimiento 14 de junio.
    El mismo Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino era un hervidero de inquietudes. En la Provincia de Santiago y otras provincias de la región del Cibao ya realizaba su labor clandestina el Padre Daniel Cruz Inoa, de memorable recordación y a quien todavía , reitero,– dicho sea en su memoria- no se le ha rendido el reconocimiento que merece.

    6. El Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino asumió un importante rol…
    El Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino se convirtió en un escenario de velada conspiración contra la dictadura, como lo prueban las denuncias, persecuciones o expulsiones de seminaristas y sacerdotes, como fue el caso de su Rector el P. López Pedraz, del seminarista jesuita de origen cubano Antonio Fabré de la Guardia, a quien siendo maestrillo se le acusó de instigar a la rebelión y a la organización de acciones terroristas como la fabricación de bombas. En realidad, se sobredimensionó su papel. Fabré enseñaba Doctrina Social de la Iglesia, pero hablar de ella a los jóvenes para concientizarlos era sinónimo de conspiración comunista conforme el modus operandi de la dictadura.

    7. ¿En ese clima de represión muchos seminaristas fueron perseguidos?
    Perseguidos, apresados y torturados. Al entonces seminarista Antonio Lockwart Artiles, se le llegó a vincular con Fabré, siendo apresado por conspirador, lo que relata muy bien en forma novelada Viriato Sención en “Los que falsificaron la firma de Dios” que tiene en Antonio uno de sus personajes principales. Es el Antonio Bell de la reconocida novela.
    Lo cierto es que, como lo demuestra el Padre José Luis Sáez, al iniciar el año escolar de 1960, no retornaron al Seminario unos 30 seminaristas, lo que, más que deberse a un tema de reconsideración vocacional, cabe asociarlo a la efervescencia política del momento.

    8. En ese difícil momento histórico la Iglesia no podía permanecer indiferente…
    En sus memorias “Un Garabato de Dios”, el siempre bien recordado Monseñor Juan Félix Pepén, actor y testigo de excepción de aquellos singulares acontecimientos, nos dice que la gente perseguida o en peligro clamaba por lo bajo a la iglesia, a sus obispos, pidiendo intervención. Conscientes de los riesgos, la Iglesia debía cumplir su misión profética, asumir el conflicto era inevitable.

    9. Al comenzar el año 1960 se agudizó el clima de represión. ¿Cómo se llega a la decisión de redactar y publicar la Carta Pastoral?
    Hemos recreado estos antecedentes a fines de procurar un hilo conductor a los acontecimientos que condujeron a la redacción y publicación de la Carta Pastoral y su significación como expresión del inicio de la ruptura entre la iglesia y el régimen. El próximo paso sería adentrarnos en el proceso que siguió la Iglesia para ejercer su Ministerio Profético, como afirmaba Mons. Pepén.

    Pero esa parte corresponde a la siguiente entrega de la entrevista…  ADH 835.

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