Matrimonio y Familia | Jahuil Doroteo
La procreación responsable
El problema de la procreación humana responsable es algo presente en nuestro tiempo. En años anteriores, la sexualidad estaba orientada a buscar pareja y tener hijos. Ha cambiado de manera considerable debido a múltiples circunstancias sociales, educacionales y personales, dando a entender la procreación responsable como contracepción y con ello eliminar la procreación de la vida sexual. Después de la segunda guerra mundial, la revolución sexual ayudó a la separación entre pareja y familia, y las relaciones sexuales de la procreación. La idea tradicional de la familia y la transmisión de la vida es cambiada por la del predominio de la pareja y una vida sexual libre.
El teólogo Blázquez expresa la cuestión fundamental: ¿se
puede hablar de procreación utilizando la contracepción o es éticamente
responsable vivir la sexualidad evitando la procreación por medios no
naturales? Él expone que muchas veces los esposos se encuentran en situaciones
donde necesitan intimidad, pero no es aconsejable un embarazo. Aquí no hay un
rechazo global de la vida, solo es la relegación de la reproducción, usando
medios artificiales para ello en favor de la dimensión unitiva. Por lo cual la Humanae
Vitae propone el conocimiento consciente de los procesos biológicos de la
procreación humana e interrumpirla durante un tiempo determinado si hay razones
para ello, respetando le ley moral.
Se puede decir que la paternidad o maternidad responsable es el ejercicio razonable del derecho y la libertad de procrear dentro del matrimonio
En relación a lo dicho, la paternidad responsable debe
adecuarse al orden moral establecido por Dios, donde la conciencia moral es su
mejor intérprete. Así los cónyuges tienen que reconocer sus deberes ante Dios,
la familia y la sociedad, dentro de una justa jerarquía de valores. Entonces
por eso, se puede decir que la paternidad o maternidad responsable es el
ejercicio razonable del derecho y la libertad de procrear dentro del
matrimonio. Ellos están en un dilema, porque ni el derecho ni la obligación de
procrear son absolutos. El derecho está sometido a la razón y la libertad a las
circunstancias, por lo que la Humanae Vitae está en contra del aborto y
la esterilización.
En este sentido la Humanae Vitae es una respuesta a
la revolución sexual en la década de los años sesenta. Ella proponía cambiar la
concepción de familia por el de pareja, para que la unión sexual no sea
orientada hacia la procreación, sino al disfrute de la pareja; dejando de lado
la dimensión unitiva y procreativa de las relaciones sexuales. El autor expresa
que muchas parejas hacen trampa en los actos conyugales en función de la
fecundidad, pero es un mal menor que tener embarazos de actos realizados en la
prostitución. Tenemos aquí el dilema entre el ideal moral y las circunstancias
que se presentan en la realidad, lo cual deja claro que no se realiza de manera
plena en cada acto humano y no se trata de perfeccionamiento moral
Debido a ello, el teólogo resalta el uso prudente y
razonable de anticonceptivos, ya que en determinados casos, puede ser
compatible con la procreación responsable. Blázquez, siguiendo a la Humanae
Vitae dice que: todo acto conyugal tiene que estar abierto a la vida con
razones objetivas de orden antropológico y teológico. Además se expresa en esta
encíclica Humanae Vitae, el rechazo tajante a iniciativas de control de
la natalidad. Por lo cual, ella solo reconoce en la práctica la abstinencia
sexual y los métodos naturales, dando a entender que es comprensible el control
de la natalidad por iniciativa de los esposos, pero con los métodos naturales,
rechazando el aborto y la esterilización por estar en contra de la vida.
El rechazo no es solo al aborto y la esterilización, incluye
los métodos que no permiten la ovulación o la espermatogénesis, (producción de
espermatozoide). Todas las técnicas anovulatorias producen problemas en las
mujeres por ser castrativas. Además algunos hombres las promueven por la visión
sexualizada hacia la mujer o la moral corrupta que no la valora y la esclaviza.
En suma, podemos decir que, desde una actitud antropológica de rechazo a la
vida, la contracepción e idolatría de la sexualidad, sin la mirada en la
procreación, son parte de la inmoralidad fundamental y estructural.
Referencia: Blázquez,
N., Bioética, La nueva ciencia de la vida, Madrid, 2000, pp. 257-265.
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