Actualidad | Melania Emeterio R.
A propósito del Día Mundial para la Prevención del Suicidio
Aunque el tema no es grato al oído, la
realidad implicada no se detiene por ello. El suicidio es una realidad concreta
con la que viven y han vivido las sociedades desde hace mucho tiempo. El
suicidio es un lobo que devora en silencio, en absoluta discreción desde el
interior de las personas, y de los pensamientos más recónditos que operan como
algo tenaz. Aun así, esto no quiere decir que se tenga que vivir,
resignadamente con la ocurrencia de estos traumáticos eventos.
Este 10 de septiembre es el Día Mundial para la Prevención del
Suicidio, fecha impuesta por la Organización Mundial de la Salud, OMS,
que busca la creación de la conciencia sobre el tema, y las acciones
preventivas que deben implementarse. Quizás para muchas personas no sean desconocidos
estos datos estadísticos que desde hace un buen tiempo están siendo manejadas
por la OMS, y que alertan sobre el asunto de que:
§ Cerca de 800, 000 personas se suicidan anualmente.
§ Por cada suicidio hay mucho más intento o tentativas.
§ El suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes de 15- 19
años.
Probablemente en la actualidad todas estas cifras sean mucho más
alarmantes.
Estas
informaciones, por lo visto, no causan mayores tormentos a los gobiernos, ni
tampoco a la sociedad, pues lo razonan como hechos que siempre, Motu propio,
han ocurrido. Este pensamiento carece de una reflexión y responsabilidad ética
frente a estos hechos que responden consciente o no a la penetración, por
cualquier vía, de la cultura de muerte que se va anclando en la sociedad en
general, y al amparo de la indiferencia ante el dolor humano.
Otra
realidad ponderable sobre el suicidio, es que para él no existen excepciones de
edad, condición social, ni sexo, y que aproximadamente cerca del 90% de estos
sucesos vienen de los hombres. Entre l0s factores que precipitan el
suicidio está la depresión, condición que tiene más de un motivo para hacer
acto de presencia. Ella está al asecho de cualquier crisis de salud, familiar,
laboral, política, pasional, entre otras. Siendo así, debería ser causa de
mayor preocupación en Salud Pública. Se precisa de una declaración de
prioridad en Rep. Dom.
Si en estos momentos hay un acontecimiento que posee una carga
evidente de efectos depresivos, es el Coronavirus. Aunque no se tengan a manos
cifras estadísticas internacionales, no hay que ir muy lejos para saber que la
depresión ha sido causa importante de muchos suicidios en estos siete meses de
pandemia. En Dominicana se han producido hasta suicidios colectivos: padres se
suicidan o lo intenta, previo a provocar suicidios en sus hijos. Este virus ha
multiplicado los factores depresivos que inducen a este pensamiento
autodestructivo. Veamos estos ejemplos:
o
El padecimiento mismo de la enfermedad, y
todo lo que ella implica.
o
Las pérdidas de familiares y amistades
cercanas.
o Dificultad para acceder a las pruebas y a medicamentos.
o Informaciones constantes y catastróficas sobre el Covid -19,
provenientes de otros países.
o Pérdida masiva de empleos sin posibilidad inmediata de
recuperarlos.
o Reclusión forzosa y extendida en el hogar.
o Pánico, inseguridad y desconfianza generalizada ante la posibilidad
del contagio del virus.
o El distanciamiento social obligado.
o Proyectos personales truncos… Entre otros.
En medio de este patético panorama, el no
alcanzar a ver una luz en el túnel que defina en el tiempo esta realidad, hace
más pronunciado el estrés, un estrés que puede ensancharse en la medida avanza
el pensamiento pesimista y generalizado de que ya “no somos ni seremos los
mismos que antes de la pandemia, que todo cambio”. Este conjunto de
situaciones adversas conduce irremediablemente hacia la depresión de un número
indeterminado de personas.
A modo de denuncia, mas no de asombro, hay que decir que el olvido
e indiferencia hacia quienes se suicidan es mayor en este tiempo del
coronavirus. Estos casos siguen siendo vistos y valorados bajo el peso y el
imperado del tabú, y el razonamiento discutible de que el suicidio es un acto
voluntario. Esto es algo que la Rep. Dom. debe reflexionar hasta alcanzar otra
valoración de lo humano Per se. En el libro “Entre la
Indiferencia y el Ruido. El Suicidio en la República Dominicana”, de
mi autoría, subrayo tres situaciones sobre el suicidio que nuestro país debe
superar encarándolo objetivamente:
1-Atacar los medios por los cuales el suicidio
está influenciado por la cultura de muerte y todo aquello que la promueve.
2- el
bajo presupuesto dado a Salud Mental.
3- La
imperiosa necesidad de que haya un consenso operativo entre entidades estatales
(Educación, Salud Pública) y asociaciones médicas, y del área de la sicología.
Todo esto con intención y voluntad de prevenir el suicido en todas las edades y
sectores sociales. Si OMS ha promovido el Día Mundial para la
Prevención del Suicidio es porque está convencida, por los
estudios realizados, y la experiencia con los países, que este hecho es
prevenible. Dominicana necesita introducirse en esa dinámica preventiva.
La investigación ya citada indica que
desde el año 2001 hasta el primer semestre del año 2017 murieron por suicidio
8,037 distribuidas en 6907 hombres, y 1,130 mujeres. Entre la diversidad de
motivos registrados en estas muertes, la depresión fue cuantitativamente la
causa de suicidio de mayor repetición. Si se observan las estadísticas de
suicidios del año 2019, estas revelan que para dicho periodo se produjeron 610
suicidios, 523 fueron de hombres, y mujeres, 87. En relación con el motivo de
suicidios en el 2019, las estadísticas elaboradas por la Policía Nacional
indican que el 42% del total respondió a la causal depresión ya que por este
motivo se suicidaron 256 personas.
Las estadísticas policiales de los
primeros seis meses del año en curso nos dicen que se cuantificaron 294
suicidios, y entre ellos 138 tuvieron como causa depresión. Bien se sabe que en
las estadísticas, por razones varias, hay muchos subregistro, pero si en medio
de esa realidad el motivo la depresión da una cifra tan elevada, es un
indicador de que a esa vertiente hay que ponerle un interés con rango de
urgencia, Quienes estudian la salud mental, lo saben desde siempre, pero bajo
el imperio del Covid, la depresión se manifiesta de una manera abrupta.
Sin embargo, bajo la convivencia con este
feroz huracán de tierra, que es el Covid-19, lo que más se está lamentando es
la reducción de la economía, la apertura del año escolar, y el derrumbe del
turismo. La piel de quienes trabajan con los números es sensible solo a ellos.
Estas son preocupaciones altamente comprensivas, pero lo que preocupa es el
poco énfasis en la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento de sus familiares.
Las muertes, casi 2,000, deberían proyectarse como un duelo nacional, como un
derrumbe, y no como hechos rutinarios que se lamentan en el instante, pero no
quitan el sueño.
Por razones comprensibles, en este Día
Mundial para la Prevención del Suicidio ha de ponerse suficiente
atención a los suicidios, y enfocarse en la prevención como una manera de
proyectar interés por la vida humana, para que así se contribuya al desmonte de
la cultura de muerte, tan muy arraigada en la sociedad dominicana, y del mundo.
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