Cultura y Vida | Amigo del
Hogar
Al comprar, ¿eliges tú?
Al realizar nuestras compras en el “súper”,
los clientes lo hacemos con cierta satisfacción de “elegir” lo que nosotros
deseamos entre tantas ofertas que se nos presentan. Desde una mentalidad “consumidora”
parece que hacemos uso de nuestra libertad de elección, pero resulta ser ésta una
creencia ingenua o acrítica, pues al comprar ya han sido utilizados ciertos mecanismos
para condicionarnos y elegir por nosotros.
Quizás hemos notado un dato sencillo: si no
llevamos una lista al súper o no estamos claros de qué hemos ido a comprar, al
final salimos con una cantidad de mercancía que no habíamos considerado llevar.
A veces ocurre que sobrepasamos el presupuesto disponible para gastar. Esta
compra que hicimos tuvo un condicionante previo: el modo de abrirnos los ojos a
mercancías atractivas, dentro del esquema de crearnos falsas necesidades que
maneja muy bien la publicidad.
Lo cierto es que el súper está organizado para
que estimule nuestros “deseos” y nos haga elegir productos atractivos para
saciar nuestro afán de consumo. Nos corresponderá a nosotros crear mecanismos
que contrarresten estas insinuaciones, que a veces nos dan dolores de cabeza.
Es la práctica de colocar los productos que se desean vender en lugares más visibles y más cercanos a los clientes, para atraer su atención
“Más espacio y el mejor lugar a la referencia
que más vende es la regla de oro de todas las tiendas”, explican los expertos.
Una marca que se venda mucho, será colocada en espacios más a la vista de la
clientela. Es la práctica de colocar los productos que
se desean vender en lugares más visibles y más cercanos a los clientes, para
atraer su atención. Se habrán fijado que cerca de las cajas hay productos
que coinciden en todos los supermercados.
Es sabido de todos que muchas empresas
negocian con los establecimientos el lugar que ocuparán sus productos en ellos.
Y se planean esos lugares, en muchos casos, coincidiendo con el desplazamiento
que hacen las personas en los pasillos de las ofertas que encuentra. Otra
modalidad es colocar productos a nivel de la vista de quienes recorren el
pasillo. Las marcas se aseguran las estanterías más relevantes y destacadas.
Todo este sistema de condicionamiento y manipulación
de la clientela cae dentro del marco de la práctica fraudulenta para influir en
los consumidores. Y ni hablar de otros factores como la calidad del producto,
el precio al consumidor, etc., donde los clientes no tienen información suficiente
para decidir adecuadamente y, eligen con la falsa premisa de su libre opción cuando
en realidad otros han elegido por ellos.
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