Actualidad
| Alcedo A. RamÃrez
Jesucristo,
pandemias y vida nueva
Como
expresábamos en nuestro artÃculo anterior, la Resurrección de Jesucristo nos debe conducir a una Vida Nueva, basada en verdaderos valores cristianos y,
precisamente, la pandemia que nos azota, al igual que otras que hemos sufrido,
nos ofrecen un escenario efectivo para poner a funcionar la solidaridad
caracterÃstica de todo buen católico.
Hace
unos 100 años, el mundo entero y nuestro paÃs se vieron afectados por una influenza pandémica que ocasionó la
muerte de una gran cantidad de seres humanos, afectando las vidas de casi 100
mil dominicanos y causando la muerte de más de 1,500 personas, en todo el paÃs,
en un periodo que duró más de 4 años, desde el 1917 al 1921. Sin lugar a dudas,
hoy estamos enfrentando una situación cuyas repercusiones parecen dirigirse en
la misma dirección.
Adicionalmente
a la pandemia sanitaria, nuestro paÃs y el mundo están siendo afectados por otras pandemias de tipo económico,
emocional y laboral, que se han venido tornando en las crisis respectivas
que vamos a tener que enfrentar desde estos mismos momentos.
Aparte
de la crisis emocional y sanitaria que todos estamos sufriendo, las graves crisis que tenemos que solventar
son el derrumbe estrepitoso de las economÃas mundiales y nacionales, asà como
las pérdidas horripilantes de los empleos y puestos de trabajo en todos los
paÃses afectados por el Coronavirus. En
nuestro paÃs se han perdido o afectado más de un (1) millón de empleos.
Desde
estos mismos momentos, las acciones
inmediatas que todos debemos ponderar y ejecutar deben estar dirigidas y
orientadas a hacer frente a la epidemia sanitaria, manteniendo las medidas de
prevención de contagio, el distanciamiento social, la vuelta a los trabajos y
empleos que no se hayan perdido, a la vez de buscar las maneras y formas de
fomentar las reaperturas y los retornos de aquellas empresas que se han visto
en la necesidad de cerrar sus puertas, despedir sus empleomanÃas. Este
compromiso debe ser un esfuerzo conjunto del Gobierno y el Sector Privado, a
fin de tratar de salvar la mayor cantidad posible de empleos y puestos de
trabajo.
Efectivamente,
en momentos como los actuales son los tiempos propicios para que nuestro Pueblo
vierta toda su confianza en Nuestro
Señor Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, como guÃa infalible para salir
bien de estas pandemias que estamos sufriendo, implementando las soluciones
apropiadas para cada tipo de crisis, con la cooperación y compromiso de todos
los dominicanos.
En
este mes de junio, vamos a tener la oportunidad
de retornar a nuestras Iglesias y Templos, retomar nuestras liturgias y ritos,
a la vez de poder volver a encontrarnos con Nuestro Señor Jesucristo en la
inmensidad de su Sagrada EucaristÃa. Ayudados por estos recursos de Ãndole
espiritual, los cristianos debemos aunar nuestros esfuerzos para salir al paso
de la realidad que actualmente nos está afectando, ejerciendo la solidaridad
que requieren nuestros hermanos, a través de las asistencias que podamos
brindar a nuestros compañeros de labores, en lo espiritual o material, asà como
a las familias con las que tengamos algún tipo de contactos o relaciones,
ejercitando de esta manera un efectivo y altruista apostolado humanitario y
religioso.
Vamos
a poder vencer todas estas pandemias,
sanitaria, emocional, económica y laboral, pero también debemos ayudarnos,
personal y comunitariamente, para enfocar mejor todos nuestros esfuerzos en esas
direcciones de soluciones, con la riqueza espiritual que las fiestas cristianas nos van a brindar en esta temporada, tales
como Pentecostés, DÃa de las Madres y en el que también recordamos a Nuestra
Madre La Virgen MarÃa, la SantÃsima Trinidad, Corpus Christi, Sagrado Corazón
de Jesús, Inmaculado Corazón de MarÃa, San Juan Bautista, San Pedro y San
Pablo. Estas energÃas espirituales y emocionales nos van a permitir acometer
los grandes retos que tenemos por delante, como paÃs y como seres humanos,
pertenecientes a un mundo cada vez más interconectado y globalizado.
Estamos
convencidos que, con esta tremenda alineación litúrgica, difÃcilmente podemos fallar
en nuestros trabajos de reconstrucción nacional, a lo que solo faltarÃa agregar
que debemos dedicarnos en cuerpo y alma a nuestras
responsabilidades evangelizadoras y misioneras, que debemos cumplir todos
como cristianos verdaderos, comprometidos con nuestro pueblo y con nuestro
paÃs. ADH 846.
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